Pablo Picasso - Comunidad de Madrid

COLABORADORES DEL MUSO
EL HOMBRE... ¡ESE GRAN DESCONOCIDO!
Muchas os habréis preguntado por qué los tíos reaccionan de maneras tan imprevisi-
bles cuando les preguntas algo por ejemplo. Cuando crees que se van a molestar, te
dicen que te entienden perfectamente. Y cuando piensas: “¡Bah! Seguro que me en-
tiende”, se pillan un cabreo del quince o se queda con una cara de póker que no la des-
cifra ni su tía.
Nos molesta mucho por poner un ejemplo, que de repente, sin más, sin previo aviso se alejen de manera tan
brutal que te quedas desubicada. Y esto, chicas, es porque el alejarse es una necesidad fisiológica que tienen
como comer, beber o ir al baño. Ellos cuando están mucho tiempo seguido con una chica sienten esa necesidad
irrefrenable de recuperar su intimidad y se alejan de manera desconcertante. Pero no es porque nosotras
hayamos hecho algo malo, sino porque simplemente necesitan pasar un tiempo solos para echarte de menos y
como una goma elástica que se ha estirado, vuelven otra vez a su estado original pero nosotras al no saberlo
nos entra miedo de que no vuelvan nunca y empezamos a preguntarles: ¿qué te pasa?
Y ese es el peor error que podemos cometer, porque el hombre cuando está en su
cueva ya sea porque debe, quiere y siente que tiene que solucionar un problema o
porque necesita un poco de intimidad hay que dejarles en paz. Cuando están en su
mundo las chicas malinterpretamos la causa por la que está en su cueva y pensamos
que la culpa de que estén así es nuestra. Chicas, no os preocupéis cuando el chico salga de la cueva lo hará con
el mismo grado de confianza con el que os dejó cuando se estiró (es decir, cuando sintió la necesidad de sepa-
rarse, les suele ocurrir a los chicos que atraviesan las primeras fases del enamoramiento).
Otro error muy común es tratar a un chico como si fuera inútil, es decir, preguntarle si ha cogido el abrigo, si
ya ha llevado la carta al buzón o si ha pedido cita al médico para mirarse ese catarro que no se le acaba de
quitar. Mientras nosotras pensamos que les estamos ayudando, preocupándonos por ellos y mejorándoles para
que la próxima vez no se hiele de frío, o se enfade el pariente al que le tenía que llegar la susodicha carta o
esté 2 semanas con fiebre porque se le había agravado el catarro por no ir al médico… Ellos traducen en su
mente: “eres un inútil, no me mereces porque eres un torpe y siempre estás cometiendo errores, si no eres
capaz de cuidar ni de ti mismo, cómo lo vas a hacer de mí, no sirves para nada, no confío en que puedas solu-
cionar tus problemas solo (cosa por cierto que les encanta hacer), te estoy dejando de querer…” y no se
cuantas mil historias más que se montan ellos solos.
Pero claro, ¿cómo vamos a saberlo nosotras, si preocupándonos es nuestra forma de mostrar cariño? ¿Verdad
que cuando a una chica le ofreces ayuda se siente muy halagada y te lo agradece de mil amores? Pues ellos no
PASSO, AÑO I Nº3,
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