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Genji II - Atalanta

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12-<strong>Genji</strong> <strong>II</strong> - P. 343 a 384 21/11/06 13:34 Página 380<br />

¿Cómo no iba a inquietar a la joven lo que<br />

acababa de oír? Permanecía sentada, avergonzada,<br />

de cara a la habitación interior, para que<br />

nadie percibiera su agitación.<br />

–Tengo entendido que el Octavo Príncipe<br />

tuvo dos hijas –replicó la monja–. ¿Cuál de<br />

ellas se casó con Su Alteza de la Guerra?<br />

–Creo que la segunda que tuvo el favor de<br />

su señoría el comandante era la hija de una<br />

madre de rango inferior. Aunque él no la<br />

honró abiertamente, se quedó devastado cuando<br />

murió. Pero la primera fue la que realmente<br />

le rompió el corazón. Estuvo a punto de<br />

renunciar al mundo.<br />

¡Aquel hombre debía de ser uno de los ínti-<br />

Confección de una prenda de vestir mos de su señoría! Al comprenderlo así, la<br />

joven se sintió atemorizada.<br />

–Qué extraño es que las dos hayan muerto allí, en Uji. Ayer, cuando le vi de nuevo, me<br />

invadió la tristeza. Fue al río y se quedó contemplando el agua, llorando desconsoladamente.<br />

A continuación regresó a la habitación de la casa que ella había ocupado y escribió<br />

un poema que fijó a una columna:<br />

Sobre estas aguas, donde ya no está la imagen de mi amor,<br />

las lágrimas que derramo al llorarla forman una corriente incesante.<br />

»La verdad es que dijo muy poco, pero me pareció que estaba abatido. Sin duda las<br />

mujeres le adoran. Siempre, desde mi juventud, me ha causado una profunda impresión,<br />

hasta tal punto que preferiría confiarme a él antes que al más poderoso señor de la tierra.<br />

La joven pensó que aquel hombre no tenía mucho criterio, ¡pero incluso él sabía discernir<br />

lo suficiente para hacerle justicia a su señoría!<br />

–Dudo de que pudiera compararse con Su Gracia de Rokujô, a quien la gente llamaba<br />

el Resplandeciente –observó la monja–. Según creo, a sus descendientes les va muy bien en<br />

nuestro tiempo. ¿Y comparado con Su Excelencia de la Derecha?<br />

–Su Excelencia es el más apuesto y tiene un peculiar aire de nobleza y circunspección.<br />

Pero Su Alteza de la Guerra posee una hermosura sorprendente. Si fuese mujer, de buen<br />

grado estaría a su servicio íntimo.<br />

El hombre hablaba como si disertara sobre el tema, y a ella todo aquello le parecía que<br />

era propio de otro mundo. Él concluyó su charla y se despidió.<br />

A ella le conmovía que su señoría no la hubiese olvidado, y comprendía mejor cómo<br />

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