Las primeras telas de Vicente y Simonetta - Museos de Buenos Aires
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<strong>Las</strong><br />
Ména<strong>de</strong>s<br />
Cuando pensamos en la acci<strong>de</strong>ntada y curiosa historia <strong>de</strong> esta tela, no po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> preguntarnos si<br />
es que los objetos tienen, también ellos, un <strong>de</strong>stino. Es una pieza única, concebida como colgadura para<br />
pared. Está estampada en marrón chocolate, sobre linón teñido con infusión <strong>de</strong> aserrín <strong>de</strong> algarrobo y<br />
mor<strong>de</strong>ntada con sal común. Está firmada sólo por uno <strong>de</strong> nosotros aunque fuera fruto <strong>de</strong> ambos. Combina<br />
una figura tomada <strong>de</strong> un vaso griego, representando dos Ména<strong>de</strong>s estrechamente abrazadas orladas<br />
<strong>de</strong> hiedra, sosteniendo a<strong>de</strong>más una liebre y un Baco, que porta una copa. La hiedra era un motivo que<br />
conocíamos muy bien dado que en nuestra casa <strong>de</strong> la calle Soler crecía una tan gigantesca e invasora<br />
que cubría totalmente las pare<strong>de</strong>s exteriores. Habíamos <strong>de</strong>scubierto que cualquier objeto opaco podía<br />
actuar a modo <strong>de</strong> fotolito, y las ramas <strong>de</strong> la hiedra fueron usadas profusamente en este sentido. Usamos<br />
los fotogramas muy a menudo. A la ventaja <strong>de</strong> su inmediatez, suman la <strong>de</strong> la facilidad <strong>de</strong> concreción,<br />
aportando un aire <strong>de</strong> frescura y espontaneidad al diseño. Esta pieza pretendía ser, a<strong>de</strong>más, un juego con<br />
el tiempo. A la arcaica belleza histórica <strong>de</strong> la imagen griega, contrapusimos la muy mo<strong>de</strong>rna <strong>de</strong> la hiedra<br />
por su tratamiento fotográfico.<br />
Pero la planta, al aparecer como objeto natural, daba un salto hacia atrás en el tiempo —¿hacia atrás? ¿en<br />
el tiempo?- aún mayor que el <strong>de</strong> las Ména<strong>de</strong>s. En los días en que la tela nació se realizaba una exposición<br />
con el tema <strong>de</strong> Baco, en una galería <strong>de</strong> Arte a cuya dueña conocíamos. Con gran entusiasmo le ofrecimos<br />
esta tela. Fue recibida con extrañeza y frialdad un tanto <strong>de</strong>spectiva, aduciendo que se trataba <strong>de</strong> una<br />
muestra “<strong>de</strong> arte”. Asomaba la cabeza el viejo prejuicio sobre las artes mayores y menores. Y también<br />
—y eso era algo conocido para <strong>Vicente</strong>— el estereotipo <strong>de</strong>l galerista al que nada conmueve y que parece<br />
haberlo visto ya todo.<br />
No estábamos consi<strong>de</strong>rados todavía como diseñadores y nosotros mismos nos sentíamos “una pareja <strong>de</strong><br />
investigadores que hacían sus <strong>telas</strong> por puro placer <strong>de</strong> verlas en cuerpo <strong>de</strong> tela”. Hijos <strong>de</strong> la obediencia,<br />
plegamos la tela y volvimos a casa. Era la primera <strong>de</strong> muchas, muchas veces. Guardamos la tela, que<br />
a lo largo <strong>de</strong> los años quedó literalmente sepultada bajo otras más. Nunca quisimos ven<strong>de</strong>rla y sirvió<br />
con frecuencia <strong>de</strong> mo<strong>de</strong>lo para otras piezas, sobre todo por su fondo teñido artesanalmente con colores<br />
naturales. Un día nuestra amiga Susana Volosin nos pidió, para su Centro <strong>de</strong> Palma <strong>de</strong> Mallorca “una tela<br />
apaisada, en tonos <strong>de</strong> ocre, que tuviera movimiento”. Pensamos en las Ména<strong>de</strong>s y se la enviamos. Fue la<br />
primera vez que la tela cruzó el Atlántico. Meses <strong>de</strong>spués volvía a <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>: no era a<strong>de</strong>cuada. Susana<br />
es para nosotros un ser esencial, tenemos mucha confianza y lo que po<strong>de</strong>mos llamar una bella amistad<br />
en Cristo, pero nos dolía que no hubiera aceptado nuestro regalo. Después <strong>de</strong> todo una tela así se pue<strong>de</strong><br />
poner en cualquier lado, pensábamos.Pasó el tiempo. La tela ocupaba su antiguo lugar, sepultada entre<br />
otras muchas en el fondo <strong>de</strong> un armario. Algunas veces aparecía y sonreíamos comentando su <strong>de</strong>stino <strong>de</strong><br />
rechazos y peregrinaciones. En un viaje posterior a Barcelona <strong>de</strong>cidimos traerla con la intención <strong>de</strong> enviarla<br />
otra vez a Mallorca. Los regalos <strong>de</strong>berían ser inobjetables, Susana la recibiría otra vez. No pudo ser. Una<br />
noche <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1988 la tela llegó al Museo Tèxtil <strong>de</strong> Terrassa y allí se quedó. ¿Volverá <strong>de</strong> nuevo a<br />
cruzar el mar?<br />
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