11.05.2013 Views

Homilias para el Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en ...

Homilias para el Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en ...

Homilias para el Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Propio 21<br />

Números 11, 4-6. 10-16. 24-29, Salmo 19, 7-14, Santiago 4,7-12, Marcos 9, 38-43. 45. 47-48<br />

“Yo no puedo ya <strong>en</strong>cargarme de llevar solo a todo este pueblo; es una carga demasiado pesada <strong>para</strong><br />

mí”, se quejaba Moisés (Nm 11,14).<br />

El ser humano ha sido creado <strong>para</strong> Dios, <strong>para</strong> gozar. El sufrimi<strong>en</strong>to no lo <strong>en</strong>t<strong>en</strong>demos. Si<br />

podemos, lo rechazamos. Nadie quiere una vida difícil. Nos gustaría que todo nos fuera bi<strong>en</strong> y cuantos<br />

m<strong>en</strong>os problemas tuviéramos que <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar, mejor.<br />

El libro de Números nos recuerda la historia d<strong>el</strong> pueblo judío <strong>en</strong> su viaje por <strong>el</strong> desierto y lo<br />

mucho que sufrieron. Moisés, como líder d<strong>el</strong> pueblo, fue testigo d<strong>el</strong> dolor, llanto y queja d<strong>el</strong> pueblo.<br />

La situación era tal, que se había transformado <strong>en</strong> una carga demasiado pesada.<br />

Los líderes eclesiásticos no andamos al marg<strong>en</strong> de situaciones complicadas como las d<strong>el</strong> libro de<br />

los Números. A veces, la presión es tan grande, que aún los más fuertes pued<strong>en</strong> s<strong>en</strong>tirse fracasados, o<br />

p<strong>en</strong>sar que ya las cosas no dan <strong>para</strong> más.<br />

Ahora bi<strong>en</strong>, Dios, <strong>en</strong> su infinito amor, siempre está dispuesto a t<strong>en</strong>dernos su mano y a mostrarnos<br />

un camino mejor a seguir. Él puede traernos la tranquilidad que nos permita ver con mejores<br />

perspectivas <strong>el</strong> futuro. Para que esto se convierta <strong>en</strong> realidad, <strong>en</strong> nuestras vidas necesitamos confiar <strong>en</strong><br />

Dios y <strong>en</strong> su palabra. El salmista nos conforta: “Los mandami<strong>en</strong>tos d<strong>el</strong> Señor son rectos, que alegran<br />

<strong>el</strong> corazón; <strong>el</strong> precepto d<strong>el</strong> Señor es claro, que alumbra los ojos” (Sal 19, 8). Una vida sujeta a Dios,<br />

como indica la epístola de Santiago, nos permitirá estar firmes <strong>en</strong> tiempos difíciles. Es precisam<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />

situaciones complicadas cuando la gracia de Dios sobresale.<br />

Dios pidió a Moisés <strong>el</strong>egir set<strong>en</strong>ta ancianos Isra<strong>el</strong>itas y reunirse alrededor de la ti<strong>en</strong>da d<strong>el</strong><br />

tabernáculo. Allí reunidos, Dios les otorgó <strong>el</strong> mismo espíritu que había dado a Moisés. Pero algui<strong>en</strong> se<br />

percató que dos de los set<strong>en</strong>ta que habían sido citados estaban <strong>en</strong> otro lugar, lejos d<strong>el</strong> punto de<br />

<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro, y, a pesar de <strong>el</strong>lo, profetizaban igual que los demás. Josué, un jov<strong>en</strong> ayudante, ll<strong>en</strong>o de c<strong>el</strong>o,<br />

le dijo a Moisés: “Señor mío Moisés, prohíb<strong>el</strong>es que lo hagan” (Nm 11, 28). Esto su<strong>en</strong>a parecido a lo<br />

que se lee <strong>en</strong> <strong>el</strong> Evang<strong>el</strong>io de San Marcos, donde <strong>el</strong> apóstol Juan comunica a Jesús que algui<strong>en</strong> que no<br />

era d<strong>el</strong> grupo, expulsaba demonios <strong>en</strong> nombre de Cristo. La respuesta de Jesucristo, como la de Moisés,<br />

es clara: no podemos oponernos a qui<strong>en</strong>es hagan lo bu<strong>en</strong>o, guiados por Dios y <strong>para</strong> la Gloria de Dios.<br />

Moisés lo dijo <strong>en</strong>fáticam<strong>en</strong>te: “Ojalá <strong>el</strong> Señor le diera su espíritu a todo <strong>el</strong> pueblo” (Nm 11,29). Y Jesús<br />

afirma: “Nadie que haga un milagro <strong>en</strong> mi nombre podrá luego hablar mal de mí. El que no está contra<br />

nosotros, está a nuestro favor” (Mc 9,39-40).<br />

No debemos cerrarnos al obrar d<strong>el</strong> Santo Espíritu <strong>en</strong> nuestras vidas. El Espíritu de Dios se<br />

manifiesta también <strong>en</strong> personas que no pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> a nuestro grupo o d<strong>en</strong>ominación. Dios es amplio <strong>en</strong><br />

amor y su misericordia llega a todos por igual. Nuestro verdadero objetivo, como hijos de Dios, es<br />

buscarle a él por <strong>en</strong>cima de todas esas cargas pesadas. Y, como Moisés, estar dispuestos a aceptar la<br />

ayuda que nos llegue.<br />

Nuestro mismo cuerpo, que busca <strong>el</strong> placer, también es fu<strong>en</strong>te de dolor y sufrimi<strong>en</strong>to. Los<br />

s<strong>en</strong>tidos, los miembros, puestos <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuerpo <strong>para</strong> ejercer una función bu<strong>en</strong>a, a veces, guiados por una<br />

mala ori<strong>en</strong>tación, nos conduc<strong>en</strong> al pecado. El evang<strong>el</strong>io nos dice que si alguno de estos miembros nos<br />

lleva al pecado debiéramos prescindir de él. En un s<strong>en</strong>tido absoluto así debiera ser. Pero debemos<br />

<strong>en</strong>t<strong>en</strong>der bi<strong>en</strong> lo que Jesús nos quiere explicar. No son las manos ni los pies ni los ojos los que com<strong>en</strong>t<strong>en</strong><br />

pecado, sino nuestro corazón mal ori<strong>en</strong>tado.<br />

El pecado es destructivo y daña <strong>el</strong> alma, no podemos permitir que nos aleje de Dios. El apóstol<br />

Pablo <strong>en</strong> Colos<strong>en</strong>ses nos aconseja que hagamos morir todo aqu<strong>el</strong>lo que nos priva de vivir una nueva<br />

vida <strong>en</strong> Cristo.<br />

Hermanos y hermanas, la vida se pres<strong>en</strong>ta, a veces, ll<strong>en</strong>a de problemas, y puede resultar una carga<br />

muy dura <strong>para</strong> llevar. Por <strong>el</strong>lo, debemos estar siempre cerca de Dios, no <strong>para</strong> prescindir d<strong>el</strong> dolor, sino<br />

<strong>para</strong>, con su ayuda, sobr<strong>el</strong>levarlo mejor. Hagamos de la oración de la colecta nuestra propia oración.<br />

Que la realidad d<strong>el</strong> poder infinito de Dios, su misericordia y la pl<strong>en</strong>itud de su gracia se derrame sobre<br />

todos nosotros, <strong>para</strong> que así nos esforcemos y, con su ayuda, obt<strong>en</strong>gamos sus promesas.<br />

64

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!