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3)) 50 Sombras liberadas

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la cara relajada. Parece tan joven… Pero claro, es que lo<br />

es: mi joven, estresado, borracho e infeliz marido. Siento un<br />

peso en el corazón ante ese pensamiento.<br />

Bueno, al menos ya está en casa. Me pregunto adónde<br />

habrá ido. No estoy segura de tener la energía o la fuerza<br />

suficientes para moverle o quitarle más ropa. Además, está<br />

encima de la colcha. Vuelvo al salón, recojo la colcha de la<br />

cama de invitados que estaba usando yo y la llevo al<br />

dormitorio.<br />

Sigue dormido, pero todavía lleva la corbata y el<br />

cinturón. Me subo a la cama a su lado, le quito la corbata y<br />

le desabrocho el botón superior de la camisa. Él murmura<br />

algo incomprensible, pero no se despierta. Después le<br />

suelto el cinturón con cuidado y lo saco por las trabillas con<br />

cierta dificultad, pero por fin se lo quito. La camisa se le ha<br />

salido de los pantalones y por la abertura se ve un poco del<br />

vello que tiene por debajo del ombligo. No puedo<br />

resistirme. Me agacho y le doy un beso ahí. Él se mueve y<br />

flexiona la cadera hacia delante, pero sigue dormido.<br />

Me siento y vuelvo a mirarle. Oh, Cincuenta, Cincuenta,<br />

Cincuenta… ¿Qué voy a hacer contigo? Le paso los dedos<br />

por el pelo, tan suave, y le doy un beso en la sien.

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