El gesto autobiográfico. Un recuerdo infantil de Reinaldo. - Estudios ...

extendiendo de esta manera los contenidos fabulares a un espacio usualmente autoral.
Esta doble función del epígrafe permite que se (con)fundan las voces y podamos
plantear, nuevamente, Ia inmersión de la escritura en lo autofigurativo.
La existencia de un gesto autobiográfico se consolida precisamente por el hecho
de que, como afirma Molloy, la escritu¡a del margcn acude a,,¡ecursos ingeniosos"
que pcrmiten cierta inscripción autobiogriífica en discunios de.'absoluta" apariencia
ficcional. El texto se sume¡ge, entonces, en la escritura autobiog¡áfica entendida
desde la ambigüedad, desde su poder gestual: "Hachas. Hachas. Hachas... y yo tengo
un miedo enorme a que algún día a Celestino le dé la idea de escribir esos garabatos
en su propio cuerpo" (Arenas, 2001a: 19\.
Yo, tú, él: la escritura a¡ucinante...
A pesar de que Lourei¡o considera que el cuestionamiento constante de la teoría
sobre el problema de la autobiogafía radica en su "relativa juvenrud como campo
cítico", señala también con mucha peninencia que no podemos ignorar la creciente
¡evisión de términos como el de historia, poder, sujeto, esencia, representación,
referencialidad y expresividad, los cuales dinámicamente inciden en el estudio de lo
autobiográfico ( l99l: 3).
En el anículo "¿Una crisis de la Historia?" originalmente realizado para el diario
Le monde y aparecido el 4 de octubre de 1996, Roger Chafiier (2OOO 261-264\
¡eflexiona en torno al libro S¡¡r /c "crise" de l'H¡stoire de Géra¡d Noiriel, quien
considera que la reintroducción en la disciplina histórica de las eternas querellas de la
filosofía -lo que se ha llamado el giro epistemológico- ha recrudecido duramente
las divisiones de la comunidad académica a causa de la .'desviación,' del método por
parte de algunos historiadores centrados en el problema de la escritura. Al no
compani¡ esta perspectiva, Cha¡tier considera que la problemática del regist¡o del
conocimiento histórico no puede ser nunca considerada irelevante y al respecto,
puntualiza:
A pafiir de la lectura de Michel de Cefeau, de Hayden White o de paul Ricoeur,
los historiadores debieron aceptar, mal o bien, que la historia que ellos escriben
depende siempre de las fórmulas que rigen a todas las nanaciones, cualesquiera
sean. Incluso desde mucho tiempo antes, debieron considerar, con Ranke y
después con Seignobos, que el saber que constuyen se sitúa siempre en la
ireductible distancia que separa la realidad histórica de los ¡elatos elaborados a
partir de Ias huellas (que otros, más ta¡de, llama¡án '.indicios,') dejadas por ese
pasado. [...] La pregunta sobre la distancia entre la realidad histórica y sus
representaciones (las proporcionadas por los antiguos archivos o las conskuidas
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