El gesto autobiográfico. Un recuerdo infantil de Reinaldo. - Estudios ...
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La increíble trivialidad <strong>de</strong>l texto, escrito aparentemente momentos antes <strong>de</strong>l<br />
suicidio y caracterizado por una redacción aparentemente precipitada y a veces torpe,<br />
se vincula más a la leyenda <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> Marilyn que a los propios escritos <strong>de</strong><br />
Arenas. Esto nos hace repensar por completo el texto.<br />
Nuevamente, Sylvia Molloy al abordar Ia escritura autobiográfica en<br />
Hispanoamérica comenta que el practicante <strong>de</strong> esta forma <strong>de</strong> discurso suele ser un<br />
"eficacísimo autocensor" que introduce silencios en lo que no pue<strong>de</strong> contarse, lo cual<br />
a menudo es relatado en otros textos menos comprometedores. Igualmente, consi<strong>de</strong>ra<br />
que uno <strong>de</strong> los silencios generales <strong>de</strong>l autobiógrafo <strong>de</strong>l siglo xIX es la infancia. que se<br />
sustituye por la escena <strong>de</strong> lectura o el acto <strong>de</strong> leer, la cual es propuesta por Molloy<br />
con la imagen que caracteriza al escritor autocompulsivo: el lector con el lib¡o en la<br />
mano. La autora afirma:<br />
Si la biblioteca es metáfora organizadora <strong>de</strong> la literatura hispanoamericana,<br />
entonces el autobiógrafo es uno <strong>de</strong> sus numerosos bibliotecarios, que vive en el<br />
libro que escribe y se refiere incansablemente a otros libros. Leyendo antes <strong>de</strong> ser<br />
y siendo lo que lee (o lo que lee <strong>de</strong> modo <strong>de</strong>sviado), el autobiógrafo también se<br />
<strong>de</strong>ja llevar por el libro (1991: 27).<br />
Esta especie <strong>de</strong> dogma cafesiano, leo luego existo, parece ser una constante en<br />
los escritos <strong>autobiográfico</strong>s locales, cuya autor-idad se transforma -para Molloyen<br />
la ñgura <strong>de</strong>l bibiliotecario. <strong>Reinaldo</strong>, contraria y raramente, escribe sin libros'' y<br />
evita constanrcmente fabular el acto <strong>de</strong> lectura <strong>infantil</strong> en,4 ntes que anochezco.Dicho<br />
episodio pa¡ece postergarse o borrarse, pero la posible conciencia <strong>de</strong> la práctica,<br />
perrnite quc justifique su omisión:<br />
¿Cuál fue la influencia literaria que tuve yo en mi infancia? Ningún libro, ninguna<br />
enseñanza, si se exceptúan las rcnulias llamadas "<strong>El</strong> beso a la Patria". Des<strong>de</strong> el<br />
punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> la escritura, apenas hubo influencia literaria en mi infancia; pero<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista mágico, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong>l misterio. que es<br />
imprescindible para toda formación, mi infancia fue el momento más literario <strong>de</strong><br />
toda mi vida (200Ic: 45).<br />
Esta solución o giro altemo que <strong>Reinaldo</strong> Arenas da a una pregunta propia <strong>de</strong> la<br />
autobiografía grandilocuente merece consi<strong>de</strong>rar su postura ante la presente<br />
14 Aun cuando la ausencia lileraria p¡edomina y es exhibida, no <strong>de</strong>bo omitir la leclcu't^ <strong>de</strong> Ia llíoda<br />
narrarla en Antes que anorr¡¿¡c¿, al igua que otros textos, durante Ia permanencia <strong>de</strong> <strong>Reinaldo</strong> Ar€nas<br />
como prófugo.<br />
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