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cuando ya ................................ (revisar) someramente mi equipaje, un aduanero
italiano me ........................ (decir) que ............................ (tener) que enseñarle la
cartera. Yo ........................... (llevar) dos carteras, de las que ............................
(exhibir) una. El aduanero la ................................ (coger) y ............................
(comenzar) a sacar de ella una serie de objetos que a él no ...........................
(producirle) la menor extrañeza, pero que a mí me ............................ (dejar)
estupefacto: direcciones que yo no .......................... (recordar) a quién
........................... (referirse); tarjetas de señores a quienes seguramente yo no
....................... (ver) en la vida más que una vez, retratos, pelos de elefante. Por
último, ........................... (tomar) entre sus dedos un fajo de billetes y, después de
contarlo, me ...................... (decir) que yo no .............................. (poder) irme a
España con dos mil liras.
—Como no ........................... (poder) irme es sin ellas —...........................
(exclamar) yo. Dos mil liras ......................... (ser) unas 500 pesetas.
[...].
—Es que nadie ............................. (poder) salir de Italia con más de 500 liras
Entonces, y como yo sólo ........................ (tener) billete hasta Niza, se me
........................ (ocurrir) que ........................ (poder) invertir el exceso de mi dinero
en un billete a Madrid, pero me ............................ (decir) que en la taquilla no me lo
............................ (vender). ........................ (Faltar) únicamente unos diez minutos
para la salida del tren.
Aventuras de una peseta
Julio Camba
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