Homilias para el Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en ...
Homilias para el Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en ...
Homilias para el Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en ...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Segundo Domingo de Advi<strong>en</strong>to<br />
Isaías 40, 1-11, Salmo 85, 7-13, 2 Pedro 3, 8-15a, Marcos 1, 1-8<br />
Las lecturas de los domingos pasados nos recordaron cuán fugaz es la vida y cuán cierto es nuestro<br />
fin. También nos recordaron que <strong>el</strong> mundo que nos rodea ha de pasar.<br />
Las lecturas de este domingo ya no hablan d<strong>el</strong> fin de los tiempos sino de la necesidad de un mesías.<br />
Cuando llegue <strong>el</strong> mesías, “se rev<strong>el</strong>ará la gloria d<strong>el</strong> Señor, y la verán todos los pueblos juntos”, dice <strong>el</strong><br />
profeta Isaías.<br />
Marcos inicia su evang<strong>el</strong>io con un título: “Comi<strong>en</strong>za la bu<strong>en</strong>a noticia de Jesucristo, Hijo de Dios”.<br />
Con pocas palabras ya nos ha dicho todo lo que se puede decir d<strong>el</strong> mesías esperado: Se trata de un<br />
m<strong>en</strong>saje de salvación llevado a cabo por Jesucristo, Hijo de Dios y Mesías esperado.<br />
Los escritores d<strong>el</strong> Nuevo Testam<strong>en</strong>to citan constantem<strong>en</strong>te a los d<strong>el</strong> Antiguo porque v<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong>lo<br />
una continuación de la obra de salvación que Dios realiza <strong>en</strong> <strong>el</strong> tiempo y <strong>en</strong> <strong>el</strong> espacio. El profeta Isaías<br />
(los tres Isaías) escribió de una manera tan maravillosa que algunos lo han considerado como <strong>el</strong> “quinto<br />
evang<strong>el</strong>io”.<br />
Con l<strong>en</strong>guaje poético escribe <strong>el</strong> profeta:<br />
“En <strong>el</strong> desierto pre<strong>para</strong>d un camino al Señor; allanad <strong>en</strong> la estepa, una calzada <strong>para</strong> nuestro Dios;<br />
que los valles se levant<strong>en</strong>, que montes y colinas se abaj<strong>en</strong>, que lo torcido se <strong>en</strong>derece, y lo escabroso se<br />
niv<strong>el</strong>e” (Is 40, 3-4).<br />
Tomado literalm<strong>en</strong>te este pasaje no ti<strong>en</strong>e s<strong>en</strong>tido, pues <strong>el</strong> paisaje sería más b<strong>el</strong>lo dejándolo como<br />
estaba. Mas si p<strong>en</strong>samos, como <strong>el</strong> profeta, que es Dios qui<strong>en</strong> va a salvar d<strong>el</strong> exilio a un pueblo cautivo,<br />
como <strong>en</strong> <strong>el</strong> pasado lo hizo Moisés, sería mejor que todo <strong>el</strong> terr<strong>en</strong>o estuviera parejo y llano, <strong>para</strong> que <strong>el</strong><br />
pueblo caminara sin fatigas.<br />
San Marcos, introduci<strong>en</strong>do la figura de Juan dará s<strong>en</strong>tido al m<strong>en</strong>saje de Isaías. Juan <strong>el</strong> Bautista no<br />
pide al pueblo algo externo, sino de algo que cale <strong>en</strong> lo más profundo d<strong>el</strong> ser humano. Allanad vuestras<br />
vidas, que sean claras y limpias que no haya cuevas ni antros, ni altos ni bajos. En otras palabras, vivid<br />
con s<strong>en</strong>cillez y limpieza de corazón; que la verdad y la justicia anid<strong>en</strong> <strong>en</strong> vuestros corazones y que no<br />
quepan la m<strong>en</strong>tira y o la injusticia. Ori<strong>en</strong>tad vuestras vidas hacia un objetivo claro: hacia la salvación y<br />
santidad que ofrece Jesús nuestro salvador: no deis vu<strong>el</strong>tas, perdidos por <strong>el</strong> mundo.<br />
Marcos coloca a Juan <strong>el</strong> Bautista como <strong>el</strong> m<strong>en</strong>sajero que había de pre<strong>para</strong>r la v<strong>en</strong>ida d<strong>el</strong> Mesías.<br />
Juan sabía que sin una conversión interior no podrían recibir a un Salvador puro y limpio porque no<br />
podrían reconocerlo. Juan, pues, no predicaba una mera confesión de pecados dichos de memoria, sino<br />
una conversión radical que cambiara sus vidas de una vez <strong>para</strong> siempre. Se trataba de una manera de ver<br />
la vida difer<strong>en</strong>te a como la habían visto hasta <strong>el</strong> pres<strong>en</strong>te.<br />
Hoy sabemos que Juan t<strong>en</strong>ía razón. Muchos no pudieron compr<strong>en</strong>der <strong>el</strong> m<strong>en</strong>saje traído por Jesús.<br />
Era un m<strong>en</strong>saje de purificación. Era un m<strong>en</strong>saje de una r<strong>el</strong>igión más interior y m<strong>en</strong>os legalista, donde<br />
la compasiónn y la aceptación de todo ser humano fuera la norma de vida.<br />
Nosotros hemos de apr<strong>en</strong>der d<strong>el</strong> m<strong>en</strong>saje de Juan y de Jesús. Primero hemos de ser heraldos que<br />
anunci<strong>en</strong> a todo <strong>el</strong> mundo <strong>el</strong> nacimi<strong>en</strong>to de Jesús ya acaecido y <strong>el</strong> nacimi<strong>en</strong>to de Jesús que se puede<br />
repetir <strong>en</strong> todo corazón de bu<strong>en</strong>a voluntad estas Navidades cuando c<strong>el</strong>ebremos su v<strong>en</strong>ida a la tierra.<br />
Hemos de apr<strong>en</strong>der de Jesús a vivir una r<strong>el</strong>igión auténtica de amor, limpieza y pureza de corazón. Hasta<br />
que no logremos esto, todas nuestras c<strong>el</strong>ebraciones serán muy superficiales.<br />
9