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3)) 50 Sombras liberadas

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demasiado. Pero siempre estoy pálida. La última vez que<br />

estuve aquí estaba soltera y ahora ya estoy casada, ¡a los<br />

veintidós! Me estoy haciendo vieja. Me enjuago la boca.<br />

Levanto la muñeca y la agito un poco; los colgantes de<br />

la pulsera producen un alegre tintineo. ¿Cómo sabe mi<br />

Cincuenta cuál es siempre el regalo perfecto? Inspiro hondo<br />

intentando contener todas las emociones que todavía siento<br />

pululando por mi sistema y admiro de nuevo la pulsera.<br />

Estoy segura de que le ha costado una fortuna. Oh,<br />

bueno… Se lo puede permitir.<br />

Cuando vamos de camino a los ascensores, Christian<br />

me coge la mano, me da un beso en los nudillos y acaricia<br />

con el pulgar el colgante de Charlie Tango de mi pulsera.<br />

—¿Te gusta?<br />

—Más que eso. La adoro. Muchísimo. Como a ti.<br />

Sonríe y vuelve a besarme los nudillos. Me siento algo<br />

mejor que ayer. Tal vez es porque ahora es por la mañana y<br />

el mundo parece un lugar que encierra un poco más de<br />

esperanza de la que se veía en medio de la noche. O tal vez<br />

es por el despertar tan dulce que me ha dedicado mi<br />

marido. O porque sé que Ray no está peor.<br />

Cuando entramos en el ascensor vacío, miro a

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