Las primeras telas de Vicente y Simonetta - Museos de Buenos Aires

Corolario
Fotografía Oriol Tarragó. Dic. 2011
Volviendo a estos textos desde nuestra perspectiva presente, nos conectamos
con unos personajes osados, valientes, obstinados, con una punta de
desesperación, ajenos al malestar y al desaliento. En un momento terrible
de la Argentina montamos, de la nada, un taller pequeño pero muy activo,
reunimos centenares de diseños históricos, hurgamos, leímos, prácticamente
reinventamos el método de estampación serigráfica, armamos un catálogo
donde la gente podía hallar, casi siempre, algún diseño que casaba con sus
gustos y acababa transformado en un estampado. Fue un arduo trabajo del
que nos sentimos orgullosos. En los primeros tiempos de vivir en Cataluña
escribimos estas páginas esforzándonos por explicar lo que significaban para
nosotros los diseños, más allá de su uso práctico. Durante los siguientes
años llegaron experiencias de todos los colores más algunos magullones que
tuvieron la virtud de ampliar lo que sabíamos de nosotros mismos, de hacernos
crecer. Hemos cambiado de país, de pareja y en parte también de idioma.
Simonetta ha cambiado de profesión. Vicente continúa con sus trabajos a los
que ha agregado la pintura de santos, una tarea que tiene poco que ver con
la pintura, nada con el sistema actual del arte y que posiblemente sea una
manera de orar. También ha vuelto a la universidad. Hemos continuado juntos,
nuestro vínculo no se ha roto. Lorenzo y Esteban, nuestros maravillosos niños,
hoy son dos hombres maravillosos y hemos logrado consolidar una familia
que ha crecido hasta extremos que nunca pudimos sospechar. Es evidente
que hoy haríamos otras telas, inspiradas en otras fuentes y que hablaríamos
de ellas desde una sensibilidad diferente, tal vez con más distancia, aunque
no con menos pasión. Sin embargo, lo que hemos escrito hace tantos años es
un testimonio de lo que vivíamos entonces y aquí queda, junto con las telas,
que, ellas mismas, no han cambiado.
84 Vicente Gallego, Simonetta Borghini, marzo de 2012
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