11.05.2013 Views

Homilias para el Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en ...

Homilias para el Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en ...

Homilias para el Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Propio 23<br />

Amós 5, 6-7.10-15, Salmo 90, 1-8, Hebreos 3,1-6, Marcos 10,17-27<br />

La expresión, “¡<strong>el</strong> tiempo pasa volando!” es muy popular y la usamos a m<strong>en</strong>udo <strong>para</strong> hacer<br />

refer<strong>en</strong>cia al hecho de que a veces no logramos hacer lo que deseábamos, <strong>en</strong> <strong>el</strong> tiempo que disponíamos.<br />

El salmo nov<strong>en</strong>ta dice que nuestros días son como la hierba que pronto se marchita, que florece<br />

y crece por la mañana, por la tarde se corta y se seca. El salmo forma parte d<strong>el</strong> tema d<strong>el</strong> día. Todo es<br />

pasajero. ¿Dónde, pues, radica la auténtica sabiduría de la vida?<br />

El ser humano siempre se ha interrogado sobre <strong>el</strong> porqué de la vida. El ser humano ha estado<br />

transitando por este planeta durante millones de años, y nunca ha dejado de preguntarse; nunca ha<br />

dejado de buscar una respuesta al porqué de la vida. Se han dado muchas respuestas que algunos han<br />

llamado “sistemas filosóficos”. De vez <strong>en</strong> cuando vemos <strong>en</strong> <strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io personajes con la misma<br />

inquietud filosófica. Hoy, hay uno muy interesante. Veamos.<br />

El evang<strong>el</strong>io nos narra la historia de un hombre que, apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, estaba preocupado más que<br />

por la vida temporal, por la eterna. Esta persona vino y se hincó a los pies de Jesús. Quería saber qué<br />

debía hacer <strong>para</strong> alcanzar la vida eterna. Desde jov<strong>en</strong> había guardado y cumplido los mandami<strong>en</strong>tos de<br />

Dios. Debía ser una persona exc<strong>el</strong><strong>en</strong>te. Sabemos que no es fácil cumplir todos los mandami<strong>en</strong>tos.<br />

Sabemos cuánto hay que luchar <strong>para</strong> mant<strong>en</strong>ernos fi<strong>el</strong>es. Sin embargo, aquí t<strong>en</strong>emos a algui<strong>en</strong> ante<br />

Jesús que ha cumplido todos los mandami<strong>en</strong>tos desde su juv<strong>en</strong>tud. Por <strong>el</strong>lo, Jesús con ojos ll<strong>en</strong>os de<br />

cariño, le contestó: “Una cosa te falta; anda, v<strong>en</strong>de todo lo que ti<strong>en</strong>es y dás<strong>el</strong>o a los pobres. Así t<strong>en</strong>drás<br />

riquezas <strong>en</strong> <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o. Luego v<strong>en</strong> y sígueme. El hombre se afligió al oír esto; y se fue triste, porque era<br />

muy rico” (Mc 10, 21-22).<br />

No sabemos cuál fue la suerte de esta persona. Pero vemos que andaba esclava de las riquezas.<br />

Jesús le ofrecía un tesoro mucho más valioso, pero no supo reconocerlo. Esta persona bu<strong>en</strong>a, rica <strong>en</strong> la<br />

tierra, tal vez llegara pobre a las puertas d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o. Vemos aquí dos respuestas filosóficas difer<strong>en</strong>tes, la de<br />

Jesús y la d<strong>el</strong> rico. Esta persona había puesto toda su confianza <strong>en</strong> la seguridad que las riquezas pued<strong>en</strong><br />

ofrecer. Jesús, mucho más profundo, veía que las riquezas, son como la hierba que se seca, se pudre y<br />

desaparece.<br />

El profeta Amós se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> la corri<strong>en</strong>te divina. Nos pide que volvamos a Dios. Nos pide que<br />

busquemos y amemos <strong>el</strong> bi<strong>en</strong> y la justicia. El hombre rico apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te no pudo <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der <strong>en</strong> su<br />

corazón lo sugerido por Jesús. Así que se fue de su pres<strong>en</strong>cia muy afligido. Cuando Cristo miró a la<br />

g<strong>en</strong>te y a sus discípulos agregó: “¡Qué difícil va a ser a los ricos <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> <strong>el</strong> reino de Dios! Es más fácil<br />

<strong>para</strong> un cam<strong>el</strong>lo pasar por <strong>el</strong> ojo de una aguja, que <strong>para</strong> un rico <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> <strong>el</strong> reino de Dios” (Mc 10,<br />

23,25).<br />

Algunos pi<strong>en</strong>san que “ojo de una aguja” <strong>en</strong> este pasaje, se refiere a las puertas que había <strong>en</strong> las<br />

murallas que rodeaban a las ciudades de <strong>en</strong>tornes. Eran muy pequeñas <strong>para</strong> que algui<strong>en</strong> pudiera pasar<br />

por <strong>el</strong>las <strong>en</strong> un cam<strong>el</strong>lo. Podían <strong>en</strong>trar pero con mucha dificultad. Ante la consideración de Jesús, <strong>el</strong><br />

asombro de los discípulos no se hace de esperar. Se preguntaban, ¿quién podrá salvarse? Jesús<br />

contesta...”<strong>para</strong> los hombres es imposible, pero no <strong>para</strong> Dios, porque <strong>para</strong> él no hay nada imposible”<br />

(Mc 10, 27).<br />

La epístola a los Hebreos <strong>en</strong>seña que <strong>el</strong> pueblo de Dios ti<strong>en</strong>e a Jesús como <strong>el</strong> más grande apóstol<br />

y sacerdote. Ha sido fi<strong>el</strong> <strong>en</strong> todo y merece honor y gloria. Nosotros, como cristianos, debemos luchar<br />

por la salvación y la vida eterna que Cristo nos ha logrado por su muerte y resurrección. T<strong>en</strong>emos que<br />

apr<strong>en</strong>der a establecer prioridades <strong>en</strong> nuestra vida. El verso doce d<strong>el</strong> salmo pide al Señor que nos <strong>en</strong>señe<br />

a contar nuestros días, de tal modo que traigamos sabiduría al corazón. Si Dios nos ofrece riquezas,<br />

seamos g<strong>en</strong>erosos, agradecidos y nunca egoístas. No podemos comprar la salvación. Sólo por los<br />

méritos de nuestro Señor Jesucristo. Sólo la gracia de Dios nos puede salvar.<br />

66

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!