09.05.2013 Views

Las primeras telas de Vicente y Simonetta - Museos de Buenos Aires

Las primeras telas de Vicente y Simonetta - Museos de Buenos Aires

Las primeras telas de Vicente y Simonetta - Museos de Buenos Aires

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>Las</strong> berenjenas,<br />

los tomates, las<br />

naranjas <strong>de</strong> Ricardo<br />

En 1986 se puso repentinamente <strong>de</strong> moda el color berenjena, al tiempo que el gusto saturado <strong>de</strong> rosados<br />

y grises buscaba un respiro en los colores más <strong>de</strong>finidos y vibrantes. Oíamos la palabra “aubergine” media<br />

docena <strong>de</strong> veces al día, en francés, ya que el así sonaba más elegante para la mayor parte <strong>de</strong> nuestra<br />

clientela.<br />

Tomando el toro por las astas, <strong>de</strong>cidimos presentar un diseño en ese color. ¿Qué podíamos hacer en color<br />

berenjena? Obviamente, berenjenas. Un buen ejercicio <strong>de</strong> pensamiento “ligth”. El tiempo no nos sobraba.<br />

Lo necesitábamos —¡Y cuánto!— para realizar las múltiples tareas <strong>de</strong> aquel taller gigantesco.<br />

<strong>Las</strong> berenjenas fueron dibujadas en un pequeño papel y ampliadas prácticamente sobre el acetato. Al día<br />

siguiente lucían sobre la tela. Y allí se quedaron. No resultaban <strong>de</strong>l gusto <strong>de</strong> casi nadie. Decimos “casi”<br />

porque merecieron ser copiadas, aunque no sabemos con cuánto éxito.<br />

El diseño <strong>de</strong>l tomate, en cambio, tuvo un suceso consi<strong>de</strong>rable. Fue realizado por nuestra querida Edith,<br />

muerta en un tonto acci<strong>de</strong>nte a principios <strong>de</strong> 1988. Edith López Piteira era una vieja amiga <strong>de</strong> casa<br />

Borghini, viuda <strong>de</strong> un hombre excepcional, Artemio. Conocían a <strong>Simonetta</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su nacimiento y ambos<br />

fueron para ella, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> amigos entrañables, un mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> matrimonio. Unidos cuando Edith contaba<br />

apenas diez y seis años, habían esperado veinticinco para tener su primera hija. Ambos eran <strong>de</strong>stacados<br />

<strong>de</strong>portistas, y sus continuos viajes les impedían <strong>de</strong>dicarse a la absorbente tarea <strong>de</strong> ser padres. Esta visión<br />

<strong>de</strong> la maternidad responsable, <strong>de</strong> la libre elección <strong>de</strong> los hijos, <strong>de</strong>l matrimonio entendido como camino para<br />

dos que no conlleva la obligatoriedad <strong>de</strong> tener <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia a pesar <strong>de</strong> firmes creencias religiosas, influyó<br />

<strong>de</strong> manera <strong>de</strong>cisiva en el pensamiento <strong>de</strong> una joven <strong>Simonetta</strong>. Tras la prematura muerte <strong>de</strong> Artemio, Edith<br />

había tomado sin vacilar el lugar vacante en el puesto <strong>de</strong> trabajo <strong>de</strong> su marido y en la dirección <strong>de</strong> su casa.<br />

Sin ser ya una jovencita, criaba a dos hijas, aún pequeñas, y cuidaba <strong>de</strong> su madre y <strong>de</strong> una anciana tía.<br />

<strong>Vicente</strong> la conoció en esta época. Durante un tiempo asistieron a su taller <strong>de</strong> enseñanza. Por primera vez<br />

se incluía a una madre y a sus hijas en un grupo <strong>de</strong> trabajo. <strong>Las</strong> consignas psicologistas que imperaban en<br />

la pedagogía <strong>de</strong> mediados <strong>de</strong> los setenta fueron <strong>de</strong>splazadas en nombre <strong>de</strong>l sentido común y <strong>de</strong> una visión<br />

más realista y menos esquemática. Los resultados fueron muy positivos.<br />

Pasaron los años. Cansada <strong>de</strong> trabajar en la firma don<strong>de</strong> continuaba con la tarea <strong>de</strong> Artemio, Edith comentó<br />

un día que le haría feliz encontrar un trabajo menos monótono, en el cual aplicar sus conocimientos <strong>de</strong><br />

Bellas Artes. Respondiendo a uno <strong>de</strong> esos impulsos irracionales que a veces todos tenemos, le propusimos<br />

trabajar con nosotros. Estábamos a punto <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar el taller <strong>de</strong> Chacabuco para abrir el nuevo <strong>de</strong> la<br />

calle Estados Unidos y una persona como ella era la solución i<strong>de</strong>al para nuestra necesidad <strong>de</strong> ayuda.<br />

Trabajando por su cuenta, dado que percibía una pensión <strong>de</strong> viu<strong>de</strong>idad que le impedía trabajar en relación<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, con horarios arreglados a su conveniencia, siendo alguien tan cercano y tan querido,<br />

no resultaba una extraña ni la sentíamos una empleada. Queríamos conservar el aire <strong>de</strong> bottega, con una<br />

estructura básicamente familiar. Esto fue imposible <strong>de</strong> implementar, pero Edith pronto se convirtió en una<br />

colaboradora indispensable. Su sonrisa, su humor parejo, su extraordinario conocimiento <strong>de</strong> la vida —al<br />

punto <strong>de</strong> ser nuestra principal consejera en la educación <strong>de</strong> Lorenzo y Esteban— suplieron con creces los<br />

conocimientos técnicos <strong>de</strong> que carecía en materia <strong>de</strong> estampación. A ella pertenece el dibujo original <strong>de</strong><br />

estos tomates. A través <strong>de</strong> esta tela, sencilla como su alma, queremos recordarla.<br />

62 63

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!