253 - Equipos de Nuestra Señora
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el pueblecillo <strong>de</strong>l que no volvería<br />
a salir jamás. Por tres veces<br />
intentó escapar <strong>de</strong> allí porque<br />
no se consi<strong>de</strong>raba digno <strong>de</strong> su<br />
ministerio parroquial, quería<br />
marcharse para irse a un rincón<br />
a “llorar su propia vida”, frase<br />
que repetía a menudo. Sin embargo,<br />
con un sentido <strong>de</strong> obediencia<br />
ejemplar, permaneció<br />
siempre en su puesto. La divina<br />
Provi<strong>de</strong>ncia quería que San<br />
Juan María llegara a resplan<strong>de</strong>cer<br />
como patrono <strong>de</strong> todos los<br />
párrocos <strong>de</strong>l mundo precisamente<br />
en el marco humil<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />
una parroquia <strong>de</strong> pueblo.<br />
Po<strong>de</strong>mos distinguir en la<br />
actividad parroquial <strong>de</strong> San<br />
Juan María dos aspectos fundamentales,<br />
que en cierta manera<br />
correspon<strong>de</strong>n también a dos<br />
fases <strong>de</strong> su vida.<br />
Al comienzo, el Cura<br />
pudo vivir enteramente consagrado<br />
a sus feligreses. Los visitaba<br />
casa por casa, atendía a<br />
los niños y a los enfermos, empleaba<br />
gran cantidad <strong>de</strong> dinero<br />
en embellecer la iglesia, ayudaba<br />
fraternalmente a los sacerdotes<br />
<strong>de</strong> los pueblos vecinos.<br />
Todo esto acompañado <strong>de</strong> una<br />
vida <strong>de</strong> asombrosas penitencias,<br />
intensa oración y una cari-<br />
dad sin límite con los pobres.<br />
Era lógico que los campesinos<br />
<strong>de</strong> los pueblos vecinos acudieran<br />
a él al presentárseles dificulta<strong>de</strong>s<br />
o simplemente para<br />
confesarse y volver a recibir los<br />
buenos consejos que <strong>de</strong> sus labios<br />
habían escuchado. Éste fue<br />
el comienzo <strong>de</strong> la célebre peregrinación<br />
a Ars. Lo que en principio<br />
fue un fenómeno local,<br />
luego fue tomando un vuelo<br />
cada vez mayor, <strong>de</strong> tal manera<br />
que llegó a hacerse célebre el<br />
cura <strong>de</strong> Ars en toda Francia y<br />
aún en Europa entera. Aquel<br />
pobre sacerdote, que trabajosamente<br />
había hecho sus estudios,<br />
y a quien la autoridad diocesana<br />
había relegado en uno<br />
<strong>de</strong> los peores pueblos <strong>de</strong> la diócesis,<br />
iba a convertirse en un<br />
consejero buscadísimo por millares<br />
<strong>de</strong> almas. Y entre ellas se<br />
contarían gentes <strong>de</strong> toda condición,<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> prelados insignes<br />
hasta gente muy humil<strong>de</strong> que<br />
iban a buscar en él algún consuelo.<br />
Dios ben<strong>de</strong>cía manifiestamente<br />
su actividad.<br />
Aquella afluencia <strong>de</strong><br />
gentes alterará por completo su<br />
vida. Llegó un día en que el<br />
Santo Cura <strong>de</strong> Ars <strong>de</strong>sconocía<br />
su propio pueblo, encerrado<br />
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