Genji II - Atalanta
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12-<strong>Genji</strong> <strong>II</strong> - P. 343 a 384 21/11/06 13:34 Página 350<br />
la congoja. ¿Podría ser en verdad una aparición llegada tan sólo para trastornar a un corazón<br />
demasiado afectuoso?<br />
El grupo de Su Reverencia permaneció dos días recluido, mientras cánticos incesantes<br />
solicitaban la asistencia divina para las dos afligidas mujeres. El extraño acontecimiento<br />
había causado la consternación general. Las gentes humildes del entorno que en el pasado<br />
habían servido a Su Reverencia, al enterarse de que estaba allí, acudieron a presentarle<br />
sus respetos, y mientras conversaban uno de ellos observó:<br />
–Hay una gran conmoción debido a que la hija del difunto Octavo Príncipe, aquel al<br />
que visitaba su señoría el comandante de la Derecha, ha muerto de repente, aunque no<br />
estaba enferma. He ayudado a preparar el funeral, y por eso no pude venir ayer.<br />
«Tal vez un demonio se apoderó de su espíritu y lo trajo aquí –reflexionó Su Reverencia–.<br />
En ningún momento me ha parecido real… Hay algo en ella perturbadoramente<br />
incorpóreo.»<br />
–El fuego que vimos anoche no parecía lo bastante fuerte para eso.<br />
–Lo mantuvieron bajo adrede. No fue en absoluto un funeral solemne.<br />
La persona que hablaba permanecía fuera del recinto, debido a la contaminación que<br />
había contraído, y no tardaron en despedirle.<br />
–Su señoría el comandante se relacionaba con una de las hijas del difunto príncipe, pero<br />
ella murió hace años. ¿A qué hija puede haberse referido? Su señoría jamás dejaría a la<br />
princesa para unirse a otra. 10<br />
Entonces el grupo se dispuso a partir. La madre de Su Reverencia se había recuperado,<br />
la dirección a casa ya estaba abierta también para ella y la idea de permanecer en un lugar<br />
tan amenazante no era nada atractiva. Sin embargo, algunos sentían recelos hacia la joven.<br />
–Aún está muy débil y el viaje podría ser muy duro para ella –aducían–. Es muy preocupante.<br />
Fueron en dos carruajes. La anciana monja viajaba en el primero, con dos monjas que<br />
la cuidaban, y tendieron a la joven en el segundo, 11 atendida por una sirvienta. Avanzaban<br />
lentamente por el camino, ya que se detenían a menudo para administrarle un remedio a<br />
la enferma. Las monjas vivían en Ono, a los pies del monte Hiei, y la distancia que debían<br />
recorrer era larga. Llegaron a su destino entrada la noche, lamentando no haber<br />
tomado disposiciones para pernoctar en algún lugar del camino. Su Reverencia ayudó a su<br />
madre a descender del carruaje, y su hermana atendió a la joven mientras la bajaban. La<br />
fatiga del largo viaje sin duda había dado a la anciana monja motivos para lamentar los<br />
interminables sufrimientos de la edad, pero se recuperó muy pronto, y Su Reverencia volvió<br />
a la Montaña. No mencionó a la joven a nadie que no hubiera estado con él cuando la<br />
descubrieron, pues era impropio de un monje viajar en una compañía como la suya.<br />
10. No se puede identificar al hablante.<br />
11. El ocupado también por la hermana del prelado.<br />
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