1. Llegando - Fieras, alimañas y sabandijas
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3. ENCONTRANDO COMIDA<br />
Los animales tienen que matar para comer. A diferencia de las plantas, no<br />
pueden construir su cuerpo únicamente a base de minerales tomados de la tierra y<br />
gases extraídos del aire. Tienen que comer plantas. Algunos las consumen<br />
directamente; otros lo hacen indirectamente, devorando a los animales que comen<br />
plantas. Ni las plantas ni los animales consienten que se les coma. Por lo tanto,<br />
para un animal, encontrar su alimento puede ser una dura y constante prueba.<br />
Algunas plantas, sobre todo hierbas, pueden consumirse sin mucha dificultad y<br />
con poco esfuerzo, pero muchas otras se defienden. Esto se hace muy evidente si<br />
uno se encuentra hambriento en una pluviselva tropical. Está rodeado por el<br />
conjunto más abundante y variado de plantas del mundo, por lo que, aquí más que<br />
en ningún otro lugar, debería ser fácil recolectar una comida vegetariana. Pero los<br />
troncos y tallos del entorno están armados con tremendas espinas y garfios; las<br />
raíces están llenas de veneno; las hojas, repletas de pinchos. Entonces uno se da<br />
cuenta de que alimentarse a base de plantas puede requerir habilidad y<br />
conocimientos.<br />
Los animales herbívoros, poseen ambas cosas. Los monos lanudos consumen<br />
sobre todo hojas y pasan largas horas cada día sentados en las copas a treinta o más<br />
metros de altura, cogiendo hojas y llenándose la boca con ellas; pero no lo hacen de<br />
cualquier manera: examinan cada hoja, volviéndola, oliéndola a veces, desechando<br />
una, quedándose otra. Están obligados a hacer esto porque la mayor parte de los<br />
árboles de la selva se protegen contra los atacantes mediante una savia venenosa.<br />
El veneno aparece un poco después de que la hoja haya brotado, por lo que los<br />
monos pueden evitar sus peores consecuencias si sólo comen hojas jóvenes. Pero<br />
aun así no pueden eludirlas por completo y al cabo de un rato su estómago ya no<br />
puede tolerarlo; entonces abandonan ese árbol y se instalan en otro de una especie<br />
diferente, cuyas hojas también tendrán su propia toxina, pero como será algo<br />
distinta desde el punto de vista químico, los monos podrán tomar otra ración de<br />
hojas.<br />
Algunas plantas tienen venenos más virulentos. El algodoncillo de América del<br />
Norte al dañarse exuda una savia lechosa que al salir se solidifica y ayuda a reparar<br />
la herida. También protege a la planta de una forma más general pues tiene un<br />
gusto tan amargo y es tan venenosa que muchos animales no se la comen. Las<br />
vacas, los ciervos y los caballos ni la tocan, pero algunos insectos han encontrado la<br />
manera de comerse las hojas. Los escarabajos, cuando aterrizan en una, cortan<br />
inmediatamente el nervio central. El látex fluye de la herida y cae al suelo sin<br />
representar ningún peligro; el escarabajo entonces puede comer los tejidos que<br />
están por encima del corte a los que el látex ya no puede llegar. Algunas especies de<br />
orugas no sólo cortan el nervio de esta manera sino que recortan un círculo por la<br />
parte inferior de la hoja y sólo se alimentan detrás de este foso protector.<br />
Las orugas de la mariposa monarca, pueden alimentarse del algodoncillo sin<br />
tomar esas precauciones. Junto con muy pocos insectos más han adquirido<br />
inmunidad al veneno. Este notable logro bioquímico representa ventajas<br />
importantes. Como casi todos los demás animales rehuyen el algodoncillo, las<br />
orugas de la mariposa monarca tienen toda la hoja para ellas. Además, almacenan