El gesto autobiográfico. Un recuerdo infantil de Reinaldo. - Estudios ...
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ES I U*DIOS. R€tista <strong>de</strong> lnrestigaciores Literarid y Cultur¡les. h"'20121. Cdacas, ago!. 2002,j un. 2001, pp 347-374<br />
EL GESTO AUTOBIOGRÁFICO.<br />
UN RECUERDO INFANTIL DE REINALDO<br />
Jlvrrn Gunnnrno<br />
<strong>Un</strong>iversidad Simón Bolívat, Caracas<br />
En su esludio sob¡e la autobiografia en Hispanoamóric4 Sylvia Moltoy apunta la posibilidad <strong>de</strong> que<br />
individualida<strong>de</strong>s excluidas por las insiituciones aurobiográficas tengan que recu¡rir a estraregias ingeniosas<br />
para manipular textos inaccesibl€s y lograr lo que <strong>de</strong>fino como "<strong>gesto</strong> aurobiografico". A panir <strong>de</strong> esta<br />
observación, analizo algünos rexros <strong>de</strong> <strong>Reinaldo</strong> Arcnas. escritor cubano que {<strong>de</strong>s)dibuja. en una continua<br />
y alucinanie forma, tos bor<strong>de</strong>s tradicionales <strong>de</strong> la autofiguración. Su compulsión por una escritura<br />
"personal' , aun cuando imbuida en la rnás fantásrica <strong>de</strong> las fábulas, propone una i<strong>de</strong>ntidad 'btra' que<br />
<strong>de</strong>sfigura y subvierte la práctica autobiográ.fic¿ canónica, cua¡do c¡istaliza una leoía ahema <strong>de</strong> la<br />
autonepresentación- A ravés <strong>de</strong> diferenres inrefexrualida<strong>de</strong>s con el artisra lJonardo, presentes en la<br />
propia narrativ¡ <strong>de</strong> Arenas, mi artículo pone <strong>de</strong> retieve la (con)fusión vida-palabra que rige la propuesra<br />
autofigurativa <strong>de</strong>l autor. Celestino antes <strong>de</strong>l alba, <strong>El</strong> mundo alucinante. Viaje o Lj Habana y Antes que<br />
anochezca forman pane <strong>de</strong> diferentes formas escritu¡ales. Como "la mala <strong>de</strong> manos" <strong>de</strong> Et mundo<br />
alucinante.la escllntra <strong>de</strong> Arenas es!í estmtégica y convenienremete anavesada por registros y estiios<br />
disímiles, trazados por manos "diferentes" e inrercambiables que inscriben la posibilidad y la necesidad <strong>de</strong><br />
Palabras clave: au¡obiografía, liteÉtu¡a cubana. <strong>Reinaldo</strong> Arenas.<br />
THE AUTOBIOGRAPHICAL GESTURE: A MEMORY FROM R.EINALDO'S CIüLDHOOD.<br />
In her study of autobiography in Hispanic America, Sylvia Molloy points our that outsi<strong>de</strong>rs ro literary<br />
institutions adopi ingenious resources to manipulate inaccessible texts and in úis way achieve the<br />
"autobiographical gesture". This aticle analyzes leveral rexrs by <strong>Reinaldo</strong> Arenas, ro see how he<br />
constructs and <strong>de</strong>constructs his aurobiogmfical persona. We look at his compuision fora "personal" writing<br />
thal is almosr a fantallic fable. thar disfigures and subvens rhe canonical autobiographical pracrice, and<br />
proposes an allemale üeory of (s€lf) representation.<br />
Key words: Autobiog¡aphf Cuban Literature, <strong>Reinaldo</strong> Arenas.<br />
Tradicional ha sido la lectura <strong>de</strong> las diversas prácticas autobiográficas como<br />
relatos autorizados que exponen la existencia individual, sin cuestiona.r la analogía<br />
que hay entre vida y autorrepresentación. Esta aparente legitimación <strong>de</strong> la voz,<br />
opuesta a la noción <strong>de</strong>rri<strong>de</strong>ana <strong>de</strong> escritura, <strong>de</strong>fine -a mi juicio- el principal<br />
problema que ha enfrentado esta p¡áctica autor¡eflexiva. A pesar <strong>de</strong> que Paul <strong>de</strong> Man<br />
(1991) <strong>de</strong>ja atrás las consi<strong>de</strong>raciones y acercamientos que toman en cuenta su<br />
construcción como género y por lo tanto su distinción en relación a la ficción, para<br />
347
plantear quc la autobiografía es una figura <strong>de</strong> lectura o <strong>de</strong> comprensión posible en<br />
todo texto, también alerta sobre la reversibilidad <strong>de</strong> la sentencia, haciendo explícita<br />
su inestabilidad para luego emba¡carse en su problemática central: la imposibilidad<br />
autofigurativa. Este razonamiento niega tajantemente la lectura inicial y <strong>de</strong>sautoriza<br />
las prácticas autobiográficas, <strong>de</strong>splazándolas a un territorio propiamente escritural.<br />
Consi<strong>de</strong>rada aho¡a como representación, logra borrarse la compulsión genérica -con<br />
sus m¿fcas estilísticas e históricas estables- y se subraya tanto su necesidad como<br />
su directo ftacaso como discurso transparente <strong>de</strong> verdad y autor-idad.<br />
La práctica autobiográfica canónica, caracterizada Por la conducta ejemPlarizante,<br />
la autoridad grandilocuente y la progresión lineal <strong>de</strong> lo "vivido" ha permitido la<br />
ilusión lectora que a su vez ha hecho posible consi<strong>de</strong>ra¡ la autobiografía como el<br />
producto mimético <strong>de</strong> un referente. Correspon<strong>de</strong> a Dilthey, según l-oureiro, el<br />
plantearse por primera vez la autobiografía como "[...] una forma esencial <strong>de</strong><br />
iomprensión <strong>de</strong> los principios organizativos <strong>de</strong> la experiencia' <strong>de</strong> nuestros modos <strong>de</strong><br />
interpretación <strong>de</strong> la realidad histórica en que vivimos" (1991: 6). Definición<br />
logocéntrica y excluyente que traigo al texto para llamar la atención sobre la potente<br />
ilusión referencial que la autobiografía tradicionalmente ha suscitado, a diferencia <strong>de</strong><br />
otras prácticas incluso más ligadas a una representación diegética y mimética a la vez'<br />
<strong>El</strong> autorretrato ha sido recurrente en la pintura y, acePtando sus diferencias, pue<strong>de</strong><br />
consi<strong>de</strong>rarse como la extrapolación <strong>de</strong> la práctica autobiográfica en la disciplina<br />
pictórica. Quisiera proponer dicho Paralelismo' pues <strong>de</strong> esta manera, podrían<br />
ilust¡arse los problemas <strong>de</strong> autorreplesentación que refiero, Para así iniciar mi estudio<br />
concreto sobre la escritura autofigurativa <strong>de</strong> <strong>Reinaldo</strong> Arenas'.<br />
En líneas generales, y más allá <strong>de</strong> la información que pueda apoftarnos acerca <strong>de</strong><br />
sus autores. el autorretrato es leído como escritura, como un producto estético que<br />
a<strong>de</strong>más inscribe su autoría en el corpus.Bn este sentido, es interesante observar que,<br />
a diferencia <strong>de</strong> lo que ocurre con las autobiogafías, la cítica no suele consi<strong>de</strong>ra¡lo<br />
como una producción marginal, sino como Parte <strong>de</strong> la propia obra <strong>de</strong> un artista, que<br />
inclusive llega en algunos casos a ocupír un segmento consi<strong>de</strong>rable <strong>de</strong> su producción<br />
(pensemos, por ejemplo, en los innumerables rostros pintados <strong>de</strong> Frida Kahlo) o a<br />
materializar una propuesta estética (la distancia entre lePresentación y referente o la<br />
lEntfelasobfas<strong>de</strong>Arenas<strong>de</strong>staca¡suPentagoníacompu€stapollas¡oye|as.Celestinoanksdclalba<br />
(1965), Et palacio <strong>de</strong> lat blanquísimas ñofe¡as (1975)' Otto wz el wY (19ar, EI rclot d¿l veruno<br />
(1990:) y EI asatto (lg9l ). También ha publicado, <strong>El</strong> mundo aluc¡nonte (1969) y lliaje a Ia Habaw<br />
(1990). En 1980, sale por el puero <strong>de</strong> Mariel junto a un g¡upo nuñe¡oso <strong>de</strong> cubanos y llega a Miami,<br />
dond€ r€si<strong>de</strong> por algún tiempo. Posteriormente. se traslada a New York' infecuándose <strong>de</strong> vlH y en<br />
1990, pone fin a su vida suicidándose. Su autobiog¡afía Antes que anoclEzco (f992)' fue una<br />
publicación póstuma y ha sido llevada al ciÍe con e\ titulo Before niSht falls (2000) por el directo¡<br />
Julian Sch¡abel. A¡eías ha publicado también Poesía' ensayos. cuentos y alguna pieza teatral Sus<br />
Íianuscritos y originales reftosan en la <strong>Un</strong>iversidad <strong>de</strong> Princeton (New Jersey)<br />
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artificialidad <strong>de</strong> toda representación). Cosa aún más evi<strong>de</strong>nte cuando se rata <strong>de</strong><br />
autorreúatos fotog¡áficos. don<strong>de</strong> la ilusión referencial está prescnte, pcro para<br />
potenciar la contextura escritural <strong>de</strong> la imagen,<br />
Las estrategias autorepresentativas que reconocemos en algunos famosos<br />
autorTetatos inscriben y exhiben rastros y rasgos aulorales en sus textualida<strong>de</strong>s. Y, a<br />
pesa-r d9 sus diferencias, reproducen una cierta estructura más o menos canónica <strong>de</strong>l<br />
género: representación media <strong>de</strong>l cuerpo (busto), mi¡ada frontal o lateral, figum<br />
humana como objeto central <strong>de</strong> la imagen. Sin embargo, en aquellos casos en que se<br />
verifica una ruptura con las coñdiciones estilísticas tradicionales la representación<br />
parece reclamar una lectura que contemple la inscripción autoral al mismo tiempo que<br />
se exhibe un <strong>gesto</strong> autorrepresentativo.<br />
Pensemos en el conocido caso <strong>de</strong> Ia pintura <strong>de</strong> Leona¡do Da Vinci; en su<br />
autorretrato. pero también en otros lienzos que han sido calificados como tales a pafir<br />
<strong>de</strong> la luz que la legendaria y misteriosa persona <strong>de</strong>l pintor ha arrojado sobre ellos. La<br />
¡elación entre algunos <strong>gesto</strong>s autofigurativos <strong>de</strong> sus retratos con la presencia <strong>de</strong><br />
Leona¡do ha permitido, en algunos casos, bor¡a¡ la ¡eferencjalidad <strong>de</strong> los mismos y<br />
observar en ellos una imagen <strong>de</strong>finitivamente especular. Giorgio Vasari al comentar<br />
el retrafo <strong>de</strong> Mona Li.r¿ apunta:<br />
Los ojos tienen ese lustre y brillo acuoso que se ve siempre en la vida real; en<br />
tomo a ellos hay algunos toques <strong>de</strong> rojo y las pestañas, que no se pue<strong>de</strong>n<br />
representar si no es con la mayor <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za [,..] La nariz, con sus ventanas,<br />
magníficamente pintadas, losadas y tiemas, parece una cosa viva. La abe¡tura <strong>de</strong><br />
la boca , unida por el rojo <strong>de</strong> los labios a las camaciones <strong>de</strong>l rostro, no parece esta¡<br />
coloreada, sino que causa la impresión <strong>de</strong> came viva (en Clark, 2000: 91).<br />
Pero es Kenneth Cli;[k, expeno en Leonardo, quien comenta: "<strong>El</strong> retrato <strong>de</strong> Mona<br />
Lisa está tan colmado <strong>de</strong>l daimon <strong>de</strong> Leonardo que se nos olvida pensar que<br />
reproduce -con un parecido exraordinario- los rasgos <strong>de</strong> una joven dama<br />
florentina <strong>de</strong> veinticuaro años <strong>de</strong> edad" (Cla¡k, 2000: 92-93). Igualmenre Freud, se<br />
¡efiere a tal reproducción en los siguientes términos:<br />
Marie Her¿feld tiene sin duda en mente algo por entero parecido cuando sostiene<br />
qlue, en Mora ¿isa, Leonardo se enconttó a sí mismo y por eso le fue posible<br />
introducir tanto <strong>de</strong> su propio ser en la imagen cuyos rasgos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> siempre se<br />
situaron en ra¡a simpatía <strong>de</strong>ntfo <strong>de</strong>l alma <strong>de</strong> Leonardo (Freud, 1988: 103).<br />
Esta relación que encuentra Clark erftre Mona tisa y el "alma ' leonar<strong>de</strong>sca nos<br />
permite ilustra¡ cómo a panir <strong>de</strong> producciones textuales no canónicas y autoritarias,<br />
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pucdc practicarse una lectura que tome en cuenta las diversas y muy disdntas<br />
cstrategias <strong>de</strong> autorepresentación. No se trata, entonces, <strong>de</strong> borra¡ las marcas<br />
autobiográficas o <strong>de</strong> leer, como lo hacemos en cualquier otra novela, sino <strong>de</strong><br />
colocamos en la periferia y observar cómo, más que una autobiografía canónicagrandilocuente-hegemónica,<br />
estos textos "personales" pue<strong>de</strong>n construirse a partir <strong>de</strong><br />
<strong>gesto</strong>s <strong>autobiográfico</strong>s, modalida<strong>de</strong>s altemas don<strong>de</strong> a pesar <strong>de</strong> todos los dispositivos<br />
