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-Lo mismo. ¿De dónde demonios sacará tantas<br />
retóricas?<br />
-Recuerda que con el bribón del ventero, y con<br />
estos arrieros entre quienes vamos, estuvimos de<br />
acuerdo. Ese caballero es loco de remate.<br />
-Claro está.<br />
-¿No se pasó la noche, en el patio de la venta,<br />
diz que velando las armas? ¿Y para qué tenia nece-<br />
sidad de velarlas? Eso no se le ocurre a nadie. A nadie<br />
que no "tenga vacíos los aposentos de la cabeza".<br />
-Y aquella trifulca, madre mía, que les armó<br />
a los pobres arrieros. Sólo porque quisieron darles<br />
de beber a sus bestias. ¿Qué razón había para tanto?<br />
-Eso mismo pienso yo.<br />
-¿Recuerdas cómo dijo que se llama?<br />
-Pues, Don Quijote de la Mancha.<br />
-Lo que yo no podré olvidar fue aquello de la<br />
ceremonia. Qué risa. ¿Te acuerdas? Qué listo es el<br />
ventero. Me parece ver al caballero arrodillado en el<br />
patio; pendi.ente de la fingida lectura de nuestro<br />
huésped; sufriendo, con gusto, la pescozada; reci-<br />
biendo, asimismo, el "gentil espalda~azo'~.<br />
-A mí, te lo juro, me retozaba la risa por todo<br />
el cuerpo. Sobre todo, cuando le ceñí la espada.