Revista 01.pdf - Pontificia Universidad Católica del Ecuador

dar remate debidamente a los estudios eclesiásticos con la reinstalación
definitiva de la Universidad Eclesiástica Central".
Pensó entonces el Presidente Dr. José María Plácido Caamaño en
el establecimiento del Plantel en la Ciudad de Cuenca, aguijoneado
por su celoso Prelado Monseñor Miguel León; y el Papa León XIII,
"defirió benignamente a lo solicitado, en cuya virtud se prepara ya
—dice el mismo Informe— en la expresada Diócesis el establecimiento
de esta Universidad, cuyos benéficos resultados serán en lo porvenir
la más subida recompensa al celo de la actual Administración en
favor de los intereses religiosos y morales de la República".
"En esta institución, añadía —según el plan que se proyecta,
no estará limitada la enseñanza a sólo las ciencias eclesiásticas, sino
que dará la de Bellas Letras y Filosofía en sus cursos superiores,
así como la de ciencias jurídicas y políticas". La Santa Sede se había
reservado la aprobación de los Estatutos Universitarios.
Es indudable que Cuenca poseía a la sazón un cuerpo de eximios
sacerdotes y seglares que habría dado lustre a la enseñanza
universitaria católica. Un nombre equivalía a legión: el del Rmo. señor
doctor Julio Matovelle que en el Colegio Seminario dictaba con extraordinario
brillo las ciencias públicas, después de haber consagrado
su juventud a la Academia de Derecho Público que, en época de
general confusión de ideas, contribuyó eficazmente al saneamiento del
saber y su retomo a las más claras y seguras fuentes.
Tan lisonjeras eran las esperanzas puestas en la creación de la
Universidad Eclesiástica que en las reformas a la Ley de Educación
aprobadas por la Legislatura de 1890, se incluyó un artículo, el 16,
con el siguiente tenor:
"En caso de que llegue a establecerse la Universidad Eclesiástica
en la República, dependerá esta de su autoridad
propia y tendrá el derecho de conferir grados académicos
que serán reconocidos por la Nación.
"La Universidad Eclesiástica tendrá derecho de enviar un
representante suyo al Consejo General de Instrucción Pública
para los casos que convenga".
Autonomía, equiparación de títulos académicos, representación
de la Universidad Eclesiástica en el organismo directivo del Ramo: he
aquí el triple carácter con que la referida Legislatura magnificó la
fundación proyectada.
Pronto, por desgracia, se dio de mano a la idea. Barruntamos
que los obstáculos económicos no fueron los menores. Tal vez, a par
de ellos, influyó decisivamente el nuevo rumbo que a su vida apos-
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