ilusionistas activados. prevalece la noción <strong>de</strong> escritura. Es más: incluso los textos<br />
autorizados experimentarían el fracaso, su imposibilidad autobiográfica, al ser leídos<br />
como rcpresentaciones marginales <strong>de</strong>splazadas.<br />
Dejada atrás la posibilidad <strong>de</strong> verificar la correspon<strong>de</strong>ncia o por Io menos el<br />
pafecido <strong>de</strong>l sujeto textual con la persona representada' Philippe Léjéune continúa<br />
contraponiendo las nociones <strong>de</strong> autobiografía y <strong>de</strong> novela autobiográfica,<br />
entendiendo por esta última<br />
[...] todos los textos <strong>de</strong> ficción en los cuales el lector pue<strong>de</strong> tener razones para<br />
sospechar, a pafir <strong>de</strong> parecidos que cree percibir, que se da una i<strong>de</strong>ntidad entre el<br />
autor y el personaje, mientras que el autor ha preferido negar esa i<strong>de</strong>ntidad o, al<br />
menos. no afirmarla. Definida <strong>de</strong> esta manera, la novela autobiográfica engloba<br />
tanto las nanaciones personales (en las que hay i<strong>de</strong>ntidad entre el narrador y el<br />
personaje) corno las naraciones "impersonales" (personajes <strong>de</strong>signados en tercera<br />
persona), y se <strong>de</strong>fine por su contenido. A diferencia <strong>de</strong> la autobiografía, implica<br />
gradaciones (Léjéune, l99l: 52).<br />
Más a<strong>de</strong>lante, enfatiza su afirmación al comentar que "La autobiografía no<br />
conlleva gradaciones: o lo es o no lo es" (Léjéune, 1991: 52). Me interesa en este<br />
momento afirmar cómo a pesar <strong>de</strong> po<strong>de</strong>¡ "solucionar" problemas tan arraigados en<br />
este tipo <strong>de</strong> representaciones como lo es la ilusión referencial, la autobiografía -para<br />
el Léj¿une <strong>de</strong> este escrito- sigue siendo una noción monolítica, no <strong>de</strong>sautorizada que<br />
se mantiene acordonada al género y a la ilusión ejemPlarizante y po<strong>de</strong>rosa. Sin<br />
embargo, es el pacto <strong>autobiográfico</strong> lo que interesa profundamente a Léjéune y lo<br />
<strong>de</strong>fine como la afirmación textual <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>ntidad autor-narrador-personaje que<br />
finalmente envía al lector al nomb¡e <strong>de</strong>l autor escrito sobre la portada. A Partir <strong>de</strong> este<br />
pacto, el autor -siguiendo algunos preceptos <strong>de</strong> Genette- intenta esbozar las<br />
diversas combinaciones posibles <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>ntidad. <strong>Un</strong>a vez <strong>de</strong>finidas las<br />
combinaciones susceptibles a la novela y la autobiografía, halla un lugar<br />
in<strong>de</strong>terminado que nombra "Pacto 0" y que explica <strong>de</strong>finiéndolo como el lugar don<strong>de</strong>:<br />
"[...] no sólo el personaje no tiene nombre, sino que el autor no propone pacto alguno,<br />
ni <strong>autobiográfico</strong> ni novelesco. La in<strong>de</strong>terminación es total" (Iéjéune, 1991: 54).<br />
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Este "limbo in<strong>de</strong>terminado" es tal vez lo suficientemente ambiguo como para que<br />
podamos <strong>de</strong>splazarnos <strong>de</strong> un registro al ot¡o sin violar lo pactado, problema<br />
recurente en Ia autobiografía. <strong>El</strong> continuo movimiento entre lo "novelesco" y lo<br />
"<strong>autobiográfico</strong>" permitiría compren<strong>de</strong>r lo que pue<strong>de</strong> llamarse <strong>gesto</strong> autobiogáfico,<br />
ese bo¡<strong>de</strong> escritural que sin dudas negocia con lo hegemónico pero quc practica<br />
modalida<strong>de</strong>s autorrepresentativas altemas, estrategias <strong>de</strong> la diferencia. No oivi<strong>de</strong>mos<br />
que Paul <strong>de</strong> Man consi<strong>de</strong>ra que la distinción entre ficción y autobiografía es<br />
sencillamente "in<strong>de</strong>cible".<br />
A partir <strong>de</strong> este corpus teórico me interesa lograr una aproxirnación a <strong>Reinaldo</strong><br />
Arenas y trabajar textos muy diversos acentuando mi interés en las también muy<br />
diferentes modalida<strong>de</strong>s autorepresentativas que, como <strong>gesto</strong>s, se advierten en este<br />
escritor cub¿mo. Igualmente, me interesa en alguno que ot¡o punto, relacionar su<br />
escritura con su género sexual, sus posiciones políticas y algunos momentos<br />
históricos concretos que así fueran necesarios. Leer a <strong>Reinaldo</strong> A¡enas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />
noción amplificada <strong>de</strong>l "pacto 0" <strong>de</strong> I-éj¿une, podía ser propicio ya que en este<br />
escritor se observa claramente el cambio continuo <strong>de</strong> registros y, sin duda, <strong>de</strong>l lugar<br />
o lugares <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> se habla.<br />
No obstante, antes <strong>de</strong> entar <strong>de</strong> lleno en <strong>Reinaldo</strong> Arenas me permitiré un último<br />
comentario ligado a la teoría.<br />
Pareciera ser obligatorio, para todo texto crítico que se a<strong>de</strong>ntre en el problema <strong>de</strong><br />
la autobiografía, la exposición <strong>de</strong> criterios o rzvones por las cuales los textos<br />
autobiogriíñcos han sido seleccionados como indagaciones autofigurativas; es <strong>de</strong>cir,<br />
respon<strong>de</strong>r a la pregunta <strong>de</strong> cuiíles han sido las pistas discursivas (o más bien<br />
extradiscursivas) que nos han llevado a pensar que tal o cual relato pueda ser<br />
efectiyamente <strong>autobiográfico</strong>. Paul <strong>de</strong> Man, una vez emprendida su incursión en los<br />
tres ensayos <strong>de</strong> Wordsworth, plantea brillantemente la siguiente premisa: "No se<br />
necesitan extensas consi<strong>de</strong>raciones para poner <strong>de</strong> relieve los componentes<br />
<strong>autobiográfico</strong>s <strong>de</strong> un texto que, <strong>de</strong> manera compulsiva, pasa <strong>de</strong> ser sobre epitafios a<br />
ser él mismo un epitafio y, más específicamente, la propia inscripción monumental o<br />
autobiografía <strong>de</strong>l auto¡'' (1979: ll5).<br />
De Man ---con una sola oración y centrándose en la especificidad <strong>de</strong> su estudio<strong>de</strong>spacha<br />
la necesidad recu[ente <strong>de</strong> justificar el valor autobiogriífico <strong>de</strong>l texto,<br />
oto¡gándole mayor peso a su lectura que a su (im)posible verificación, <strong>de</strong>spidiéndose<br />
<strong>de</strong>finitivamente <strong>de</strong> una práctica esencial <strong>de</strong> la crítica canónica acerca <strong>de</strong> la<br />
autobiografía: la labor <strong>de</strong>tectivesca. Mi lectura plantea que mínimos indicios <strong>de</strong><br />
autofiguración son suficientes para poner en práctica un estudio que tenga en cuenta<br />
la necesidad autonepresentativa, más aún cuando he elegido trabajar con <strong>Reinaldo</strong><br />
A¡enas, cuya obra está compulsivamente plagada <strong>de</strong> <strong>gesto</strong>s <strong>autobiográfico</strong>s. Sin<br />
embargo, cualquier estudio pudiera aventurarse a plantea.r lecturas simila¡es en textos<br />
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don<strong>de</strong> no hallemos mayores pistas autobiogrííficas o en aquellos otros que, por el<br />
contrario, nieguen su posible autorreferencialidad. Queda claro que una vez más<br />
comparto la visión <strong>de</strong>maniana, la cual incluyc simultáneamenle figuración y<br />
<strong>de</strong>sfiguración, obligiíndome a ir tras ia búsqueda <strong>de</strong> aquellas estrategias textuales que<br />
manejan con hilos invisibles, sin imponar su conciencia. tales representaciones<br />
auto¡ales.<br />
<strong>Un</strong> <strong>recuerdo</strong> <strong>infantil</strong> <strong>de</strong> <strong>Reinaldo</strong>...<br />
Leonardo, en uno <strong>de</strong> sus cua<strong>de</strong>rnos <strong>de</strong> ¿puntes -único testimonio sobre su juventud<br />
que según Clark se ha encontrado en tales escritos- comenta un <strong>recuerdo</strong> onírico o<br />
quizás un sueño que a continuación reproduzco:<br />
"Entle los r€cuerdos más lejanos que conservo <strong>de</strong> mi niñez, cuando me hallaba en<br />
la cuna, me pareció que un milano <strong>de</strong>scendía sobre mí, me abría la boca con su<br />
cola y me sacudía varias veces con ella enÍe mis labios. y ese [aña<strong>de</strong>l parece ser<br />
mí <strong>de</strong>stino" (en Clark, 2000: l5; el subrayado es mío).<br />
Freud se apropia <strong>de</strong> este "<strong>recuerdo</strong>" para empren<strong>de</strong>r un estudio psicoanalítico<br />
sobre Leonardo, en el cual, ent¡e otros elementos, <strong>de</strong>scubre la perversión homosexual<br />
<strong>de</strong>l a.rtista a pa¡tir <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo simbólico <strong>de</strong>l <strong>recuerdo</strong> onírico. Sin embargo. como<br />
advierte James Strachey en una edición <strong>de</strong> las obras completas <strong>de</strong> Sigmund Freud', el<br />
psicoanalista partió <strong>de</strong> una traducción inexacta en la cual la palabra italiana mílqno'<br />
se tradujo con el término alemán geier, que significa "buitle". Este <strong>de</strong>talle es<br />
significativo para el trabajo <strong>de</strong> Freud, pucs a partir <strong>de</strong>l elemento "buitre" <strong>de</strong>sanolla<br />
toda una simbología fundamental que sostiene parte <strong>de</strong> su estudioo. Sin embargo, más<br />
M¿ ¡efi€m a ¡a no¡a introducto¡ia y a las noras al pie que acompañan a "U¡l <strong>recuerdo</strong> <strong>infantil</strong> <strong>de</strong><br />
l-¿onardo da Vinci" (Freud, 1988: 55-127).<br />
"Ave rapaz diuma <strong>de</strong> ias r€giones temp¡adas: et milano es la más cruel <strong>de</strong> las avet <strong>de</strong> presz lPequeño<br />
IÁwusse ílustrado , 683\.<br />
Según James St¡achey, la incorporación por pa¡e <strong>de</strong> Freud <strong>de</strong> la not¡ al pie sobre el <strong>de</strong>scubrimiento<br />
hecho por Oskar mster data <strong>de</strong> I¿ vr rsión publicada en 1 9l 9. En ella, Freud refiere que el investigador<br />
pudo hallar los contomos <strong>de</strong>l buit¡e <strong>de</strong>l ¡ecuerdo <strong>de</strong> borlardo -símbolo <strong>de</strong> Ia matemidad- e¡tre ¡as<br />
figuras <strong>de</strong>l cu¿dro.Santd Ana, la wrqen y el niño. Es evi<strong>de</strong>nre que, como bien m€nciona Súachey, una<br />
vez <strong>de</strong>stacado el eror involuntario <strong>de</strong> Freud, <strong>de</strong>b€ abandonarse la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l pájaro pues se trataría <strong>de</strong><br />
un bütre, no asemejá¡dose pa¡a nada a un milano (57). Sin embargo, en lo que se refiere a lronardo,<br />
Strachey afinna que aún habiendo incurrido en un error. el estudio no alecta su esencialid¿d: "1...1 Ia<br />
ñinuciosa reconstrucción <strong>de</strong> la vida emocional <strong>de</strong> l¡ona¡do a pafir <strong>de</strong> sus primeros años, la<br />
<strong>de</strong>scripción <strong>de</strong>l co¡flicto entre sus impulsos artísticos y científicos, el análisis p¡ofundo <strong>de</strong> su historia<br />
ps!cosexüal" (58).<br />
352
allá <strong>de</strong> la inexacta traducción que manejó Freud, el rabajo biográfico sobre Leonardo<br />
ha sido rechazado rotundamente por críticos y lectores quienes consi<strong>de</strong>ran, grosso<br />
nodo, que se trata <strong>de</strong> un lectu¡a simplisla y rcduccionista <strong>de</strong>l gran Leonardo.<br />
En Antes que anochezca, autobiografía oficial <strong>de</strong> <strong>Reinaldo</strong> Arenas, cl autor<br />
comenta en el primer capítulo -que titula "Las piedras"- lo siguiente:<br />
Alguien nos regañaba porque comíamos tierra. ¿Quién efa esa percona que nos<br />
regañaba? ¿Mi madre, mi abuela, una <strong>de</strong> mis tías. mi abuelo? <strong>Un</strong> día sentí un dolor<br />
<strong>de</strong> barriga tcrrible; no me dio tiempo <strong>de</strong> ir al excusado. que quedaba fuera <strong>de</strong> la<br />
casa, y utilicé el orinal que estaba <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la cama don<strong>de</strong> yo dormía con mí<br />
madre, Lo primero que solté fue una lombriz enorme; era un animal rojo con<br />
