Revista 01.pdf - Pontificia Universidad Católica del Ecuador

Luis Bossano, que fueron delegados para los exámenes de licenciado
y doctor. Y sea esta la oportunidad de pagar, si cabe, también la deuda
de agradecimiento para con ilustres Magistrados de la Excma.
Corte Suprema que no tuvieron inconveniente en trocar su alto si- ^
tial por el de examinadores de nuestro plantel. José María Villagomez,
Francisco Ochoa Ortiz, Benjamín Cevallos Arízaga tienen bien
ganado prestigio en nuestro plantel.
AUTONOMÍA UNIVERSITARIA •
Tres meses después, la Asamblea Constituyente dictaba la Constitución
de la República y sellaba el decreto reformatorio con otra
sabia disposición: la del Art. 171, concebido así:
"Las Universidades, tanto oficiales como particulares,
son autónomas. Para la efectividad de esta autonomía,
en las Universidades oficiales, la Ley propenderá a la creación
del patrimonio universitario".
No era, sin duda, este artículo lo que debía ser para el fomento
de la Educación Superior. La competencia real se vuelve inasequible
cuando los planteles no disponen de medios económicos proporcionados;
y el Tesoro Público, formado por los aportes de todos los
ciudadanos, rehusa proveer a los varios Institutos superiores de los
recursos que no pueden acopiar en otra forma para cubrir las enormes
expensas que demanda la cultura en sus más altos grados. De
todas maneras, el reconocimiento de la autonomía era un paso capital,
pues ponía a todos los planteles superiores en capacidad jurídica
de llenar su elevada y nobilísima función sin trabas de ningún
género. Consecuente el Gobierno Nacional con ese principio de la Constitución,
consideró que ipso jure quedaban modificadas varias de las
disposiciones de los decretos inicial y reformatorio y, entre ellas, la
que exigía la refrendación de títulos por el Ministerio del Ramo.
Nació, pues, la Universidad Católica del Ecuador con una estructura
jurídica digna de su alta categoría; y esta circunstancia feliz
fue, indudablemente, parte poderosa para dar a la inauguración
carácter más solemne y jubiloso. Verificóse la ceremonia el 4 de noviembre,
onomástico del promotor y Gran Canciller, el Excmo. señor
de la Torre, Arzobispo de Quito y consistió en dos actos, unidos por
lazos de oro: el religioso y el científico. Se efectuó el primero, a las
ocho de la mañana, en la Basílica del Voto Nacional, donde el mismo
insigne Prelado celebró el Sacrificio "para implorar al Espíritu «
Santo sus divinas luces y su soberano aliento para una obra tan
magna". He aquí lo que dijo el Boletín Eclesiástico:
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