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1. Llegando - Fieras, alimañas y sabandijas

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irritante.<br />

El tritón espinoso de China realiza las mismas contorsiones para advertir a los<br />

que le amenazan y añade una propia: si se siente obligado a soltar veneno, lo hace<br />

al instante apretando las costillas hacia afuera con tal fuerza que le atraviesan la<br />

piel y abren las glándulas del veneno.<br />

El veneno más letal de todos los anfibios lo segregan las ranas veneno de flecha<br />

que se desplazan sobre las hojas acumuladas en el suelo de la selva tropical<br />

sudamericana. Confían tanto en sus defensas que en ningún momento intentan<br />

esconderse. Algunas son rosa brillante, otras negras y amarillas, verde manzana o<br />

marrón con manchas azul metálico. Una diezmilésima de gramo de su veneno es<br />

suficiente para matar a un hombre. Tal virulencia les defiende de gran número de<br />

atacantes, pero les supone la muerte a manos del hombre. Los indios que habitan<br />

en la selva las capturan y las asan sobre el fuego para que gotee el veneno de la piel;<br />

este veneno lo recogen en un recipiente y untan con él las puntas de sus flechas y<br />

dardos de cerbatana. Se necesita tan poco, que una pequeña rana de tres<br />

centímetros de longitud da suficiente veneno para cincuenta flechas.<br />

Pocos mamíferos tienen defensas químicas. La mofeta es una excepción: tiene<br />

unas glándulas justo debajo de la cola que producen notables cantidades de un<br />

líquido maloliente. Quizás habrá quien piense que el mal olor no detendrá a un<br />

depredador hambriento, pero cualquiera que haya recibido una rociada completa<br />

de una mofeta sabe muy bien que es inaguantable. El hedor es tan intenso que la<br />

persona se siente gravemente enferma –y a veces lo está–. Si una pequeña cantidad<br />

va a parar a la ropa, habrá que destruirla; si entra en el ojo, puede perderse la<br />

visión durante varias horas.<br />

Como las ranas, la mofeta hace lo que puede para evitar enfrentamientos no<br />

deseados exhibiendo llamativas señales de alerta consistentes en marcadas franjas<br />

blancas y negras. En América hay diferentes especies, cada una de ellas con su<br />

combinación característica de franjas y manchas. Todas advierten de su carácter<br />

haciéndose visibles y ondeando su peluda cola. La pequeña mofeta moteada ofrece<br />

una representación especialmente impresionante. Primero patea vigorosamente el<br />

suelo con las patas de delante y eleva la cola; al acercarse uno más, hace la vertical,<br />

manteniendo las patas traseras en el aire y dirigiéndole la cola por encima de la<br />

cabeza; si esto no es suficiente, se vuelve a poner de cuatro patas le muestra a uno<br />

la parte posterior y lanza el líquido. El chorro puede alcanzar fácilmente dos metros<br />

de distancia; con el viento a favor llega una cantidad más que suficiente a veinte<br />

metros. Estos ataques no pueden evitarse aproximándose por un lado; la mofeta<br />

tiene dos glándulas, y no sólo puede variar la fuerza del chorro según dónde se<br />

encuentre el posible agresor, sino que puede girar el pulverizador de la glándula<br />

para lanzar el chorro oblicuamente. Esta defensa es tan eficaz que ningún animal<br />

caza mofetas; cosa que las mofetas parecen saber a juzgar por la desenvoltura y<br />

tranquilidad con que se dedican a sus asuntos.<br />

Para que sean efectivas, estas advertencias deben ser comprendidas por<br />

animales de todo tipo. Los anfibios advierten a los mamíferos, los insectos a las<br />

aves, los mamíferos a los reptiles. Por lo tanto, los códigos que se utilizan tienen<br />

valor casi universal. Los motivos a base de negro y amarillo son de los más<br />

comunes. No sólo lo exhibe una especie de rana veneno de flecha, sino también la<br />

salamandra común, orugas de mariposas nocturnas con pelos urticantes, un

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