muchas p¿tas, como un ciempiés, que daba saltos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l orinal; sin duda,<br />
estaba enfurecido por haber sido expulsado <strong>de</strong> su elemento <strong>de</strong> una manera tan<br />
violenta. yo le cogí mucho miedo a aquella lombriz, que se me aparecía ahora<br />
todas las nc¡ches y- tratabo <strong>de</strong> e trat en mi bqftiga, m¡entrds lo me abr&zaba a t¡i<br />
madre (Aren.as,2001c: 1'7; el subrayado es mío),<br />
Deseo puntualizar tres semejanzas con el <strong>recuerdo</strong> <strong>infantil</strong> <strong>de</strong> Leonardo. Primcro,<br />
como en el probable sueño <strong>de</strong>i aÍista italiano, el rccuerdo tiene lugar en el sitio<br />
propicio para dormir; en Leona¡do la cuna, en <strong>Reinaldo</strong> Arenas, Ia cama. Segundo,<br />
Leonardo ¡efie¡e que posiblemente un milano haya <strong>de</strong>scendido hasta su cuna y haya<br />
sacudido la cola entre sus labios. mientras que Arenas comenta que todas las noches<br />
una lombriz se le aparecía y trataba <strong>de</strong> enrar por su bariga. Creo que entre ambas<br />
irnágenes pue<strong>de</strong> leerse cieno pa¡alelismo centrado en tres elementos: (a) los dos seres<br />
vivos que se aproximan a las criaturas, &) el contacto producido en ambas (sacudir,<br />
penetrar) y (c) cierta ambigüedad entre lo onírico y la vigilia, lo soñado y lo<br />
recordado. Tercero, el misterioso comentario final <strong>de</strong> Leonardo: "Y ese parece ser mi<br />
<strong>de</strong>stino", aunque se encuenfra en falta en la versión <strong>de</strong> A¡enas. pudiera forzarse al<br />
recordar que todo inicio <strong>de</strong> una autobiografía, <strong>de</strong> manera consciente o jnconsciente,<br />
<strong>de</strong>termina su continuación.<br />
Es bastante curioso interceptar dos imá€lenes que aan mistefiosa y sugerentemente<br />
pue<strong>de</strong>n lieva¡nos a fa¡tasear sobre el compoflamiento personal <strong>de</strong> los aftistas,<br />
tentación muy ligada a lo autofigurativo, sea autobiografía o autorretrato. Sin<br />
emb¿rgo, no olvi<strong>de</strong>mos que Sylvia Molloy, al consi<strong>de</strong>rar la mediación narrativa en la<br />
auiobiografía. se interesa también por aspectos textuales como lo no escrito, Ias<br />
formas culturales (entendidas como agentes dinámicos <strong>de</strong> la sensibilidad<br />
preexistente) y los fragmentos <strong>de</strong> textos "verda<strong>de</strong>ros" a los que acu<strong>de</strong> el autor para<br />
dar forma a lo almacenado por la rnemoria (Molloy, 1991; 16). Esta obsewación<br />
pue<strong>de</strong> damos una pista para el tlalamiento <strong>de</strong> tal intercepción erótico-cultural.<br />
353
Este primer contacto directo entre Arenas y Leonardo, que prometo justificar a lo<br />
largo <strong>de</strong> mi escritura, en un principio me servirá para plantear ciena relación<br />
simbiótica entrc ambos anistas, Ia cual irá ilustrando a su vez- mis posiciones<br />
críticas en tomo a las estrategias <strong>de</strong> autorepresentación <strong>de</strong>l escritor cubano. Mientras<br />
tanto, abonaré la (con)fusión i<strong>de</strong>ntitaria <strong>de</strong> ambos, ateviéndome a llamar a Arenas,<br />
<strong>Reinaldo</strong>. De todas formas, el <strong>recuerdo</strong> <strong>infantil</strong> abre paso oportunamente a mi lectura<br />
<strong>de</strong> Celestíno antes <strong>de</strong>l alba, el primero <strong>de</strong> sus textos publicados y en cuyo cuer?o,<br />
<strong>Reinaldo</strong> maneja con cierta conciencia la escritura autorreferencial.<br />
Mi abuela, la noche<br />
EÍ Antes que anochezca, texto <strong>de</strong> publicación póstuma' el escritor insiste<br />
continuamente en no perecer antes <strong>de</strong> finalizar su pentagonía, la cual voluntariamente<br />
compone <strong>de</strong> las siguientes novelas: Celestino antes <strong>de</strong>l Alba (1967)5 , <strong>El</strong> palacio <strong>de</strong> las<br />
blanquísimas mofetas (1975), Otra vez el mar (1982)' <strong>El</strong> color <strong>de</strong>l verano (1990) y<br />
Et qsalto (1991). En reiteradas ocasiones <strong>de</strong> su autobiografía, <strong>Reinaldo</strong> afirma el<br />
carácter (auto)figurativo <strong>de</strong> esta serie ficcional (auto)impuesta, y aun cuando no ha<br />
terminado <strong>de</strong> escribir por lo menos dos <strong>de</strong> los textos -¿l color <strong>de</strong>l verano y <strong>El</strong><br />
¿salfa-, consi<strong>de</strong>ra una meta la escritura <strong>de</strong> cinco obras que compongan una unidad:<br />
la pentagonía areniana. Esta escritura "Pentagónica' pudiera ser consi<strong>de</strong>rada un<br />
"capricho" <strong>de</strong>l escritor; sin embargo, la correspon<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> los textos a<br />
una tempo¡ada distinta en la vida <strong>de</strong> <strong>Reinaldo</strong> Arenaso, interesa a los efectos <strong>de</strong> un<br />
estudio sobre autorrepresentación, lo que, a su vez, le pue<strong>de</strong> otorgar sentido y<br />
justificación. Retomaré la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la pentagonía más a<strong>de</strong>lante.<br />
Nueyamente Sylvia Molloy, en su estudio sobre la autobiografía en<br />
Hispanoamérica (1991), advierte la posibilidad <strong>de</strong> que individualida<strong>de</strong>s marginadas<br />
<strong>de</strong> la institución autobiográfica ---{omo la mujer o, <strong>de</strong> manera más contun<strong>de</strong>nte, el<br />
esclavo- se valgan <strong>de</strong> recursos ingeniosos o "diferentes" para manipular textos a los<br />
que no tienen acceso y así lograr <strong>de</strong> alguna manera un "<strong>gesto</strong> <strong>autobiográfico</strong>"?. A<br />
5 He t¡abajado co¡ Ia versión publicada por <strong>Reinaldo</strong> en 1982 (Ba¡celona: Editorial ArSos Vergara) en<br />
la cual se apunla que ante las múltiples ediciones pirúa:s <strong>de</strong> Celeslino. .' litulada en tal versión<br />
Cantando en el pozo, ésta es la primera edición corrcgida, revisada y autorizada por ej p¡opio autor<br />
Apa¡entemente, la primera versión <strong>de</strong> Ce¿¿st¡no. ., producto <strong>de</strong> la mención obtenida en el concurso <strong>de</strong><br />
ta UNEAC (<strong>Un</strong>ión Nacional <strong>de</strong> Escritores y Afistas <strong>de</strong> Cuba), se había agotado luego <strong>de</strong> las dos<br />
pnmeras semanas <strong>de</strong> haber sido publicada, no rcaliándose más ediciones ni rermpresiones<br />
posleriorrnente.<br />
6 Enrelaciónauno<strong>de</strong>lostextos,<strong>Reinaldo</strong>escribe:'Po¡otrapaneaúnnohabí^teÍñi^do<strong>El</strong>color<strong>de</strong>l<br />
v¿rar¡n. novela que resume gran pa¡!€ <strong>de</strong> mi vida, especialmente mi juventr¡d' todo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego en<br />
fo¡ma imaginativa y <strong>de</strong>senfadada" (Arenas,2001: 14'15)<br />
7 He inco¡pomdo a la escritura <strong>de</strong> Molloy los térmi¡os <strong>de</strong> "diferencia" y la noción <strong>de</strong> "<strong>gesto</strong><br />
autobiográñco".<br />
354
partir <strong>de</strong> esta lúcida observación <strong>de</strong> Molloy, quisiera comenzar mi escritura sobre<br />
Celestíno..., no sin antes citar nuevamente la autobiog¡afía <strong>de</strong> <strong>Reinaldo</strong>, en esta<br />
ocasión un pasaje encontrado en el segmento que titula ,La a¡boleda,':<br />
Yo siempre tenía miedo, no a los animales salvajes ni a los peligros reales que<br />
pudiesen agredirme, sino a aquellos fantasmas que a cada rato se me aparecían:<br />
aquel viejo con el aro bajo la mata <strong>de</strong> higuillos y otras apariciones; como una vieja<br />
con un sombrero enonne y unos dientes gigantescos que avanzaba no sé <strong>de</strong> qué<br />
manera por los dos extremos, mientras yo me encontraba en el cent¡o. También se<br />
contaba que por un l¿do <strong>de</strong>l ío salía un perro blanco y que quien lo viera, moría<br />
(A¡enas,200lc:24).<br />
Celestíno qntes <strong>de</strong>l a/áa es un texto cuya temática central se encuentra en la fusión<br />
<strong>de</strong> cinco elementos principales: la infancia, la noche, el sueño, la creación y la muerte.<br />
<strong>El</strong> título <strong>de</strong>l texto es elocuente al respecto y, sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> subrayar su carácter poético<br />
---que cruza vertiginosamente la naÍación-, podíamos plantea-rnos una ..traducción<br />
<strong>de</strong> t¡abajo", especie <strong>de</strong> "hipótesis" como la siguiente: ,,Antes que amanezca',,. En este<br />
¡elato, el sueño y la vigilia se confun<strong>de</strong>n dando cuerpo a dos terrores <strong>de</strong> tradición<br />
noctuma: la infancia y la creación. A pa¡tir <strong>de</strong> la amistad <strong>de</strong> dos niños se teje una<br />
historia fantástica que, con contenidos simbólicos, ficcionaliza el transcurso <strong>de</strong> la<br />
niñez en una al<strong>de</strong>a rural y el terror que ocasiona el continuo acecho <strong>de</strong> la muerte.<br />
La incorporación <strong>de</strong> elementos fantásticos hace posible la escritura <strong>de</strong>l sueño,<br />
como po<strong>de</strong>mos apreciar en el siguiente fragmento:<br />
-¡No puedo! --{ice el pez que se había acostado en la ca¡na con nosotros. y<br />
dando un resoplido fuene, que a mí me pareció casi un grito, se tira <strong>de</strong> l¿ cama, y<br />
se aleja, nadando por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l agua.<br />
Celestino y yo nos quedamos bajo la sábana, sin atrevernos a mover, y temblando<br />
<strong>de</strong> frío. Ahora todo está empapado, hasta nosotros mismos, ¡Será posible que no<br />
piense escampar! La cama flota en el agu¿, Y Celestino y yo navegamos por todo<br />
el cuafo, sin saber dón<strong>de</strong> acurruc¿unos (Arenas, 2001a: 70-71).<br />
Esta escritura <strong>de</strong>l sueño privilegia y fortalece la forma en Ce lestino.., y, partiendo<br />
<strong>de</strong> la representación <strong>de</strong> "mundos interiores" más que <strong>de</strong> la <strong>de</strong>scripción y narración <strong>de</strong>l<br />
"mundo <strong>de</strong> las cosas", se inscribe la historia narrada en primera persona: la exhibición<br />
<strong>de</strong>l "yo". En el caso <strong>de</strong> este texto, la primera persona no <strong>de</strong>be llevamos a entabla.r la<br />
8 No me interesa parodiar con la semejanza al títu¡o <strong>de</strong> la aurobiografía, sino comenzar a relacionar a<br />
amba-q pafiendo <strong>de</strong> sus primerísimos senridos.<br />
355
i<strong>de</strong>ntificación autor-nanador-personaje (que <strong>de</strong> todas maneras resulta imposible)i<br />
recor<strong>de</strong>mos que estamos en el mundo <strong>de</strong> la ficción, don<strong>de</strong> la mascarada es aún más<br />
visible. Sin embargo, examinando la lógica que nos pue<strong>de</strong> llevar a afirmar que toda<br />
escritura es autobiográfica, merece la pena hacer un comentario al respecto. Si bien<br />
la inscripción <strong>de</strong>l "yo" en una autobiografía autor-izada complejiza la voz na¡rativa<br />
hasta el punto <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r ser calificada <strong>de</strong> imposible, la utilización <strong>de</strong> la primera<br />
persona en la ficción *incluso en el relato más transparente- pue<strong>de</strong> también llegar<br />
a ser bastante problemática.<br />
La construcción <strong>de</strong> una diégesis a partir <strong>de</strong> la primera persona implica, voluntaria<br />
o involuntariamente, ciena ilusión que podría <strong>de</strong>nominar "íntima" o "personal". Con<br />
anterioridad, consi<strong>de</strong>ré que la ilusión referencial constituía un problema principal<br />
para el estudio <strong>de</strong> la autobiografía; por ello, ahora, esta nueva ilusión nacida <strong>de</strong> las<br />
ficciones, pue<strong>de</strong> añadir un dato enriquecedo¡. La escritura a paftir <strong>de</strong>l "yo" implica, a<br />
un nivel constructor pero también ya propiamente textual, cierta implicación<br />
i<strong>de</strong>ntita¡ia en la cual la "voz" se impregna <strong>de</strong> "sujeto". Tal como el actor <strong>de</strong> cine<br />
presta la imagen <strong>de</strong> su cuerpo'y el sonido <strong>de</strong> su voz para construir el personaje,<br />
representación que sería imposible sin ¡a cooPeración <strong>de</strong>l sujeto, también la escritura<br />
