Genji II - Atalanta
Genji II - Atalanta
Genji II - Atalanta
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
12-<strong>Genji</strong> <strong>II</strong> - P. 343 a 384 21/11/06 13:34 Página 370<br />
Su Reverencia fue a hablar personalmente con<br />
ella.<br />
–¿Estás ahí? –le preguntó, sentádose ante la<br />
cortina portátil. Ella se sobrepuso a su timidez<br />
para avanzar hacia él y hablarle. Él siguió diciendo–:<br />
Siempre me ha parecido que, desde el asombroso<br />
momento en que te vimos por primera vez,<br />
Caja de peines<br />
algún antiguo vínculo había determinado nuestro<br />
encuentro, y he rezado por ti con todo mi corazón.<br />
Sin embargo, un monje como yo no puede mantener una correspondencia profana sin<br />
razón suficiente, y por ese motivo has tenido tan pocas noticias mías. Quisiera saber cómo<br />
te ha ido entre estas monjas cuya compañía es tan inadecuada para ti.<br />
–Había resuelto abandonar esta vida y es una gran carga para mí seguir inexplicablemente<br />
viva –replicó ella–, pero, por grande que sea mi desesperanza, agradezco mucho<br />
vuestra amabilidad y, puesto que ya no creo que pueda vivir en el mundo, os pido por<br />
favor que me hagáis monja. No podría seguir el ejemplo de otras mujeres aunque me reintegrara<br />
a la vida laica.<br />
–¡Pero tienes muchos años por delante! ¿Qué puede haberte conducido a semejante<br />
deseo? En tu caso, un paso así sólo podría ser un pecado. Una mujer puede sentirse valiente<br />
en su resolución al principio, cuando concibe una aspiración como la tuya, pero es muy<br />
probable que con el tiempo llegue a lamentarlo.<br />
–Desde que era niña me ha acompañado el infortunio, e incluso entonces mi madre me<br />
hablaba de la posibilidad de hacerme monja, por lo que, cuando llegué a comprender las<br />
cosas por mí misma, anhelaba vivir no como las demás, sino absorta en la oración para que<br />
me fuese concedida una mejor vida futura. Ahora, sin embargo, cuando noto que mi fin se<br />
aproxima, pues supongo que ésa es la razón, siento que me abandonan las fuerzas. Oh, por<br />
favor, os lo ruego… –Mientras hablaba, no había dejado de llorar.<br />
Su Reverencia no acababa de entenderlo. ¿Qué podía haber motivado, con lo hermosa<br />
que era, que detestara hasta tal punto la vida? Recordó que el espíritu que había tomado<br />
posesión de ella había hablado de eso. ¡Sí, no había duda de que la muchacha tenía buenas<br />
razones! ¡Hasta era increíble que hubiera sobrevivido! Ahora que aquel ser maligno había<br />
reparado en ella, corría un terrible peligro.<br />
–En cualquier caso –le dijo–, los Tres Tesoros sólo pueden alabar tu resolución. No me<br />
corresponde a mí, que sólo soy un monje, oponerme a tus deseos. Nada me sería más fácil<br />
que administrarte los Preceptos, pero lo cierto es que he bajado de la Montaña apremiado<br />
por un asunto de la mayor urgencia, y esta noche he de ir a palacio. Mañana iniciaré el<br />
Gran Rito. Durará siete días y, cuando finalice, regresaré aquí y haré lo que me pides.<br />
Esto fue una amarga decepción para la muchacha, porque por entonces la hermana del<br />
prelado podría haber vuelto y, sin duda, manifestaría su más viva oposición.<br />
370