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Desarrollar el sentido del humor, una misión imposible »Laura ...

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cuenta veces que se lo escuché, me<br />

arrancó <strong>una</strong> media sonrisa conmovida,<br />

pero nada más. a medida que vamos viviendo,<br />

juntando experiencia, ideas y<br />

posturas frente al mundo, <strong>el</strong><br />

<strong>sentido</strong> d<strong>el</strong> <strong>humor</strong> va colándose<br />

más y más profundamente,<br />

se va haciendo<br />

complejo y las<br />

cosas que nos dan risa<br />

se transforman permanentemente.<br />

al menos, en lo<br />

que tiene que ver con <strong>el</strong> lenguaje.<br />

creo que <strong>el</strong> <strong>humor</strong> no verbal es mucho<br />

más atávico, y en ese <strong>sentido</strong> perdura.<br />

(Por eso podemos reírnos frente al<br />

adusto caballero que resbala estrepitosamente<br />

y queda desparramado sobre<br />

la acera. Que esta risa puede ser perfectamente<br />

compartida entre un adulto y<br />

un niño de ocho años es algo que saben<br />

muy bien los productores de p<strong>el</strong>ículas<br />

cómicas).<br />

así, pues, <strong>el</strong> <strong>sentido</strong> d<strong>el</strong> <strong>humor</strong> nos define.<br />

como especie, como individuos,<br />

como colectividades. Y cada vez más,<br />

pasa lo mismo con la lectura y la escritura.<br />

Dime con quién andas, y te diré quién<br />

eres. también me podrías decir qué cosas<br />

te hacen reír, o qué cosas puedes (o<br />

no) leer y escribir...<br />

a lo mejor vale la pena ver qué hay en<br />

las r<strong>el</strong>aciones entre reír y leer, dos actividades<br />

constitutivas de la persona y de<br />

la actividad int<strong>el</strong>ectual, especialmente<br />

en la infancia. como vimos, <strong>el</strong> <strong>sentido</strong><br />

d<strong>el</strong> <strong>humor</strong> se r<strong>el</strong>aciona<br />

habitualmente con la<br />

int<strong>el</strong>igencia; la lectura también. <strong>el</strong><br />

<strong>sentido</strong> d<strong>el</strong> <strong>humor</strong> se r<strong>el</strong>aciona con<br />

la identidad; la lectura también. Y<br />

sin embargo, la risa y la lectura no<br />

son dos ideas que resulte fácil poner<br />

juntas; generalmente no son actividades<br />

asociadas. Por <strong>el</strong> contrario, muchas<br />

veces representan dos mundos separados,<br />

casi opuestos.<br />

si pudiéramos organizar las ideas más<br />

comunes alrededor de estas palabras<br />

(como quien acomoda frasquitos en <strong>una</strong><br />

estantería), probablemente bajo <strong>el</strong> rótulo<br />

“risa” aparecerá gente c<strong>el</strong>ebrando, parejas<br />

que se abrazan, un público frente a<br />

un espectáculo, familiares y amigos festejando<br />

un chiste, etc. en fin, veremos<br />

grupos de gente riéndose juntos. Bajo <strong>el</strong><br />

cart<strong>el</strong>ito que dice “lectura”, en cambio,<br />

su<strong>el</strong>e habitar –dentro de su frasco– un<br />

personaje encorvado, silencioso y serio,<br />

que hunde la cabeza dentro de un libro<br />

(cuantas más páginas mejor). es <strong>el</strong> lector,<br />

por definición, aislado y solitario.<br />

Vista de cerca, esta asociación (risacompañía,<br />

lectura-soledad) es algo que<br />

pasa también con la palabra escrita y la<br />

palabra hablada. cuando se trata de platicar,<br />

de hablar, solemos estar más que<br />

dispuestos. son prácticas cotidianas,<br />

con las que nos sentimos seguros, que<br />

conocemos y que fundamentalmente<br />

compartimos con otros. leer o (peor aún)<br />

escribir, en cambio, representa muchas<br />

veces un esfuerzo arduo, se alzan al instante<br />

toda clase de barreras que hay que<br />

El <strong>sentido</strong> d<strong>el</strong> <strong>humor</strong> nos define. Como especie,<br />

como individuos, como colectividades. Y cada vez<br />

más, pasa lo mismo con la lectura y la escritura.<br />

superar. Porque suponemos que son tareas<br />

que tenemos que enfrentar en soledad.<br />

en este <strong>sentido</strong> (y en otros) están<br />

llenas de riesgos (quedaré en ridículo, no<br />

pronuncio bien, no entiendo, no acentúo<br />

correctamente, y muchos otros ejemplos<br />

conocidos), y su popularidad decae.<br />

en fin, que la oralidad es naturalmente<br />

<strong>el</strong> territorio que compartimos con otros,<br />

mientras que <strong>el</strong> mundo de la palabra escrita<br />

parece tener que ser recorrido en<br />

leer y leer<br />

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