ficcional en primera persona afronta este tipo <strong>de</strong> inclusión. Si toda narración,<br />
entonces, pue<strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rarse en algún sentido autobiográfica, el uso <strong>de</strong>l "yo" no sólo<br />
produce una ilusión lectora sino también una ilusión constructora o autoral que<br />
probablemente inunda <strong>de</strong> registros involunta¡ios la escritura. La na¡ración en primera<br />
persona rememora la práctica <strong>de</strong> la escritura "íntima' <strong>de</strong>l diario, su negación sería<br />
imposible e irresistible.<br />
Este comenta¡io <strong>de</strong>be advenimos sobre cierta pulsión autofigurativa que he<br />
<strong>de</strong>cido hacer preexistir en la escritu¡a <strong>de</strong> Celestino.., y que pue<strong>de</strong> extraPolarse a otros<br />
textos do <strong>Reinaldo</strong>. Sin embargo, tengo claro que su aplicabilidad es extensa e incluso<br />
teórica, por lo cual a continuación me referiré a aquellos otros <strong>gesto</strong>s <strong>autobiográfico</strong>s,<br />
o que Molloy <strong>de</strong>fine como textuales, que se inscriben en el discurso.<br />
<strong>El</strong> inicio <strong>de</strong> Celestin¡¡... está signado por una imagen especular que a lo largo <strong>de</strong>l<br />
texto no solamente tendrá continuidad, sino que funcionará como elemento<br />
constitutivo <strong>de</strong> la fábula: "Corriendo llego y me asomo. Pelo, como siempre:<br />
solamente estoy yo allá abajo. Yo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> abajo, reflejiíndome a¡úba. Yo, que<br />
9 walter Benjamin, citando a Piran<strong>de</strong>llo, comenta que el actor <strong>de</strong> cine "[...] se siente como en el exilio.<br />
Exiliado no sólo <strong>de</strong> la escena. sino <strong>de</strong> su propia persona. Con un oscuro malestar percibe el vacío<br />
inexpticable <strong>de</strong>bido a que su cuerpo se convierte en un síntoma <strong>de</strong> <strong>de</strong>ficiencia que se volatlza y al que<br />
se expolia <strong>de</strong> su realidad, <strong>de</strong> su vida, <strong>de</strong> su voz y <strong>de</strong> los ruidos que produce al rnovefse.<br />
transfo¡mándose enbnces en una imagen muda que tiemblaen lapanlalla un insta¡te y que <strong>de</strong>saparece<br />
enseguida quedamente" (1987: 35-36). Benjamin consi<strong>de</strong>¡a que el extrañamiento <strong>de</strong>l ¿ctor Aente al<br />
mecanismo cinematográfico es sirúla¡ al <strong>de</strong>l homb¡e a¡te su aparición en el espejo<br />
356
<strong>de</strong>saparezco con solo tirarle un escupitajo a las aguas verduscas" (Arenas, 2001a: l3).<br />
A esta imagen se suma una más: "Las laganijas tienen aquí distintas formas. Yo acabo<br />
<strong>de</strong> ver una con dos cabezas. Dos cabezas tiene esa lagafija que se arrastra" (Arenas,<br />
2001: l3). En primera instancia, el recurso lite¡ario <strong>de</strong>l "doble" es utilizado por<br />
<strong>Reinaldo</strong> para construir el personaje <strong>de</strong>l niño artista e intentar expresar la negación<br />
existente producto <strong>de</strong> una socicdad rural-patriarcal. "'Eso es mariconería', dijo mi<br />
madre cuando se enteró <strong>de</strong> la escribi<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> Celestino. Y esa fue la primera vez que<br />
se tiró al pozo./ 'Antes <strong>de</strong> tener un hijo así, prefiero la muerte"' (Arenas, 2001a: l6).<br />
<strong>El</strong> niño es, entonces, fabulado a través <strong>de</strong> dos i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s especulares: el "yo" y<br />
Celestino. Con ello, metaforiza la pulsión afística que, ante una sociedad como la<br />
sostenida en la diégesis, el sujeto "minoritario" está con<strong>de</strong>nado ¿ llevar oculta. La<br />
laganija <strong>de</strong> dos cabezas habla <strong>de</strong> esa construcción <strong>de</strong>l doble que permite, ante un "yo"<br />
comprometedor, <strong>de</strong>slinda¡se <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>ntidad y enmascarar otra más permitida"'. Sin<br />
embargo, bajo la mirada <strong>de</strong> la autorrepresentación, la imagen acuosa y especular <strong>de</strong>l<br />
pozo es para mí más significativa.<br />
<strong>El</strong> personaje na¡ra la acción <strong>de</strong> asoma¡se y reflejarse en un pozo: pero más<br />
a<strong>de</strong>lante po<strong>de</strong>mos observar que la i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> tal sujeto no se encuentra en la imagen<br />
que permite ser reflejada sino en el propio reflejo: Yo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> abajo, reflejóndome<br />
arriba. Creo que la inversión especular habla <strong>de</strong> un nivel textual más profundo: la<br />
i<strong>de</strong>ntid¿d se vincula al reflejo. La exhibición <strong>de</strong> esta duplicidad me interesa más como<br />
una confesión que como un recurso literarior'. Más aún, si practicamos la proyección<br />
<strong>de</strong> esta imagen sobre el acto <strong>de</strong> escritura, no solamente activaremos una posible<br />
confesión "autoral", sino que podremos invertir la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que el referente no es<br />
siempre exterior, ni es siempre causa. La escritura pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>terminar lo vivido.<br />
Igualmente, esta proyección pudiera ejecuta6e sobre el acto <strong>de</strong> lectura,<br />
<strong>de</strong>senca<strong>de</strong>nando la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>maniana expuesta en los inicios y que rescata Molloy: "[En<br />
Hispanoamérical el escaso núme¡o <strong>de</strong> relatos <strong>de</strong> vida en primera persona es, más que<br />
cuestión <strong>de</strong> cantidad, cuestión <strong>de</strong> actitud: la autobiografía es una manera <strong>de</strong> leer tanto<br />
como una manera <strong>de</strong> escribi/' (1991 l2\.<br />
Más a<strong>de</strong>lante, la imagen <strong>de</strong>l pozo (<strong>de</strong>s)cubre textualmente el juego literario:<br />
l0<br />
tl<br />
¿Dón<strong>de</strong> se habrá metido Celestino? [...] Y no pudiendo contenerme: me asomé.<br />
Y allí nos vimos: los dos muy juntos temblando, ya con el agua al cuello,<br />
No quiero com€nzar aún a liga¡ vida,/obra; sin embargo. me parece pru<strong>de</strong>nle ¡ecordar que la escasa<br />
iibertad "expresiva" -incluso en la ficción- <strong>de</strong> socieda<strong>de</strong>s tan autoritarias como la cuban4 pue<strong>de</strong>n<br />
obligar a la escritura a no comprometerse con una i<strong>de</strong>nlidad "peligrosa".<br />
Recu¡ro ¡ esta palabra por su doble interpretación: la legal, espontánea o senciuamente pragmática y<br />
la religiosa- No olvi<strong>de</strong>mos la lúcida afirmación <strong>de</strong> Molloy: "L¿ autobiog¡afía es una fomia <strong>de</strong><br />
exhibición que solicita ser coúprendida. rnás aún, perdonada" (1991: l7).<br />
357
sonriendo al mismo tiempo para <strong>de</strong>mostramos que no teníamos ni pizca <strong>de</strong> miedo<br />
(Arenas, 2001a: 90).<br />
La simct¡ía en la sonrisa agrega indicios sobre la duplicidad <strong>de</strong> un mismo<br />
personaje: el niño anónimo y Celestino. En cuanto al final <strong>de</strong>l texto, el pozo sigue<br />
siendo un elemento indiscutible para observar cl paralelismo <strong>de</strong> los personajes. <strong>Un</strong>a<br />
vez asesinado Celestino en la ambigüedad <strong>de</strong>l sueño, se nara el suicidio onírico (?)<br />
<strong>de</strong>l niño anónimo:<br />
Y me quedé dormido./ Y en sueños dicen que fui hasta el pozo y que me asomé<br />
por sobre el brocal. Y que allí me quedé, esperando a que mi madre me ag¿urara<br />
--{omo la ot¡a vez-, momentos antes <strong>de</strong> caer al vacío./ Pero según me acaba <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>cir ahora, mi madre, esa noche, no pudo llegar a tiempo. Aunque yo tengo mis<br />
sospechas y pienso que seguramente ella llegó <strong>de</strong>masiado temprano./ IU-TIVO<br />
FINAL (Arenas, 2001a: 215).<br />
Esta escritura <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el reflejo fortalece contun<strong>de</strong>ntemente la práctica<br />
autofigurativa en Celestíno ontes <strong>de</strong>l dlba, que -no olvi<strong>de</strong>mos- ha sido varias veces<br />
editado con el titulo Cantundo en el pozo.<br />
<strong>Un</strong> elemento fundamental que se aña<strong>de</strong> a este <strong>gesto</strong> (auto)biográfico, pue<strong>de</strong> ser<br />
encontrado en la utilización <strong>de</strong> los epígrafes, los cuales a lo largo <strong>de</strong> la historia se<br />
"exhiben" transformándose en una extensión secreta <strong>de</strong> la fábula.<br />
Los epígrafes <strong>de</strong> Wil<strong>de</strong>, Borges y Lorca coronan la apertura <strong>de</strong> Celestino.-. Con<br />
ellos <strong>Reinaldo</strong> (re)produce una práctica autoral <strong>de</strong> tradicional uso que<br />
indiscutiblemente ilumina y/o condiciona la lectura que podamos ejercer sobre<br />
cualquier escrito. Sin embargo, el cnrarecimiento <strong>de</strong> este recurso se efectúa con la<br />
primera aparición <strong>de</strong> un epígrafe <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l texto. Este funcionamiento opaco se <strong>de</strong>be<br />
principalmente a dos razones: la inclusión <strong>de</strong> los mencionados epígrafes en páginas<br />
en blanco, insertadas en el cuerpo <strong>de</strong>l texto, que <strong>de</strong> manera súbita se i erponen en la<br />
continuidad <strong>de</strong> la lectura; y su carácrcr extrañamente familiar. "Fuimos a recoger<br />
caimitos y lo único que encontramos fue unas guayabas ver<strong>de</strong>s./ Mi abuela' (Arenas,<br />
2OOla:. 2l).<br />
Estc manejo <strong>de</strong> los epígrafes funciona ambiguamente en el texto ya que, como he<br />
señalado, este espacio ha sido canónicamente otorgado a la auto¡-idad textual para<br />
permitir cierta comunicación con la figura lectora sin interpon entre ambos los<br />
po<strong>de</strong>res "enmascarados" <strong>de</strong> la ficción. Sin embargo, al acudir a la "cita familiar",<br />
Celestino... juega -a dos niveles- con el recurso: 1- se acu<strong>de</strong> a los usos<br />
"tradicionales" <strong>de</strong>l epígrafe aun cuando se citen frases familiares (propiedad prívada<br />
<strong>de</strong> <strong>Reinaldo</strong> Arenas); y 2- se utiliza el epígrafe como estrategia narrativa adicional,<br />
358
extendiendo <strong>de</strong> esta manera los contenidos fabulares a un espacio usualmente autoral.<br />
Esta doble función <strong>de</strong>l epígrafe permite que se (con)fundan las voces y podamos<br />
plantear, nuevamente, Ia inmersión <strong>de</strong> la escritura en lo autofigurativo.<br />
La existencia <strong>de</strong> un <strong>gesto</strong> <strong>autobiográfico</strong> se consolida precisamente por el hecho<br />
<strong>de</strong> que, como afirma Molloy, la escritu¡a <strong>de</strong>l margcn acu<strong>de</strong> a,,¡ecursos ingeniosos"<br />
que pcrmiten cierta inscripción autobiogriífica en discunios <strong>de</strong>.'absoluta" apariencia<br />
ficcional. <strong>El</strong> texto se sume¡ge, entonces, en la escritura autobiog¡áfica entendida<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la ambigüedad, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r gestual: "Hachas. Hachas. Hachas... y yo tengo<br />
un miedo enorme a que algún día a Celestino le dé la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> escribir esos garabatos<br />
en su propio cuerpo" (Arenas, 2001a: 19\.<br />
Yo, tú, él: la escritura a¡ucinante...<br />
A pesar <strong>de</strong> que Lourei¡o consi<strong>de</strong>ra que el cuestionamiento constante <strong>de</strong> la teoría<br />
sobre el problema <strong>de</strong> la autobiogafía radica en su "relativa juvenrud como campo<br />
cítico", señala también con mucha peninencia que no po<strong>de</strong>mos ignorar la creciente<br />
¡evisión <strong>de</strong> términos como el <strong>de</strong> historia, po<strong>de</strong>r, sujeto, esencia, representación,<br />
referencialidad y expresividad, los cuales dinámicamente inci<strong>de</strong>n en el estudio <strong>de</strong> lo<br />
<strong>autobiográfico</strong> ( l99l: 3).<br />
En el anículo "¿<strong>Un</strong>a crisis <strong>de</strong> la Historia?" originalmente realizado para el diario<br />
Le mon<strong>de</strong> y aparecido el 4 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1996, Roger Chafiier (2OOO 261-264\<br />
