11.05.2013 Views

Homilias para el Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en ...

Homilias para el Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en ...

Homilias para el Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Propio 24<br />

Isaías 53, 4-12, Salmo 91, 9-16, Hebreos 4,12-16, Marcos 10, 35-45<br />

Acabamos de leer <strong>en</strong> la epístola que la palabra de Dios es viva y eficaz y más cortante que espada<br />

de dos filos; p<strong>en</strong>etra hasta la se<strong>para</strong>ción de alma y espíritu, articulaciones y médula, y discierne<br />

s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos y p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos d<strong>el</strong> corazón. No hay criatura oculta a su vista, todo está desnudo y<br />

expuesto a sus ojos. A <strong>el</strong>la r<strong>en</strong>diremos cu<strong>en</strong>tas. No podemos escapar de su s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cia. La palabra de Dios<br />

está con nosotros siempre. ¿Cómo podremos escapar a su juicio? Será mejor conducirnos según su<br />

dictado.<br />

Hay personas que afirman poder leer nuestra m<strong>en</strong>te y conocer nuestro futuro. En realidad sólo<br />

Dios conoce nuestro pres<strong>en</strong>te, nuestro pasado y nuestro futuro. Dios, con su palabra, puede llegar hasta<br />

lo más profundo de nuestro ser, sanar nuestras heridas y traer a nuestra vida la f<strong>el</strong>icidad que tanto<br />

necesitamos. Porque, con frecu<strong>en</strong>cia, buscamos la f<strong>el</strong>icidad donde no se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra. Asimismo lo<br />

hicieron los apóstoles, como veremos.<br />

El profeta Isaías nos da una visión muy real d<strong>el</strong> mesías, <strong>el</strong> ungido de Dios que vi<strong>en</strong>e a salvar a las<br />

ovejas perdidas. Isaías profetizó “<strong>el</strong> Señor cargó sobre él la maldad de todos nosotros” (Is 53, 6). La<br />

salvación que <strong>el</strong> mundo necesita se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> Cristo. Por Cristo podemos acercarnos confiadam<strong>en</strong>te<br />

a la pres<strong>en</strong>cia de Dios.<br />

El salmo nos ofrece la seguridad de saber que <strong>el</strong> Señor es nuestro refugio, que sus áng<strong>el</strong>es estarán<br />

con nosotros, que nos protegerán <strong>para</strong> que nuestros pies no tropiec<strong>en</strong>. Sin lugar a dudas, necesitamos<br />

la ayuda divina. Si no le abandonamos, Dios estará con nosotros siempre <strong>en</strong> nuestro caminar y sabremos<br />

qué nos convi<strong>en</strong>e y qué debemos pedirle.<br />

¿Hemos deseado alguna vez algo sin considerar los costos, o lo que significa obt<strong>en</strong>er tal cosa? El<br />

evang<strong>el</strong>io conti<strong>en</strong>e una historia que nos es familiar. Cu<strong>en</strong>ta cómo Santiago y Juan, hijos de Zebedeo,<br />

pid<strong>en</strong> a Jesús les dé algo muy específico. “Le dijeron: concéd<strong>en</strong>os que <strong>en</strong> tu reino glorioso nos s<strong>en</strong>temos<br />

uno a la derecha y <strong>el</strong> otro a tu izquierda. Jesús les contestó: ustedes no sab<strong>en</strong> lo que pid<strong>en</strong>” (Mc 10,37-<br />

38).<br />

Jesús, a su vez, quería saber si <strong>el</strong>los estaban dispuestos a beber <strong>el</strong> trago amargo, y a ser bautizados<br />

con <strong>el</strong> bautismo que él recibiría. Quería saber si su <strong>en</strong>trega era tal como <strong>para</strong> pasar por la humillación,<br />

<strong>el</strong> sufrimi<strong>en</strong>to y la muerte por los que Jesús iba a pasar.<br />

La expectativa de muchos seguidores de Jesús <strong>en</strong> aqu<strong>el</strong> tiempo era que <strong>el</strong> Mesías sería <strong>en</strong>tronizado<br />

gloriosam<strong>en</strong>te y v<strong>en</strong>cería a todos sus <strong>en</strong>emigos. Jesús nos rev<strong>el</strong>a que <strong>el</strong> plan de Dios es muy difer<strong>en</strong>te a<br />

los p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos humanos. La gloria, la fama y <strong>el</strong> poder terr<strong>en</strong>os son pasajeros y caducos. La gloria que<br />

Dios nos propone exige una transformación total y profunda. Como la semilla plantada <strong>en</strong> la tierra,<br />

desaparece pero al rato germina <strong>en</strong> algo b<strong>el</strong>lo y atractivo.<br />

Jesús señala <strong>el</strong> servicio a los demás como condición indisp<strong>en</strong>sable <strong>para</strong> obt<strong>en</strong>er la gloria y poder<br />

eternos. La petición de Santiago y Juan parece ser muy individualista y egoísta. Así lo vieron los demás<br />

discípulos que se <strong>en</strong>ojaron por <strong>el</strong> ev<strong>en</strong>to. Tal vez <strong>el</strong>los aspiraban a lo mismo. Tal vez se <strong>en</strong>fadaron por<br />

<strong>en</strong>vidia. En realidad la actitud de los otros diez no era mejor que la de Santiago y Juan.<br />

Dios no quiere que seamos pobres ni que vivamos <strong>en</strong> la miseria. Dios se alegra con nuestro<br />

bi<strong>en</strong>estar y progreso. Dios nos ha otorgado facultades <strong>para</strong> trabajar con <strong>el</strong>las y vivir cómodam<strong>en</strong>te. Sin<br />

embargo, no quiere que perdamos de vista que la vida es pasajera, que no somos más que turistas <strong>en</strong><br />

esta tierra.<br />

Dios quiere que sepamos que las leyes que rig<strong>en</strong> la vida d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o son muy difer<strong>en</strong>tes a las que se<br />

han establecido <strong>en</strong> este planeta. Dios quiere que apr<strong>en</strong>damos ya a vivir una vida divina, una vida de<br />

amor, una vida de auténtica conviv<strong>en</strong>cia basada <strong>en</strong> <strong>el</strong> amor y <strong>en</strong>trega a los demás. Para <strong>el</strong>lo, <strong>el</strong> mejor<br />

ejemplo a seguir, será siempre <strong>el</strong> de Cristo.<br />

67

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!