253 - Equipos de Nuestra Señora

S
i uno acude al diccionario
para ver qué nos
quiere decir la palabra
‘impulsor’, veremos
que se trata del que estimula o
promueve una acción. En nuestro
caso, la persona que estimula
y anima a los miembros
del equipo a vivir sus compromisos
como personas, como
matrimonio, como creyentes y
como parte del Movimiento. Es
decir, el Consiliario en su labor
de apoyo y animador de estos
matrimonios en sus misiones
específicas en el seno de la familia,
en la sociedad y en la
Iglesia, y el equipo en cuanto
que se interesa y apoya a su
Consiliario en la vivencia de su
vocación y en la realización de
sus compromisos personales y
pastorales.
Juan Pablo II, en el discurso
que dirigió a los Matrimonios
Responsables Regionales,
Súper-Regionales y del ERI, y a
los Consiliarios en enero de
2003, hablando de los Puntos
de esfuerzo, os/nos animaba a
vivirlos ‘con atención y perseverancia’,
y se fijaba en concreto
en la oración personal, con-
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EL CONSILIARIO Y EL EQUIPO COMO
IMPULSORES AL COMPROMISO
yugal y familiar, sin la cual
nuestro amor se debilita. También
os animaba a ‘testimoniar
sin parar y de una manera explícita
la grandeza y la belleza
del amor humano, del matrimonio
y de la familia’. Si esto lo
decía nada menos que el Papa,
a quien podríamos considerar
como nuestro ‘Consiliario Superinternacional’,
en esa línea deberá
ir la animación de los Consiliarios
de a pie, que somos
nosotros.
Como dice La Carta, el
apoyo del sacerdote en el equipo
no se reduce a la aportación
doctrinal y espiritual. “Éste,
dice, no solamente da los principios,
sino que ayuda también
a los hogares a encontrar la
aplicación de los mismos en su
vida”. Y un poco más adelante:
“El sacerdote ayudará al equipo
a no perder de vista su verdadera
finalidad”.
El hecho de que en el
Movimiento se haya optado por
un consiliario sacerdote, a título
de su sacerdocio ministerial, se
ha debido, entre otras cosas, a
la riqueza que suponen estos
dos carismas, el del matrimonio