¡eflexiona en torno al libro S¡¡r /c "crise" <strong>de</strong> l'H¡stoire <strong>de</strong> Géra¡d Noiriel, quien<br />
consi<strong>de</strong>ra que la reintroducción en la disciplina histórica <strong>de</strong> las eternas querellas <strong>de</strong> la<br />
filosofía -lo que se ha llamado el giro epistemológico- ha recru<strong>de</strong>cido duramente<br />
las divisiones <strong>de</strong> la comunidad académica a causa <strong>de</strong> la .'<strong>de</strong>sviación,' <strong>de</strong>l método por<br />
parte <strong>de</strong> algunos historiadores centrados en el problema <strong>de</strong> la escritura. Al no<br />
compani¡ esta perspectiva, Cha¡tier consi<strong>de</strong>ra que la problemática <strong>de</strong>l regist¡o <strong>de</strong>l<br />
conocimiento histórico no pue<strong>de</strong> ser nunca consi<strong>de</strong>rada irelevante y al respecto,<br />
puntualiza:<br />
A pafiir <strong>de</strong> la lectura <strong>de</strong> Michel <strong>de</strong> Cefeau, <strong>de</strong> Hay<strong>de</strong>n White o <strong>de</strong> paul Ricoeur,<br />
los historiadores <strong>de</strong>bieron aceptar, mal o bien, que la historia que ellos escriben<br />
<strong>de</strong>pen<strong>de</strong> siempre <strong>de</strong> las fórmulas que rigen a todas las nanaciones, cualesquiera<br />
sean. Incluso <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mucho tiempo antes, <strong>de</strong>bieron consi<strong>de</strong>rar, con Ranke y<br />
<strong>de</strong>spués con Seignobos, que el saber que constuyen se sitúa siempre en la<br />
ireductible distancia que separa la realidad histórica <strong>de</strong> los ¡elatos elaborados a<br />
partir <strong>de</strong> Ias huellas (que otros, más ta¡<strong>de</strong>, llama¡án '.indicios,') <strong>de</strong>jadas por ese<br />
pasado. [...] La pregunta sobre la distancia entre la realidad histórica y sus<br />
representaciones (las proporcionadas por los antiguos archivos o las conskuidas<br />
359
por el relato <strong>de</strong>l historiador) tiene su corelato inmediato en los procedimientos<br />
más conc¡etos <strong>de</strong>l trabajo <strong>de</strong> investigación. Ignorarlo es correr el riesgo <strong>de</strong><br />
alimentar la más ingenua <strong>de</strong> las lectu¡as documentales (2000: 263-264).<br />
Roger Chanier <strong>de</strong>ja cla¡o que el giro epistemológico <strong>de</strong>l método histórico no<br />
pue<strong>de</strong> ser ignorado y, siendo éstc el núcleo <strong>de</strong> las polémicas <strong>de</strong> los historiadores <strong>de</strong> la<br />
actualidad, es conveniente y necesario tenerlo en cuenta Para un manejo integral <strong>de</strong>l<br />
conocimiento histórico. Por su patte, Carlos Pacheco en su artículo "Historia, ficción<br />
y conocimiento: el pasado es lo que ya no es" (1997: 7l-88) se propone explorar<br />
ciertas dificulta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la empresa evocadora <strong>de</strong>l pasado y, a la luz <strong>de</strong> propuestas<br />
aportadas por algunos críticos teóricos, indaga en diversas reflexiones sobre la<br />
historia, l. itcratura y las discipr':ras que se ocupan <strong>de</strong> estudiaflas. Ante Ia fragilidad<br />
constituti :as limitaciones y fbitra¡ieda<strong>de</strong>s propias <strong>de</strong> Ia memoria personal, la<br />
historia h ¡dido a la práctic. narrativa como figura formal fundamental, lo cual<br />
----{omo cu..¡quier otra Prácdca nafrativa- supone necesariamente:<br />
[...] la <strong>de</strong>limitación <strong>de</strong> un objeto, el establecimiento <strong>de</strong> un principio y un final, el<br />
diseño <strong>de</strong> una secuencia <strong>de</strong> causalidad, la elección <strong>de</strong> una perspectiva y <strong>de</strong> un<br />
narrador, la selección, or<strong>de</strong>namiento y jerarquización <strong>de</strong> los materiales, la<br />
modalización lingüística, el manejo <strong>de</strong> recu¡sos como la intriga, la elipsis, la<br />
dosificación <strong>de</strong> información, la ambigüedad, entre muchas otras opciones<br />
(Pacheco, 1997:- "75).<br />
La representación <strong>de</strong>l pasado -según el autor- no escapa <strong>de</strong> esta mediación<br />
discursiva, multiplicándose las dificulta<strong>de</strong>s al t¡atarse <strong>de</strong> la investigación<br />
historiográfica. A tal efecto, la complejización <strong>de</strong>l discurso parece <strong>de</strong>berse a dos<br />
razones: l- al tratarse <strong>de</strong> sucesos que son experimentados por más <strong>de</strong> un sujeto,<br />
involucrando a una colectividad en un amplio período <strong>de</strong> tiempol y 2- por la<br />
respectiva multipücación <strong>de</strong> opiniones, Persp€ctivas e interpret¿ciones manejadas<br />
Por esta razón, Pacheco advierte que<br />
[...] la historiografía ha perdido el sitial que le fuera reconocido durante el siglo<br />
xrx, cuando románticos y positivistas coincidieron en otorgarle una altísima<br />
jerarquía en tanto instrumento cognoscitivo sistemático, objetivo, integrador y<br />
comprensivo, capaz <strong>de</strong> establece( mediante el rigor <strong>de</strong> la investigación erudita, la<br />
confiabilidad <strong>de</strong> sus fuentes, la verdad <strong>de</strong> lo acontecido y su recta interpretación<br />
(Pacheco, 1997i 19)-<br />
360
Mi interés al (ex)poner y superponer las i<strong>de</strong>as que, bajo una pe¡spectiva<br />
compafida, manejan estos dos t€óricos. radica esenci¿lmente en enma¡ca¡ la<br />
problemática central <strong>de</strong> la escritu¡a en -<strong>El</strong> nundo alucinante. Este texto lleva consigo<br />
el subtÍtulo "<strong>Un</strong>a novela <strong>de</strong> aventuras", que pese al tono ingcnuo y un tanto manido,<br />
juega secretamente con su premisa central: la extrema posibilidad ficcional <strong>de</strong> la<br />
historia. La novela empren<strong>de</strong> la construcción, reconstrucción y <strong>de</strong>sconstruccidn<br />
fabulosas <strong>de</strong> su personaje Fray Servando Teresa <strong>de</strong> Mier'r, figura histórica que escoge<br />
Arenas para lleval a cabo esta práctica. Tal como se vale <strong>de</strong> la ensoñacrón para<br />
coÍstn)ir Celestíno antes <strong>de</strong>l alba, es <strong>de</strong>cir inscribiendo la ficción en las leyes y<br />
lenguaje <strong>de</strong>l sueño, ¿/ mundo alucinante experimenta <strong>de</strong> semejante manera con las<br />
fantasías <strong>de</strong> este personaje para dar cuerpo a un cosmos fabuloso. Enten<strong>de</strong>mos la<br />
fantasía, tal como €s propuesto en términos psicoanalíticos, como un "Guión<br />
imaginario en el que se halla presente el sujeto y que se presenh, en forma más o<br />
menos <strong>de</strong>formada por los procesos <strong>de</strong>fensivos, la realización <strong>de</strong> un <strong>de</strong>seo y, en último<br />
término, <strong>de</strong> un <strong>de</strong>seo inconsciente" (Laplanche / Pontalis, 1994: 138). <strong>El</strong> mundo que<br />
fod€a a Fray Servando se consiruye a la medida <strong>de</strong> sus fantasías, las cuales involucfan<br />
a la Iglesia, la feligresía, la Inquisición, y su propia actitud <strong>de</strong> perseguido. Por ello, lo<br />
inena¡rable <strong>de</strong> la historia toma forma <strong>de</strong> manera insólita y (re)dimensiona la<br />
disciplina y el relato biogriáñco y, como veremos más a<strong>de</strong>lante, <strong>autobiográfico</strong>.<br />
Por eso siempre he <strong>de</strong>sconfiado <strong>de</strong> lo "histórico", <strong>de</strong> ese dato "minucioso y<br />
preciso". Porque, ¿qué cosa es en fin Ia Historia? ¿<strong>Un</strong>a fila <strong>de</strong> canapacios<br />
or<strong>de</strong>nados más o menos cronológicamente? ¿,R€coge acaso la Historia, el instante<br />
crucial en que fray Servando se encuen¡ra con el ágave mexicano o el sentimiento<br />
<strong>de</strong> He¡edia al no ver ante el <strong>de</strong>sconsolado horizonte <strong>de</strong> su alm¿ el palmar amado?<br />
Los impulsos, los motivos, las secretas percepciones que instan (hacen) a un<br />
hombre no aparecen, no pue<strong>de</strong>n ap¿recer recogidos por la Historia, así como, aun<br />
bajo el quirófaro, no se captará jamiás el sentimiento <strong>de</strong> dolor <strong>de</strong>l hombre<br />
adolorido (Arenas, 2001b: l9).<br />
Este texto no se conecta abiertamente a la fábula, es ñrmado po¡ <strong>Reinaldo</strong> como<br />
probable introducción a la novela'J. Sin embargo, como pue<strong>de</strong> observa¡se, el autor<br />
realiza más <strong>de</strong> un comentario importante sobre el tema que hemos señalado: el<br />
t2 Resulra sumamente productivo pata mi discurso qne, eD lÁ aipresión americana. José L/-zun Litt<br />
escoja a este mismo personaje como la ñgum que fiüis representa el espíritu barroco <strong>de</strong> América<br />
l¿dna.<br />
l3 Al pie <strong>de</strong>l escrito se lee "<strong>Reinaldo</strong> ArcnaV Caracas, 13 <strong>de</strong> Julio <strong>de</strong> 1980", introducción a la edición <strong>de</strong><br />
Monte Ávila Editores.<br />
36r
cuestionamiento <strong>de</strong> la "Historia" como representación. La captación <strong>de</strong> lo fugaz (lo<br />
evi<strong>de</strong>nte, minucioso o preciso) se contrapone a la causa (lo secreto, lo no lineal o lo<br />
informe). Me parece que, más allá <strong>de</strong> plantear lo no-histórico, Arenas preten<strong>de</strong> una<br />
visión abrumadora e irreverente que cuestiona la "Historia" grandilocuente,<br />
autoritaria, monolítica. Por ello, se <strong>de</strong>staca la letra capital <strong>de</strong> la "Historia", la cual se<br />
<strong>de</strong>sautoriza al proponer la importancia <strong>de</strong>l <strong>gesto</strong>, <strong>de</strong> Io acontecido secretamente, <strong>de</strong> lo<br />
informe. Debo hacer notar que la novela se proyecta más profundamente que las i<strong>de</strong>as<br />
citadas; no sólo lo innenarable se incorpora a lo históIico. <strong>El</strong> mundo olucinante hace<br />
penetr¿f en Ia historia lo jamás acontecido, la contradicción, lo intolerable, lo<br />
alucinante. A panir <strong>de</strong> la fantasía, <strong>Reinaldo</strong> metaforiza la escritura <strong>de</strong> la historia, la<br />
compleja inscripción ficcional que necesariamente opera y da sentido a todo registro<br />
<strong>de</strong> lo humano. Con esto, se revaloriza lo representacional no sólo <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la historia,<br />
sino también como discurso histórico. Otra nota que prece<strong>de</strong> incluso a la presunta<br />
introducción, sintetiza el <strong>gesto</strong> subersivo <strong>de</strong> la novela al mismo tiempo que incluye<br />
aristas para pensaf lo (auto)biográfico: "Esta es la vida <strong>de</strong> fray Servando Teresa <strong>de</strong><br />
Mief, tal como fue, tal como pudo haber sido, tal como a mí me hubiese gustado que<br />
hubiera sido. Más que una novela la]histórica o [auto]biográfica preten<strong>de</strong> ser,<br />
simplemente, una novela./ R.A." (Arenas, 2001b: l5; la sobre-escritura es mía).<br />
Lo interesante <strong>de</strong> este epígrafe es la i<strong>de</strong>a reflejada en la frase "tal como fue". Si<br />
<strong>Reinaldo</strong> hubiese obviado este <strong>de</strong>talle se estuviera planteando una noción<br />
enteramente fantástica <strong>de</strong> la historia; contrariamente, lo planteado se refiere a lo que<br />
hemos comentado, la historia es también lo que se preten<strong>de</strong>, lo amparado en la duda,<br />
lo personal. Pretendo que <strong>de</strong> rni sobre-escritura se <strong>de</strong>sprendan dos i<strong>de</strong>as concretas: lmiís<br />
que negar lo histórico, A¡enas niega lo ahistórico como posibilidad ficcional; por<br />
ello este lib¡o <strong>de</strong>bc engrosar la lista <strong>de</strong> documentos y registros que versan sobre Fray<br />
Servando Teresa <strong>de</strong> Mier: y 2- más que <strong>de</strong>sconocer lo biográfico, Arenas introduce lo<br />
<strong>autobiográfico</strong> como recurso vivencial, histórico y ficcional (con)fundido en novela;<br />
por ello este libro <strong>de</strong>be engrosír la lista <strong>de</strong> documentos y registros que versan sobre<br />
<strong>Reinaldo</strong> Arenas.<br />
A esta consüucción lúdica y geométrica que inspira <strong>El</strong> mundo alucinante, se<br />
