Untitled - citaREA

— 127 —
ios claveles y las clavelinas ó clavellinas, en el
lamaño, pudiendo ser las clavelinas sencillas, semidobles
y dobles, aunque no hasla el punió de necesitar
la rodaja de papel grueso que con el nombre
de golilla suele usarse para mantener recogidos
los pélalos de los claveles propiamente dichos,
y distinguidos á veces con el nombre de clavelones.
Dícese esto engolillar, y entre los claveles
que lo necesitan se cuentan los de mediano tamaño,
llamados reventones, así calificados porque,
en efecto, se les revienta el cáliz, dando lugar al
desorden de los pélalos. También se tienen por
reventones los claveles de cálices dobles, y de los
cuales el exterior debe abrirse para que se desarrollen
los pélalos contenidos en el interior. Hay
claveles cuyos pétalos son enteros, mientras que
otros los tienen recortados, festonados ó repiqueteados,
y estos se llaman serretas. Estímansc los
claveles prolíferos, es decir, los que tienen una
flor dentro de otra, y basta una tercera dentro de
la segunda, siempre que abran bien y se extiendan
perfectamente los pétalos. En cuanto al color varían
mucho los claveles, y además de los unicolores,
los hay listados ó rogados, con remiendos
de diversos colores, así como moteados, disciplinados
ó salpicados, diferenciándose entre sí, según
el número de colores. Una de las castas mas
antiguas en España es la de los claveles imperiales,
de color morado, indicada ya en libros escritos
en el siglo diez y seis. La duración de los claveles
es de doce años á lo mas, y muchos perecen