Las primeras telas de Vicente y Simonetta - Museos de Buenos Aires
Las primeras telas de Vicente y Simonetta - Museos de Buenos Aires
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Naturaleza<br />
El origen <strong>de</strong> esta colección se encuentra en los fotogramas que hacíamos en el primitivo taller <strong>de</strong> la calle<br />
Soler. Cuando hubimos acabado con las hojas <strong>de</strong> hiedra echamos mano <strong>de</strong> las plantas que poblaban<br />
nuestra casa. Pero las plantas <strong>de</strong> ciudad poco tienen <strong>de</strong> naturales y no manteníamos con ellas una pacífica<br />
convivencia, más bien proyectábamos sobre ellas nuestras fantasías más ocultas.<br />
Estaba <strong>de</strong> moda hablar con las plantas, les hablábamos y lo mejor <strong>de</strong> todo es que creíamos oír respuestas,<br />
algunas muy sabias e ingeniosas. Tenían conductas caprichosas y en general se comportaban <strong>de</strong> una<br />
manera extraña. Habíamos leído “La vida secreta <strong>de</strong> las plantas” y todo cuanto lo que allí se <strong>de</strong>cía nos<br />
parecía más que razonable.<br />
La Virreina”, era un filo<strong>de</strong>ndron monstrea que <strong>Vicente</strong> tenía en su casa hacía muchos años, y que<br />
habitualmente “dormia” a su lado, recibió su nombre y un nuevo lugar el día que <strong>Simonetta</strong> entró en la casa<br />
y el selvático dormitorio <strong>de</strong> reciente divorciado pasó a ser la <strong>de</strong>spejada alcoba <strong>de</strong> un joven matrimonio.<br />
La planta langui<strong>de</strong>cía —suponíamos que <strong>de</strong> celos- y mantuvimos una seria conversación en la que le<br />
comunicamos que en a<strong>de</strong>lante sería “la Virreina” y, que si no estaba conforme, tenía la libertad <strong>de</strong> secarse.<br />
Vivió muchos años aunque nunca recuperó su esplendor.<br />
Anselmo, llamado así en honor <strong>de</strong> San Anselmo, <strong>de</strong>l que tratábamos <strong>de</strong> acometer su Proslogion, llegó un<br />
día por vías misteriosas que sería largo pormenorizar. Era un helecho verda<strong>de</strong>ramente <strong>de</strong>scomunal, pero<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un año <strong>de</strong> gloriosa existencia, durante el cual mantuvimos sesudas conversaciones, comenzó<br />
a per<strong>de</strong>r las hojas una a una. Cuando tuvimos que aceptar que se nos moría, a pesar <strong>de</strong> los amorosos<br />
cuidados <strong>de</strong> Diana Ezcurra, recogimos la última y junto con la <strong>de</strong> un culantrillo realizamos un fotograma. No<br />
habíamos podido salvar a Anselmo, pero intentábamos, por medio <strong>de</strong>l diseño, asegurarle larga vida.<br />
El rosal, que llamábamos “<strong>de</strong> la Virgen” creció con exuberante velocidad y siempre daba sus <strong>primeras</strong><br />
rosas para la Inmaculada, el ocho <strong>de</strong> diciembre. Cubría casi todo el corredor <strong>de</strong> entrada y era sencillamente<br />
maravilloso. Un día, un grupo <strong>de</strong> vecinos se ofreció a podarlo, y accedimos. La poda se convirtió, no sabemos<br />
porqué, en tala. Todo lo que pudimos hacer entonces fue coger una hoja y llevarla a un estampado..<br />
Vistas ahora cuando lo anecdótico ha quedado casi olvidado, estas <strong>telas</strong> nos parecen encerrar una intención<br />
anexa al mero valor <strong>de</strong>corativo. Se trata, una vez más <strong>de</strong> rescatar como po<strong>de</strong>mos estas presencias fugaces<br />
que pasan por nuestras vidas, brindándonos sin condiciones lo único que poseen: su amor silencioso.<br />
Entre 1979 y 1988 realizamos innumerables versiones <strong>de</strong>l helecho Anselmo. La primera que recordamos<br />
fue para Isabel Socas Alvear, en una ambientación <strong>de</strong> Delia Tedín. Isabel quería cortinas, su esposo prefería<br />
que se vieran las plantas <strong>de</strong>l balcón. Conformamos a los dos estampando plantas y árboles sobre una tela<br />
<strong>de</strong> algodón blanco, Anselmo se multiplicaba en medio <strong>de</strong> malvas, esparragueras, algunos pastos en tonos<br />
otoñales. Fue un hallazgo que más <strong>de</strong> una vez resolvió la eterna disputa cortinas sí, versus cortinas no.<br />
En las dos versiones <strong>de</strong>l Museo <strong>de</strong> Terrassa Anselmo y el Rosal <strong>de</strong> la Virgen juegan con una línea azul gris,<br />
que <strong>de</strong>termina una dirección. El Rosal cae, Anselmo se eleva.<br />
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