incorpora otro posible prefacio <strong>de</strong> la novela en don<strong>de</strong>, ya imbuida en la fábula, <strong>de</strong>jan<br />
<strong>de</strong> aparecer las iniciales <strong>de</strong> <strong>Reinaldo</strong> para <strong>de</strong>jarse una huella al pie: "La Habana, Julio<br />
<strong>de</strong> 1966". La inscripción <strong>de</strong>lata la ausencia <strong>de</strong> la firma pero da indicios contun<strong>de</strong>ntes<br />
<strong>de</strong> la autoría <strong>de</strong> A¡enas. Pero lo que me interesa señalar es la sobre-escritura que <strong>de</strong><br />
su vida preten<strong>de</strong> hacer <strong>Reinaldo</strong> en la (im)posible biografía <strong>de</strong> Fray Servando Teresa<br />
<strong>de</strong> Mier. La forma <strong>de</strong> una confesión epistolar anacrónica domina la expresión <strong>de</strong>l<br />
texto-<br />
362
[...] la acumulación <strong>de</strong> datos sob¡e tu vida ha sido bastante voluminosa; pero lo<br />
que más útil me ha resultado pa¡a llega¡ a conocerte y amartc, no fueÍon las<br />
abrumadoras enciclopedias, siempre <strong>de</strong>masiado exactas, ni los terribles lib¡os <strong>de</strong><br />
ensayos, siempre <strong>de</strong>masiado inexactos. Lo más útil fue <strong>de</strong>scubri¡ que tú y yo<br />
somos la misma persona. De aquí que toda referencia anterior hasta llegar a este<br />
<strong>de</strong>scubrimiento formidable e insoponable sea innecesa-ria y casi la he <strong>de</strong>sechado<br />
por completo. Sólo tus memorias [...] sólo ellas aparecen en este libro [...]<br />
(Arenas,2001b: 23).<br />
Esta conl'esión autoral que confun<strong>de</strong> personaje e imagen inscribe <strong>de</strong>finitivamente,<br />
y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un comienzo, la escritr,rra autobiográfica en <strong>El</strong> mundo alucin¿tnte. Pue<strong>de</strong><br />
observarse, a<strong>de</strong>más, que el procedimiento dc i<strong>de</strong>ntidad se vincula a dos fuenas<br />
cont¡arias al consi<strong>de</strong>rarse como "formidable e insoportable". Creo que estos<br />
complejos procedimientos <strong>de</strong> (auto)exhibición, aun en la luci<strong>de</strong>z expuesta po¡<br />
<strong>Reinaldo</strong>, son <strong>de</strong>formados ----como sucedía en el término psicoanalítico <strong>de</strong> la<br />
fantasía- por los diversos procesos <strong>de</strong>fensivos que en este caso se [aducen como<br />
figuras <strong>de</strong> negociación i<strong>de</strong>ntitaria. Igualmente, el texto citado más que exaltar lo que<br />
podríamos <strong>de</strong>nomina¡ el carácter poético <strong>de</strong> lo histórico, se esfuerza por proponer la<br />
escritura "personal" corno la propia historia.<br />
Pe¡o el <strong>gesto</strong> <strong>autobiográfico</strong> más contun<strong>de</strong>nte y llamativo <strong>de</strong> <strong>El</strong> mundo<br />
aluc¡nante, es el constante cambio pronominal en la escritura. La fluctuación entre las<br />
perspectivas <strong>de</strong> )-o, tti, él maneja las formas <strong>de</strong>l discurso y plantea una profunda<br />
reflexión en tomo a la escritura historiográfica. Cualquier perspectiva, expresada a<br />
partir <strong>de</strong> ¿lgún pronombre, es parcial: po¡ esta ¡azón, <strong>Reinaldo</strong> acu<strong>de</strong> a practicar tres<br />
voces para darle cuerpo a alguna situació¡ narrada. <strong>El</strong> capítulo VII, tiiulado "De las<br />
consecuencias <strong>de</strong>l sermón", se repite tres veces, incorporando en cada una <strong>de</strong> ellas<br />
una perspectiva distinta expresada en los pronombres yo, tú, é1. <strong>El</strong> mundo elucinante<br />
permite, entonces, una escritura que se impulsa a la "contradicción", a lo "informe",<br />
a la "mentira torencial" (Arenas, 2001: 2l) que habla más <strong>de</strong> la "autoría" que <strong>de</strong> sus<br />
"¡eferentes", y en ello está la noción subversiva <strong>de</strong> lo histórico y lo biográfico.<br />
A dife¡encia <strong>de</strong> Celestinct..., la presente novela parece involucrarse más<br />
claramente con el problema <strong>de</strong>l lector <strong>de</strong> lo <strong>autobiográfico</strong>. La fluctuación<br />
pronominal permite la exhibición <strong>de</strong> una autoía opaca y el ejercicio <strong>de</strong> una lectura<br />
ambigua que reconozca una escritu¡a anacrónica propuesta como histórica. Por esta<br />
razón, como propone Loureiro, parafraseando a Derrida:<br />
<strong>El</strong> texto autobiogáfico no es "firmado" por un autor que se compromete en una<br />
i<strong>de</strong>ntidad común con el personaje sobre el que escribe, sino que la escritura <strong>de</strong> la<br />
fi¡ma hace que quien firme, en realidad, sea el "<strong>de</strong>stinatario" <strong>de</strong>l texto<br />
363
<strong>autobiográfico</strong>: la firma no ocufTc en el momento <strong>de</strong> la escritura sino en el<br />
momento en el que el otro me escucha: el <strong>de</strong>stinatario <strong>de</strong> la autobiogafía escribe<br />
en el lugar <strong>de</strong>l autobiografiado [...] la oreja <strong>de</strong>l otro fi¡ma por mí, me dice,<br />
construye mi yo <strong>autobiográfico</strong> [Se refiere a L'oreille <strong>de</strong> I'aute <strong>de</strong> Jaques<br />
Derridal. [...] el paso necesario <strong>de</strong> la firma (y la escritura <strong>de</strong>l yo) a través <strong>de</strong> la<br />
oreja <strong>de</strong>l oÍo, conviene a lo <strong>autobiográfico</strong> en heterobiográfico (Loureiro, 1991:<br />
'7).<br />
La firma se produce, entonces, al ser escuchadas las marcas autofigurativas por el<br />
lector. Esto es lo que precisamente suce<strong>de</strong> en <strong>El</strong> mundo olucínante'. al captar los<br />
múltiples paralelismos, la compulsión autoreferencial y sobre todo, la <strong>de</strong>senfadada<br />
sobre-escritura y exhibición <strong>de</strong> la autoía, el lector materializa la firma permitiendo<br />
incluso otro acto especular que, como Propone Derrida, convierte al texto en un<br />
registro heterobiográfico. Como también sugeí en Celestino .. el acto <strong>de</strong> lectura se<br />
incluye en la imagen <strong>de</strong>l pozo, y en esta novela, al forzar las inflexiones<br />
pronominales, la lectura se autor-iza más que nunca, tanto al proponer la firma como<br />
al clasificar el tipo <strong>de</strong> escritura suscitado: biográfico, autobiogáfico, historiográfico<br />
Igualmente, el uso <strong>de</strong>l recurso <strong>de</strong>l doble en esta novela enfatiza nuevamente la<br />
escritura especular que comentábamos antes. La apa¡ición <strong>de</strong> un fraile en la prisión<br />
que retiene a Servando habla, una vez más, sobre la escritura como inversión <strong>de</strong>l<br />
proceso reflector <strong>de</strong>l espejo <strong>de</strong> agua: la imagen <strong>de</strong>formada -la repr€sentación- es<br />
precisamente la "realidad" productora.<br />
-Por aquí se üene que tirar -le dijo el fraile al fraile. Y el fraile se asomó Para<br />
ver la perspectiya que le aguardaba en el aterrizaje./ -Si caigo <strong>de</strong> acá arriba me<br />
hago trizas -le dijo el fraile./ Esta es la única forma <strong>de</strong> salir -le contestó el fraile<br />
(Arenas, 2001b: 95-96).<br />
Mona Lisa caminando por Manhattan<br />
waje q Ia Habana, subtitulada como "Novela en tres viajes", no suele ser citada<br />
como parte <strong>de</strong> la obra fundamental <strong>de</strong> <strong>Reinaldo</strong> A¡enas y, por lo tanto, no aparece en<br />
casi ninguna nota editorial <strong>de</strong> los libros <strong>de</strong>l autor Sin embargo, a pesal <strong>de</strong> ser una<br />
novela corta, compuesta por tres relatos no claramente vinculados <strong>de</strong>l todo, su<br />
inclusión en este trabajo radica en su altísimo sentido autofigumtivo, expresado en un<br />
ingenioso y lúcido juego escritural ¡ sobre todo, en su (in)explicable carácter<br />
marginal. "Que trine Eva", "Mona'y "Viaje a La Habana" son los textos, que<br />
presentados como primeq segundo y tercer viaje, resPectivamente, completan este<br />
episodio ficcional <strong>de</strong> <strong>Reinaldo</strong>.<br />
364
"Mona", el segundo texto p¡esentado, comienza con un epígrafe muy significativo<br />
para los fines planteados: se trata <strong>de</strong> la siguiente frase,,Estoy plenamente consciente<br />
dc que al no ser un hombre.../ Leonardo Da Vinci (Cua<strong>de</strong>mo <strong>de</strong> Noras)" (2000b: 59).<br />
Ahora, nuevamente <strong>Reinaldo</strong> se vincula a Leonardo, y esta vez a partir <strong>de</strong>l epígrafe<br />
inicial, el texto va a estrechar vínculos ent¡e estas dos figuras. ..Mona" es un relato<br />
que finge ser un escrito testimonial <strong>de</strong> Ramón Femán<strong>de</strong>z, quien llegó <strong>de</strong> Cuba por el<br />
puerto <strong>de</strong> <strong>El</strong> Mariel, y fue más tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>tenido por intentar <strong>de</strong>struir el retrato <strong>de</strong> Mona<br />
Lisa <strong>de</strong> Leonardo, que se encontraba expuesto en el Museo Met¡opolitano <strong>de</strong> New<br />
York. <strong>El</strong> texto inicial, que es igualmente apócrifo, es un escrito <strong>de</strong> Daniel Sakun¡ala,<br />
quien se presenta como amigo <strong>de</strong> Ramón Femi4n<strong>de</strong>z; y que, en su esfuerzo por<br />
conseguir publicar el presunto texto testimonial, refiere:<br />
Viendo que ningún vehículo importante queía dar a conocer el texto me dirigí,<br />
casi como última instancia, a <strong>Reinaldo</strong> Arenas para ver si podía insertado en la<br />
revista Maríel. Pero Arenas, con su prove¡bial frivolidad(l), a pesa¡ <strong>de</strong> estar ya<br />
gravemente enfermo <strong>de</strong> SIDA, <strong>de</strong> lo quc acaba <strong>de</strong> morir, sc rió <strong>de</strong> rni propósito,<br />
alegando g\e M.triel e¡a una revista contemporánea y que esrc dpo <strong>de</strong> "relato a la<br />
mane¡a <strong>de</strong>cimonónica" no cabía en sus páginas. <strong>El</strong> insulto máximo me lo propinó<br />
cuando me sugirió dirigirme a la directo¡a <strong>de</strong> Lín<strong>de</strong>n Ltne Magazíne, Cailda<br />
Olive¡ Labra... Claro, estoy seguro <strong>de</strong> que Arenas conoció a Ramoncito en Cuba<br />
y que éste, a quien sólo le apasionaban las mujeres <strong>de</strong> verdad, no le hizo el menor<br />
caso (Arenas, 2000: 63).<br />
<strong>El</strong> llamado <strong>de</strong>l texto, "(l)", dice lo siguiente:<br />
A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> frívolo, Arenas era un ser absolutamente inculto. Baste señalar que en<br />
su relato, "Final <strong>de</strong> un cuento", sitúa una estatua <strong>de</strong> Júpiter sobre La Lonja <strong>de</strong>l<br />
come¡cio <strong>de</strong> La Habana, cuando todo el mundo sabe que lo que corona la cúpula<br />
<strong>de</strong> ese edificio es una estatua <strong>de</strong>l dios Mercurio (Nota <strong>de</strong> Daniel Sakuntala)<br />
(Arenas, 2000: 63).<br />
Posterior al "escrito" <strong>de</strong> Sakuntala, aparece otlo texto apócrifo titulado,,Nota <strong>de</strong><br />
los editores" que preten<strong>de</strong> aclarar varios puntos, entre los cuales comenta: ,,En cuanto<br />
a <strong>Reinaldo</strong> Arenas, mencionado por el seño¡ Sakuntala, se t¡ata <strong>de</strong> un escritof<br />
justamente olvidado que se dio a conoce¡ en la época <strong>de</strong>l sesenta durante el pasado<br />
siglo. Efectivamente, murió <strong>de</strong> SIDA en el ve¡ano <strong>de</strong> 1987 en New york,' (Arenas,<br />
2000:63).<br />
Finalmente, este texto cierra <strong>de</strong> la siguiente manera: "Los editores./ MonteÍey,<br />
CA. Mayo <strong>de</strong>|2025". Es evi<strong>de</strong>nte el juego (auto)referencial que practica esle rexro,<br />
36s
sin €mbargo, aquí la exhibición llega hasta sus últimas consecuencias, incluso más<br />
abrumadoras que en Antes que anochezca. Esta escritura a lo muñeca rusa- en la<br />
que a todo nivel se <strong>de</strong>scub¡e lo artificioso, preten<strong>de</strong> una (re)escritura dc su autor en el<br />
texto ñccional. Lo añcrifo y la falsificación, como referentes <strong>de</strong>formados. se hacen<br />
ficción y en est¿ realidad informe se inscribe <strong>Reinaldo</strong>. La autoparodia como<br />
homosexual, cero-positivo, inculto, <strong>de</strong>spótico, frívolo, no sólo plantea un juego<br />
autoreferencial sino también, una compulsión exhibicionista que comienza a plantear<br />
