1. Llegando - Fieras, alimañas y sabandijas
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aún están encaramados a la roca, por lo que cae esporádicamente una lluvia<br />
marrón, a veces incluso desde seis metros de altura. En la confusión, muchos<br />
cangrejos pierden pie, caen al agua y son arrastrados por las olas.<br />
Cada una de estas hembras libera unos cien mil huevos. La superficie del agua<br />
se ha convertido en una espesa sopa marrón. Cuando el cielo empieza a aclararse<br />
por el este, los cangrejos se alejan de la orilla y emprenden el camino de retorno al<br />
bosque. Sólo quedan en la playa unos pocos rezagados. Aquí y allá, cuerpos inertes<br />
flotan sobre el agua y una gran parte de la playa está cubierta por una capa de<br />
granos marrones que no son de arena sino huevos. Un año más ha finalizado la<br />
extraordinaria puesta; a partir de ahora la progenie de los cangrejos, abandonada,<br />
ha de valerse por sí misma.<br />
Enormes cantidades de larvas son devoradas inmediatamente por los bancos<br />
de peces que nadan en torno a los arrecifes. Las morenas se acercan prácticamente<br />
hasta el borde del agua y se unen al festín. Los supervivientes son barridos mar<br />
adentro, donde peces más grandes que nadan con la boca abierta los capturan<br />
filtrando el agua. Están indefensos, a la deriva, van allá donde las corrientes y las<br />
mareas los llevan. Se alimentan recolectando pequeñas partículas del agua. Cada<br />
cierto tiempo mudan el fino caparazón y cambian de forma al hacerlo. Pero no<br />
pueden alcanzar el estado adulto definitivo y reproducirse si no llegan a tierra. La<br />
inmensa mayoría de ellos nunca lo consigue. Mueren sin haberse apareado y sin<br />
descendencia. Casi todos los años el conjunto de la puesta se pierde por completo.<br />
Sin embargo, más o menos cada seis años, un cambio favorable de las corrientes los<br />
devuelve a la isla de la que habían salido un mes antes, y en una marea alta de<br />
diciembre una horda de diminutos cangrejos no mayores que hormigas emerge<br />
súbitamente de las olas y se dirige decididamente tierra adentro para repoblar el<br />
bosque.<br />
La estrategia reproductiva del cangrejo terrestre es sumamente derrochadora,<br />
pero tiene éxito. Los innumerables peligros a los que se enfrentan las crías –los<br />
peces depredadores, el albur de las corrientes, la inexistencia de islas en<br />
muchísimos kilómetros a la redonda– se superan gracias a la presencia de un<br />
número ingente de ellas. Pero el coste es inmenso. Una hembra vive unos diez años<br />
y produce alrededor de un millón de huevos. Casi todos ellos mueren en el lapso de<br />
dos semanas después de la puesta. Pero sólo con que dos de ese millón alcancen la<br />
edad adulta, se mantendrá la población de cangrejos terrestres de la isla Christmas.<br />
Este método tan pródigo de reproducción lo utilizan muchos animales de<br />
muchos tipos. Una sola hembra de bacalao produce seis millones de huevos en cada<br />
freza. En tierra hay insectos que siguen la misma estrategia. De una hembra de<br />
mosca de la fruta, tan sólo por su pequeño tamaño, no puede esperarse que<br />
produzca huevos en cantidades astronómicas como el bacalao, pero aún así pone<br />
dos mil por temporada en grupos de cien. Sin embargo, los verdaderos productores<br />
de enormes cantidades de huevos son los animales más sencillos que viven en el<br />
mar, como son corales, medusas, erizos de mar y moluscos. El campeón de todos<br />
ellos, tanto en el mar como en tierra, es casi con seguridad la Tridacna. Esta almeja<br />
gigante puede expulsar hasta mil millones de huevos en un monumental chorro. Y<br />
realiza tan desmesurado acto reproductivo anualmente durante treinta o cuarenta<br />
años.<br />
Sin embargo, hay otra opción que no es el despilfarro. Una hembra, en lugar