Las primeras telas de Vicente y Simonetta - Museos de Buenos Aires
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El terciopelo<br />
turco<br />
Esta fue otra apropiación <strong>de</strong> Falke, tomada directamente <strong>de</strong>l libro.<br />
Estábamos fascinados por los terciopelos <strong>de</strong> Skutari <strong>de</strong>l Victoria and Albert, frente a los que habíamos<br />
caído en éxtasis más <strong>de</strong> una vez y éste, particularmente nos <strong>de</strong>slumbró, por su equilibrio clásico,<br />
extraordinariamente elegante. Tanto nos gustaba que lo elegimos, junto con un Morris para nuestro pequeño<br />
apartamento <strong>de</strong> la calle Perú 666.<br />
Nos habíamos mudado al barrio, cerca <strong>de</strong>l taller viejo pero <strong>de</strong> aquella vivienda, conservamos pocos<br />
recuerdos… Nuestra verda<strong>de</strong>ra casa era el taller y apenas teníamos tiempo <strong>de</strong> hacer otra cosa que trabajar,<br />
trabajar y trabajar. El trabajo fue un elemento <strong>de</strong> unión entre nosotros casi tan fuerte como los hijos que<br />
llegaron <strong>de</strong>spués.<br />
Volviendo a nuestro terciopelo, recordamos haberlo hecho un par <strong>de</strong> veces más, siempre para amigos muy<br />
cercanos, porque, a pesar <strong>de</strong> ser una <strong>de</strong> nuestras <strong>telas</strong> predilectas por su diseño y por la facilidad con que<br />
se imprimía, los gustos <strong>de</strong> la clientela casi nunca coincidían con los nuestros.<br />
Nuestra clientela seguía siendo muy restringida y el temor <strong>de</strong> que llegaran personas con <strong>de</strong>masiadas<br />
exigencias comerciales se fue disipando. En ese sentido, repetimos que fueron las <strong>telas</strong> las que eligieron<br />
a las personas y no al revés. Alguna vez llegaba alguna persona a quien no podíamos complacer porque<br />
no teníamos <strong>telas</strong> a la moda, o porque nuestros tiempos <strong>de</strong> entrega –<strong>de</strong> dos a tres meses, por lo general–<br />
resultaban excesivos.<br />
El Museo <strong>de</strong> la Ciudad conserva los cua<strong>de</strong>rnos <strong>de</strong> pedidos y es verdad que en ellos figuran algunos <strong>de</strong><br />
los nombres más conocidos <strong>de</strong> ese momento unidos a los <strong>de</strong> familias “<strong>de</strong> toda la vida” lo que hace que<br />
algunos hayan pensado que éramos elitistas o que poníamos trabas al libre acceso a nuestras <strong>telas</strong>. En<br />
<strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong> –y nos dimos cuenta luego, ya instalados en Terrassa, en un clima <strong>de</strong>mocrático y sereno– se<br />
manejan muchas cosas mediante sentimientos <strong>de</strong> exclusión, muchas veces arbitrarios e injustos. Algo muy<br />
curioso en una sociedad, que salvo “los indios”, ha bajado toda <strong>de</strong> los mismos barcos.<br />
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