una i<strong>de</strong>a a la que <strong>de</strong>seo arribar: la (con)fusión entre vida y obra.<br />
"Mona" na¡ra el encuentro entre Ramón Femán<strong>de</strong>z, un joven cubano que tl'abaja<br />
<strong>de</strong> security en un restaurant Wend\,'s. y <strong>El</strong>isa, una ext¡aña mujer a quien<br />
acci<strong>de</strong>ntalmente conoce y <strong>de</strong>scribe como "[...] un ejemplar femenino ve¡da<strong>de</strong>ramente<br />
extrao¡dinario" <strong>de</strong> "[...] Pelo largo y rojizo, frente amplia, nariz perfecra, labios finos<br />
y unos ojos color miel que me observaron sin ningún reparo (y hasta con cieno<br />
<strong>de</strong>scaro) a través <strong>de</strong> sus largas pestañas postizas" (Arenas, 2000: 68). Pese a los<br />
repetidos encuentros sexuales, Ramón conoce poco <strong>de</strong> esta misteriosa mujer, quien se<br />
cuela y se <strong>de</strong>shace entre las calles <strong>de</strong> New York y ocasiona en él una <strong>de</strong>senfrenada<br />
persecución. Finalmente, una vez <strong>de</strong>velado el misterio, Ramón nos informa:<br />
La mujer <strong>de</strong>l cuadro y <strong>El</strong>isa eran la misma cos¿. Mientras el cuadro existiese, ell¿,<br />
<strong>El</strong>isa, existiría [... ] <strong>El</strong>isa no solamente era la mujer <strong>de</strong>l cuadro, sino que esa mujer<br />
<strong>de</strong>l cuadro era el mismo pintor que se había hecho su propio autonetrato,<br />
pintándose tal como él quería ser (como interiormente era) una mujer lujuriosa y<br />
fascinante. Pero el triunfo no ¡adicaba en haberse pintado como una hermosísima<br />
mujcr. "Eso". me dijo con <strong>de</strong>sprecio,'^ya lo habían hecho casi todos los pintores".<br />
<strong>El</strong> vcrda<strong>de</strong>ro logro consistía en que por una acumulación <strong>de</strong> energía, <strong>de</strong> genio y<br />
<strong>de</strong> concentración mental ---cosas, afirmo, <strong>de</strong>sconocidas en este siglo-, aquella<br />
mujer pintada tenía facultad <strong>de</strong> convenirse en el mismo pintor y sobrevivirle [...]<br />
En resumen, estaba ante un hombre <strong>de</strong> más <strong>de</strong> quinientos años <strong>de</strong> edad que se<br />
había convenido en mujer y era a<strong>de</strong>más una pintura" (Arenas, 2000: 84).<br />
<strong>El</strong> (auto)fetrato al que se refiere el texto es Ia. Morut Lis4 y el anista, obviamente<br />
Leonardo. La escritura <strong>de</strong> este pasaje nos arroja luces en el camino que transitamos.<br />
La fabulosa ficción no sólo hace posible que la Mona Lisa camine por Broadway, sino<br />
que <strong>Reinaldo</strong> nos ofrezca ----enmascarada- una teoía <strong>de</strong> la representación a¡tística.<br />
Mona Lisa, Leona¡do, <strong>El</strong>isa y Ramón se fun<strong>de</strong>n en una i<strong>de</strong>ntidad cuyos resultados nos<br />
permiten incorporar también a <strong>Reinaldo</strong>, La i<strong>de</strong>ntificación vida-obra parece no<br />
distinguirse, o (con)fundirse, en su ambigüedad, en el bonamiento <strong>de</strong> fronkras; Io<br />
(auto)biográfico está iigado a toda obra artística, histórica, a toda representación. <strong>El</strong><br />
<strong>gesto</strong> autofigurativo, con sus po<strong>de</strong>res <strong>de</strong> <strong>de</strong>formación y sublimación (como el sueño<br />
o la fantasía) pcrmite la cscritura. Nuevamente, Loureiro comenta:<br />
366
1...1en L'oreilLe <strong>de</strong> I'curre Derrida propone una meditación sobre esc "bordC' que<br />
asurnimos existe entre vida y obra y quc, en su opinión, no es una línea clara y<br />
divisible sino que atraviesa el cuerpo y el corpus <strong>de</strong>l autor <strong>de</strong> maneras quc<br />
solamente comenza¡nos a ent¡ever, y que tanto una lectura inmanente <strong>de</strong> un<br />
sistema ("filosófico" en el caso <strong>de</strong> Nietzsche) como una lectura empírico-genética<br />
jamás han interrogado: no po<strong>de</strong>mos separar radicalmente vida y obra pero<br />
tampoco po<strong>de</strong>mos explicar la una por medio <strong>de</strong> la oÍa, sino que tenemos que<br />
comenzar a pensar lo "<strong>autobiográfico</strong>" <strong>de</strong>s<strong>de</strong> esa premisa <strong>de</strong>l bor<strong>de</strong> paradójico<br />
que sepa¡a, une y atraviesa al mismo tiempo corpus y cucrpo, vida y obra (1991:<br />
7).<br />
La i<strong>de</strong>ntificación vida-obra, propuesta por <strong>Reinaldo</strong> en su obra y reiterada por su<br />
pentagonía, que intenta en cinco movimienros (cinco sentidos) "representar" su vida,<br />
sc ficciona en el texto que he comentado. <strong>El</strong> texto propone, claramente, que más allá<br />
<strong>de</strong> la autoÍepresentación alterada, lo interesante radica en la posibilidad <strong>de</strong><br />
transformación que tiene el cuad¡o al po<strong>de</strong>r materializar al ¡eferente, quc al mismo<br />
tiempo es su autor. Esta capacidad habla sobre la esencia autobiográfica <strong>de</strong> la obra, la<br />
captación concomitante <strong>de</strong> <strong>gesto</strong>s autorales posibles en toda creacíón aÍística, es<br />
<strong>de</strong>cir, la contextura autofigurativa <strong>de</strong> la escritura.<br />
<strong>Reinaldo</strong> vuelve nuevamente a contactarse con Leonardo, pero en este episodio su<br />
presencia le permite fabular sobre esa pulsión que continuamente impregna sus obras<br />
y que, como comenta el texto "Mona', lc permite se¡ como quisiera ser. Esta<br />
posibilidad <strong>de</strong> escribirse en el texto, <strong>de</strong> soña¡ y fantasea¡ con el discurso, permite<br />
vez más- estrechar los vínculos entre vida y obra, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> practicar esa<br />
-una<br />
i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>rri<strong>de</strong>ana expresada en el traspaso y unión <strong>de</strong> cuerpo y corpus. La inversión <strong>de</strong><br />
la ilusión referencial, a la cual me referí, cobra ahora mayor sentido al observa¡ cómo<br />
en la escritura lo autorepresentativo no sólo se proyecta hacia lo vivido sino también<br />
hacia la construcción <strong>de</strong>seada <strong>de</strong>l "yo", que evi<strong>de</strong>ntemeñte transcure en la<br />
exPe¡iencia.<br />
Por otra parte, me interesa traer a colación este mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> lectura que propone<br />
Derrida, parafraseado por L,oureiro. ya que, más allá <strong>de</strong> su segura aplicación en todo<br />
texto literario, es el mo<strong>de</strong>lo escritural planteado por <strong>Reinaldo</strong>. <strong>El</strong> bor<strong>de</strong> no sólo es su<br />
ubicación editorial ser merca<strong>de</strong>ado como escritor exiliado. homosexual y<br />
suicida- sino que -al sus propuestas litera¡ias tien<strong>de</strong>n a ubicarse en los bor<strong>de</strong>s<br />
clasificatorios: historia. ficción, memorias, autobiografía, relato fantástico, ensayo,<br />
poema. Atomizado en los discursos, Arenas construye i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s movedizas que,<br />
pactando el <strong>gesto</strong> autobiog¡áfico, logran <strong>de</strong>splazarse cómoda e ingeniosamente por<br />
distintos registros alternos.<br />
36'7
Esta atomización <strong>de</strong> <strong>Reinaldo</strong> en la escritura permite encontrar en sus discursos<br />
marcas vivenciales compulsivas, integradas a los mo<strong>de</strong>los especulares y<br />
<strong>autobiográfico</strong>s planteados. Su condición <strong>de</strong> ete¡no €xiliado, su compulsión<br />
persecutoria, su pasión homoerótica, son signos productos <strong>de</strong>l bo¡<strong>de</strong>. Sin embatgo,<br />
esta borradura <strong>de</strong> ftonlefas, esta confusión <strong>de</strong> territorios que transfiere la memoria<br />
¡rersonai a la escritu¡a. es tan contun<strong>de</strong>nte que el procedimiento causa-efecto parece<br />
inve(irse en relación a la "práctica habitual", llegándose a plantear una práctica<br />
alucinante:<br />
En <strong>El</strong> mundo aluc¡nante yo hablaba <strong>de</strong> un fraile que había pasado por varias<br />
prisiones sórdidas (incluycndo el Morro). Yo, al entra¡ allí, <strong>de</strong>cidí que en lo<br />
a<strong>de</strong>lante tendría más cuidado con lo que escribie¡a, porque parecía estat<br />
con<strong>de</strong>nado a vivi¡ en mi propio cuer?o lo que escribía (Arenas,200lc: 222).<br />
La inscripción comoral <strong>de</strong>l texto en <strong>Reinaldo</strong> se ejecuta no sólo como estrategia<br />
narrativa, como pudi(r¿ ser "Mona", sino como propuesta <strong>de</strong> escritura. Arenas no nos<br />
hace sentir que no exista distinción entre vida y obra, cuerpo y corpus, sino (mucho<br />
más arriesgadamente) nos hace creer que ha olvidado cuál parte <strong>de</strong> su vida ha vivido<br />
y cuáf ha ficcionado. Es ésta, tal vez, Ia propuesta básica que escot<strong>de</strong> Antes que<br />
anochezca-<br />
"Aquí se hace <strong>de</strong> noche antes <strong>de</strong> que aman€zca" (Arrnas,2007b': 271<br />
La relación casi fantasmal enÍe escritura y vida se <strong>de</strong>be a los continuos <strong>gesto</strong>s<br />
<strong>autobiográfico</strong>s cn la escritura <strong>de</strong> <strong>Reinaldo</strong>, en la cual se esparcen sus marcas. No<br />
olvi<strong>de</strong>mos que Paul <strong>de</strong> Man, al negar la <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia refe¡encial autobiográfica, se<br />
preguntaba:<br />
[...] Pero ¿no po<strong>de</strong>mos sugcrir, con igual justicia, que tal vez el proyecto<br />
<strong>autobiográfico</strong> <strong>de</strong>termina la vida, y que lo que el escritor hace está, <strong>de</strong> hecho,<br />
gobernado por los requisitos técnicos <strong>de</strong>l autorretrato. y está, por lo tanto,<br />
<strong>de</strong>terminado, en todos sus aspectos, por los recursos <strong>de</strong> su medio? Y, puesto que<br />
la mímesis que se asume como operante en la autobiografía es un modo <strong>de</strong><br />
figuración cntr€ otros, ¿,es el referente quien <strong>de</strong>termina la figura o al revés? ¿No<br />
será que la ilusión ¡eferencial proviene <strong>de</strong> la escritura <strong>de</strong> la figura. es <strong>de</strong>cir, que<br />
no hay clara y simplemente un referente en absoluto, sino algo similar a una<br />
ficción. la cual, sin embargo, adquiere a su vez cierto gado <strong>de</strong> productividad<br />
referencial? (1991: I l3).<br />
3ó8
Este comentario <strong>de</strong> Paul <strong>de</strong> Man, viene a plantear lo que él mismo ha <strong>de</strong>nominado<br />
como la productívidad referencial <strong>de</strong> la fcci
La increíble trivialidad <strong>de</strong>l texto, escrito aparentemente momentos antes <strong>de</strong>l<br />
suicidio y caracterizado por una redacción aparentemente precipitada y a veces torpe,<br />
se vincula más a la leyenda <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> Marilyn que a los propios escritos <strong>de</strong><br />
Arenas. Esto nos hace repensar por completo el texto.<br />
Nuevamente, Sylvia Molloy al abordar Ia escritura autobiográfica en<br />
Hispanoamérica comenta que el practicante <strong>de</strong> esta forma <strong>de</strong> discurso suele ser un<br />
"eficacísimo autocensor" que introduce silencios en lo que no pue<strong>de</strong> contarse, lo cual<br />
a menudo es relatado en otros textos menos comprometedores. Igualmente, consi<strong>de</strong>ra<br />
que uno <strong>de</strong> los silencios generales <strong>de</strong>l autobiógrafo <strong>de</strong>l siglo xIX es la infancia. que se<br />
sustituye por la escena <strong>de</strong> lectura o el acto <strong>de</strong> leer, la cual es propuesta por Molloy<br />
con la imagen que caracteriza al escritor autocompulsivo: el lector con el lib¡o en la<br />
mano. La autora afirma:<br />
Si la biblioteca es metáfora organizadora <strong>de</strong> la literatura hispanoamericana,<br />
entonces el autobiógrafo es uno <strong>de</strong> sus numerosos bibliotecarios, que vive en el<br />
libro que escribe y se refiere incansablemente a otros libros. Leyendo antes <strong>de</strong> ser<br />
y siendo lo que lee (o lo que lee <strong>de</strong> modo <strong>de</strong>sviado), el autobiógrafo también se<br />
<strong>de</strong>ja llevar por el libro (1991: 27).<br />
Esta especie <strong>de</strong> dogma cafesiano, leo luego existo, parece ser una constante en<br />
