Homilias para el Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en ...
Homilias para el Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en ...
Homilias para el Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en ...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Séptimo Domingo de Epifanía<br />
Isaías 43, 18-25, Salmo 32, 1-8, 2 Corintios 1, 18-22, Marcos 2, 1-12<br />
En la Biblia se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran respuestas a las clásicas interrogantes que los seres humanos se<br />
formulan. ¿Quiénes somos? ¿De dónde v<strong>en</strong>imos? ¿Cuál es <strong>el</strong> propósito de nuestra vida? ¿Por qué existe<br />
<strong>el</strong> mal? ¿Cuál es su orig<strong>en</strong>?<br />
En <strong>el</strong> Génesis se cu<strong>en</strong>ta que Dios creó al ser humano a su propia imag<strong>en</strong>, y que lo creó bu<strong>en</strong>o.<br />
Pero cuando miramos alrededor y nos observamos a nosotros mismos, resulta difícil ver esa imag<strong>en</strong> y<br />
comprobar esa bondad. ¿Qué sucedió?.<br />
La narración de estilo poético, que nos pres<strong>en</strong>ta a Adán y Eva desobedeci<strong>en</strong>do al creador, es la<br />
explicación a nuestra situación pres<strong>en</strong>te.<br />
Para <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der mejor <strong>el</strong> tema, usemos la parábola que podríamos titular, El pozo. Según <strong>el</strong>la, al<br />
principio de la creación Dios nos hizo bu<strong>en</strong>os y libres. Nos colocó <strong>en</strong> un hermoso lugar. Nos dio<br />
libertad y responsabilidad de nuestro caminar, advirtiéndonos que prestáramos at<strong>en</strong>ción porque había<br />
pozos ocultos. Nosotros p<strong>en</strong>samos: ¡qué pozos ni pozos, aquí hay que disfrutar!, y, distraídos, caímos<br />
<strong>en</strong> uno bi<strong>en</strong> profundo.<br />
Cuando uno ha caído <strong>en</strong> un pozo necesita dos cosas <strong>para</strong> poder salir: querer salir, y la ayuda<br />
necesaria. Porque si uno quiere salir pero no ti<strong>en</strong>e ayuda, no sale. Por otra parte, si uno cu<strong>en</strong>ta con<br />
ayuda pero no quiere salir, se queda <strong>en</strong> <strong>el</strong> fondo d<strong>el</strong> pozo.<br />
Jesucristo, como hombre <strong>en</strong>carna nuestra voluntad de querer salir de pozo. Como Dios repres<strong>en</strong>ta<br />
la ayuda que necesitamos. Esa ayuda queda manifiesta <strong>en</strong> su vida, cruz y resurrección. Con su ejemplo<br />
nos salva. Por eso es nuestro Salvador. Nos salva de estar <strong>en</strong> <strong>el</strong> pozo de nuestro pecado. Jesús ofrece la<br />
solución a nuestro problema. Ofrece la posibilidad de cambiar nuestra vida por una de amistad con<br />
Dios.<br />
Los judíos contemporáneos a Jesús creían que todo lo desord<strong>en</strong>ado <strong>en</strong> las vidas de los seres<br />
humanos, aún las <strong>en</strong>fermedades, era fruto d<strong>el</strong> pecado. Por eso, Jesús, <strong>para</strong> ir a las raíces d<strong>el</strong> mal,<br />
perdonó los pecados d<strong>el</strong> <strong>para</strong>lítico, como premisa <strong>para</strong> devolverle la capacidad de caminar. Sanar y salvar<br />
son palabras que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>el</strong> mismo significado <strong>en</strong> la Biblia. Esto escandalizó a los pres<strong>en</strong>tes, porque<br />
¿quién puede perdonar pecados sino Dios? Lo acusaron de blasfemo. En su ceguera espiritual no fueron<br />
capaces, <strong>en</strong> ese mom<strong>en</strong>to, de reconocer quién era.<br />
Pero a esta primera parte d<strong>el</strong> milagro sucedió la segunda. Jesús le sanó. Y <strong>en</strong>tonces, admirados,<br />
glorificaron a Dios reconoci<strong>en</strong>do que nunca habían visto cosa igual.<br />
Pres<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> m<strong>en</strong>saje de que <strong>en</strong> Jesucristo <strong>en</strong>contramos salud y salvación ha sido la misión de la<br />
<strong>Iglesia</strong> por espacio de dos mil años, y lo será por siempre.<br />
En la liturgia <strong>para</strong> la “Ministración a los <strong>en</strong>fermos” d<strong>el</strong> Libro de Oración Común, <strong>el</strong> sacerdote nos<br />
invita, como premisa, a confesar nuestros pecados. Al administrar <strong>el</strong> rito sacram<strong>en</strong>tal de la unción, refleja<br />
<strong>el</strong> deseo de que continuemos si<strong>en</strong>do fi<strong>el</strong>es a la <strong>en</strong>señanza y tradición bíblicas, y pide que por su gran<br />
misericordia, Dios perdone los pecados, libre d<strong>el</strong> sufrimi<strong>en</strong>to, y restaure la fortaleza e integridad de la<br />
persona <strong>en</strong>ferma.<br />
Jesucristo es <strong>el</strong> motor y protagonista d<strong>el</strong> drama de la historia de la salvación que la Biblia pres<strong>en</strong>ta.<br />
En <strong>el</strong> Antiguo Testam<strong>en</strong>to todo apuntaba a él, y <strong>en</strong> <strong>el</strong> Nuevo todo culmina <strong>en</strong> él. Los cristianos<br />
formamos parte de esa historia dramática.<br />
Como parte de su pueblo, Jesús nos llama a compartir la tarea de llevar ad<strong>el</strong>ante ese anuncio de<br />
salvación. ¿En nuestra comunidad, colaboramos <strong>para</strong> que la <strong>Iglesia</strong> pueda llevar ad<strong>el</strong>ante esa tarea?<br />
Puede que no resulte nada fácil <strong>el</strong> conv<strong>en</strong>cer a qui<strong>en</strong>es no cre<strong>en</strong> <strong>en</strong> él. Desde <strong>el</strong> principio ha sido así.<br />
El evang<strong>el</strong>io de hoy pres<strong>en</strong>ta lo industriosos que fueron qui<strong>en</strong>es llevaban al <strong>para</strong>lítico <strong>para</strong> acercarlo a<br />
Jesús. Jesús se admiró ante tal estratagema y supo responder a <strong>el</strong>la positivam<strong>en</strong>te. Al ver la fe y confianza<br />
que t<strong>en</strong>ían <strong>en</strong> él obró <strong>el</strong> milagro que <strong>el</strong> <strong>para</strong>lítico necesitaba.<br />
Muchas veces nos desanimamos ante <strong>el</strong> cúmulo de dificultades que pudiéramos estar <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tando.<br />
Entonces es <strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to de ver a Jesús <strong>en</strong> pasajes como éste y continuar ad<strong>el</strong>ante sin desmayar. Si de<br />
veras t<strong>en</strong>emos fe <strong>en</strong> él, <strong>el</strong> Señor obrará lo que esperamos <strong>para</strong> que, ese algui<strong>en</strong> que queremos traerle, le<br />
conozca y le acepte como Señor y salvador. Entonces recibirá salud y salvación, la verdadera solución al<br />
desafío de la vida.<br />
23