los escritos <strong>autobiográfico</strong>s locales, cuya autor-idad se transforma -para Molloyen<br />
la ñgura <strong>de</strong>l bibiliotecario. <strong>Reinaldo</strong>, contraria y raramente, escribe sin libros'' y<br />
evita constanrcmente fabular el acto <strong>de</strong> lectura <strong>infantil</strong> en,4 ntes que anochezco.Dicho<br />
episodio pa¡ece postergarse o borrarse, pero la posible conciencia <strong>de</strong> la práctica,<br />
perrnite quc justifique su omisión:<br />
¿Cuál fue la influencia literaria que tuve yo en mi infancia? Ningún libro, ninguna<br />
enseñanza, si se exceptúan las rcnulias llamadas "<strong>El</strong> beso a la Patria". Des<strong>de</strong> el<br />
punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> la escritura, apenas hubo influencia literaria en mi infancia; pero<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista mágico, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong>l misterio. que es<br />
imprescindible para toda formación, mi infancia fue el momento más literario <strong>de</strong><br />
toda mi vida (200Ic: 45).<br />
Esta solución o giro altemo que <strong>Reinaldo</strong> Arenas da a una pregunta propia <strong>de</strong> la<br />
autobiografía grandilocuente merece consi<strong>de</strong>rar su postura ante la presente<br />
14 Aun cuando la ausencia lileraria p¡edomina y es exhibida, no <strong>de</strong>bo omitir la leclcu't^ <strong>de</strong> Ia llíoda<br />
narrarla en Antes que anorr¡¿¡c¿, al igua que otros textos, durante Ia permanencia <strong>de</strong> <strong>Reinaldo</strong> Ar€nas<br />
como prófugo.<br />
370
discursividad. Sin embargo, <strong>de</strong>bo referirme a otro punto antes <strong>de</strong> llegar a mis primeras<br />
conclusiones. Entre las nociones cafacterísticas que enumera Molloy como constantc<br />
en los mo<strong>de</strong>los <strong>de</strong> autorrepresentación hispanoamericanos, se encuentra el silencio <strong>de</strong><br />
la tnfancia, Antes que anochelca parece negar absolutamente esta referencia, pues no<br />
sólo la infancia es constantemente "citada" en el libro, sino que a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> llevar en<br />
sí un gran peso narrativo que extien<strong>de</strong> sus confines hasta más allá <strong>de</strong> la juventud <strong>de</strong><br />
<strong>Reinaldo</strong>, a pa-rtir <strong>de</strong>l <strong>recuerdo</strong> <strong>infantil</strong> siempre se rememora como episodio grato,<br />
erótico y productivo <strong>de</strong>l escritor La infancia es una constante siempre presente que<br />
at¡aviesa también el corpus y el cuerpo, por ello la agria <strong>de</strong>spedida <strong>de</strong>l escritor al<br />
bo¡<strong>de</strong> <strong>de</strong>l suicidio: " A<strong>de</strong>más, me voy sin tener que pasaf prime¡o por el insulto <strong>de</strong> la<br />
vejez" (2001c: l5).<br />
Pero mi intención al negar los preceptos básicos dc Molloy no se propone<br />
invalida¡ dicho estudio, que por <strong>de</strong>más es uno <strong>de</strong> mis soportes principales, sino<br />
señalar cómo la esc¡itura <strong>de</strong>l margen parece no a<strong>de</strong>cua¡se a las constantes<br />
tradicionales <strong>de</strong> Ia escritura canónica. <strong>Reinaldo</strong> se disemina en el texto y, aspirando a<br />
la totalidad que con su pentagonía pensó experimenta¡'', construye un discurso<br />
enrarecido por su cualidad <strong>de</strong> outsí<strong>de</strong>r, cuyos mejores pasajes nos expone<br />
<strong>de</strong>scamadamente (a diferencia <strong>de</strong>l plantearniento <strong>de</strong> Molloy) lo silenciado por el<br />
régimen: su ftenética (com)pulsión homosexual.<br />
Si en Celestino... la duplicidad masculina infería algún <strong>gesto</strong> homoerótico, en <strong>El</strong><br />
mundo alucínante la pulsión llega a metaforizase hasta el cansancio sin per<strong>de</strong>r su<br />
potente condición <strong>de</strong> propuesta especular:<br />
Ahora el fraile estabajunto al fraile. Había llegado al punto en que <strong>de</strong>bían fundirse<br />
en uno solo. Estaban a oscuras, porque la esperma <strong>de</strong> la vela ya hacía rato que se<br />
había <strong>de</strong>rretido y evaporado. Tanto era el calor. <strong>El</strong> fraile se acercó más al fraile y<br />
los dos sintie¡on una llama que casi los iba traspasando. <strong>El</strong> fraile retiró una mano.<br />
Y el fraile también la retiró. De ma¡era que ambas manos quedaron en el mismo<br />
lugar. "Horrible es el calor", dijeron las dos voces al mismo tiempo. Pero ya eran<br />
una (Arenas, 2001b: 98).<br />
<strong>El</strong> recurso se repite, <strong>de</strong> semejante manera, en "Viaje a La Habana", relato que<br />
narra la vuelta <strong>de</strong> un exiliado a su patria con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> visitar a su hijo, con quien por<br />
acci<strong>de</strong>nte o <strong>de</strong>stino termina acostándose:<br />
15 No olvi<strong>de</strong>mos cómo en Antes que anochezca se relata la escritura triple <strong>de</strong> la novela, a causa <strong>de</strong> su<br />
continuo <strong>de</strong>comiso fror pane <strong>de</strong> la S€gu¡idad <strong>de</strong>l Estado <strong>de</strong> Cuba (2001c: 139).<br />
371
Y cn aquel instante, Ismael <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> ser un hombre <strong>de</strong> cincuenta años, para<br />
convertirse también en un hermoso joven que e¡a amado y poseído por su<br />
hermoso compañero. Sensación <strong>de</strong> flotar, certeza <strong>de</strong> diluirse, <strong>de</strong> integfa$e, <strong>de</strong><br />
fundirse a alguien que siendo él mismo --él mismo- es el opuesto, la resistencia<br />
anhelada y amada, que siendo uno mismo pue<strong>de</strong> damos el placer <strong>de</strong> ser otro, ese<br />
otro yo tan <strong>de</strong>sgarradoramente dado ya por <strong>de</strong>saparecido y <strong>de</strong> pronto, en medio<br />
<strong>de</strong>l inñemo, en plena llama, encont¡ado... (2000: 147-148).<br />
Ambos escritos observan en la paridad sexual homoerótica, la reflexión <strong>de</strong>l<br />
espejo. Sin embargo, en Antes que anochezca, <strong>Reinaldo</strong> se permite confesar sus<br />
excesos, <strong>de</strong>lirios y pasiones. Escribiendo sob¡e su cuerpo mueno, <strong>Reinaldo</strong> Arenas<br />
produce un epitafio. Más allá <strong>de</strong> la muete, en su cuerpo-texto se producen una<br />
cantidad <strong>de</strong> estrategias autodiscu¡sivas disímiles pc¡o todas imbricadas en una teoría<br />
<strong>de</strong> la representación altema, (<strong>de</strong>s)figurada y subversiva. Como la mata <strong>de</strong> manos,<br />
imagen que nace en <strong>El</strong> mundo alucinante, la escritura <strong>de</strong> Arenas se <strong>de</strong>splaz a ingeniosa<br />
y cómodamente por registros y estilos disímiles y mixtos, trazados por manos<br />
distintas y combinables. Como la pareja <strong>de</strong> "Que trine Eva" en Vaje a h Habana,la<br />
compulsión por el cambio <strong>de</strong> vestuario constante y estrafalario se convierte en<br />
metáfora <strong>de</strong> vida, estilo, escritura y también <strong>de</strong> subve¡sión'0.<br />
Para ¡ealzar lo altemo y el margen, quisiera finalizar mi escritura sobre <strong>Reinaldo</strong><br />
con uno <strong>de</strong> sus sueños y así enca<strong>de</strong>narlo al encuentro final con Leonardo: (con)fusión<br />
texual y sexual...<br />
I 6 De la Declaración <strong>de</strong>l Primer Congreso Nacional <strong>de</strong> Educación y Cultu¡a. fechado el 30 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong><br />
1971. se <strong>de</strong>rivan cuatro conclusiones. H€ querido transcribirias literalmente, pues <strong>de</strong> ellas pue<strong>de</strong><br />
ensayarse ora lectura subversiva y po¡ítica <strong>de</strong>l texto:<br />
1. La revolución ha <strong>de</strong> te¡eren cuenta el fenómeno social <strong>de</strong> la moda <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l marco <strong>de</strong> nuestras<br />
caractcrísticas económicas, ambientales e i<strong>de</strong>ológicas-<br />
2. Al estudiar esÉ fenómeno <strong>de</strong> modas, costuúbres. ext¡avagancias, etcétera, rarificamos la<br />
necesidad <strong>de</strong> mantener la unidad monolítica e i<strong>de</strong>ológica <strong>de</strong> nuestro pueblo, y el combare a<br />
cu¿lquier forma <strong>de</strong> <strong>de</strong>sviación entre los jóvenes.<br />
3. Que es necesado el enfrentamiento directo para la eliminación <strong>de</strong> las abenaciones<br />
extravagantes.<br />
4. l-a revolución <strong>de</strong>be o¡ient¡r una política consecuente en relación a la moda. que con una accion<br />
positiva neutralice o impida la entrada <strong>de</strong> ren<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> la moda que se originan en paíse!<br />
capitalistas <strong>de</strong> gra¡ <strong>de</strong>sarrollo y cuya base económica mercantil e i<strong>de</strong>ológica <strong>de</strong>tren tenerse<br />
presenrcs y que cuando la aceptamos indiscrimin¡damente <strong>de</strong>viene en factor <strong>de</strong> <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia<br />
cultural.<br />
5. Que a panir <strong>de</strong>¡ hecho <strong>de</strong> la influencia <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminadas modas que se arribuyen la<br />
repres€ntación <strong>de</strong> fo¡mas <strong>de</strong> r€beldíajuvenil, <strong>de</strong>b€ hacerse un trabajo <strong>de</strong> divr¡lgación y explicación<br />
sobre el o¡igen, <strong>de</strong>sarrollo, asimilación y expofación <strong>de</strong>l fenómeno por las socieda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ntes<br />
que lo arasmilen, rcrgivenan. comercializan, como un intento úlrimo <strong>de</strong> colonización cultural (en<br />
Almendros, 1984: 180).<br />
372
En algún sueño yo soy un pintor; tengo un estudio vasto y pinto gran<strong>de</strong>s cuadrcs:<br />
yo creo que los cuadros que pinto tienen que ver con los seres queridos; en ellos<br />
predomina el azul y en él se disuelven las figuras. Dc pronto, entra Liízaro joven,<br />
esbelto: me saluda con un tono <strong>de</strong> <strong>de</strong>sencanto; camina hasta la gran ventana que<br />
da a la calle y salta po¡ la yentana... (2001c: 336).<br />
En el tcrcer orgasmo, <strong>El</strong>isa, que no cesaba <strong>de</strong> ja<strong>de</strong>ar mientras pronunciaba las<br />
palabras más obscenas, no solamente se olvidó <strong>de</strong>l puñal, sino también <strong>de</strong> ella<br />
misma. .\-oté que al parecer iba perdiendo la "concentración y energía'que, según<br />
ella misma me había explicado, la convertían en una verda<strong>de</strong>ra mujer Sus ojos<br />
perdían brillo, el color <strong>de</strong> su rostro <strong>de</strong>saparecía, sus pómulos se hundían. De<br />
repente. su larga cabellera cayó <strong>de</strong> golpe y me vi ent¡e los brazos dc un anciano<br />
calvo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ntado y hediondo que gimiendo mc sobaba el sexo. Al momento se<br />
sentó sobre é1, cabalgrindolo como un ve¡dadcro <strong>de</strong>monio. Rápidamente lo puse<br />
en cuatro patas y, a pesar <strong>de</strong> mi asco, me dispuse a darle todo el placer que me<br />
fuera posible, hasta <strong>de</strong>jarlo tan extenuado que me permitiese escapar. Comojamás<br />
había practicado la sodomía quise hacerme la ilusión remota <strong>de</strong> que aquel<br />
esperpento, aquel saco <strong>de</strong> huesos, al que a<strong>de</strong>más le había salido una honible<br />
barba, seguí siendo <strong>El</strong>isa. Y mientras lo poseía lo llamé por ese nombre. Pero é1,<br />
en medio <strong>de</strong>l paroxismo, volvió el rostro mirándome con unos ojos que eran dos<br />
cuencas rojizas./ -¡Llámame Leonardo, coño! ¡Llámame Leonardo! -dijo<br />
mientras se retorcía y mugía <strong>de</strong> placer como nunca antes vi hacerlo a un se¡<br />
humano. / ¡Leonardo! Empecé entonces a repetir, poseyéndolo... (2fi)0: 85).<br />
Bibliograflra<br />
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Arenas, <strong>Reinaldo</strong> (2000). Uaje a k Habana (Novela en tres viajes). MiaÍúi<br />
Ediciones <strong>Un</strong>iversal.<br />
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Editores. Colección Fábula.<br />
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AliaDza Forma.<br />
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