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por ellos sigue llamando Él - Covide-Amve

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servicio doctrinal<br />

4,19). Llama a todos los hombres: “Venid a mí<br />

todos los que estáis fatigados y oprimidos” (Mt<br />

11,28). Llamará en el fin del mundo, a los bienaventurados:<br />

“Venid, benditos de mi Padre, tomad<br />

posesión del reino” (Mt 25,34).<br />

Dios <strong>sigue</strong> <strong>llamando</strong> a muchas personas para servir<br />

a su pueblo. Algunos acogen esta invitación desde<br />

un compromiso de vida en comunidad. El sueño de<br />

un mundo mejor, en el que cada uno sea hermano,<br />

no es una utopía imposible, sino que puede entrañar<br />

un comienzo de realización. Todo <strong>por</strong>que creemos<br />

en Cristo, <strong>por</strong>que hemos aceptado ser interpelados<br />

<strong>por</strong> el Espíritu y abrasados <strong>por</strong> el fuego que<br />

purifica.<br />

Los seguidores de Jesús del nuevo milenio serán<br />

diferentes de los del pasado. Así ha sido siempre.<br />

Estoy seguro de que muchos jóvenes han sentido<br />

esa llamada, pero tratan de ocultarla, olvidarla, y<br />

les da miedo. Además hacen falta acompañantes<br />

que los ayuden a seguirla.<br />

Cristo nos llama…<br />

El Padre llama a los hombres y mujeres <strong>por</strong> su<br />

Palabra, que es Jesucristo. La voz de Cristo es la<br />

voz de Dios. Cristo, enviado del Padre, viene a llamar<br />

a los pecadores (Lc 5,32). <strong>Él</strong> es el Pastor prometido<br />

que viene a congregar en la unidad a todas<br />

las ovejas dispersas. Jesús de Nazaret es designado<br />

como Kalón (el que llama); esto quiere decir que<br />

desempeña un oficio divino.<br />

... a la santidad. Hemos sido únicamente llamados<br />

a ser santos en la Iglesia. El que se decide a edificar<br />

la torre de la santidad cristiana, “siéntese primero,<br />

y calcule los gastos” (Mt 14,28). “Nadie<br />

puede servir a dos señores... No podéis servir a<br />

Dios y a las riquezas” (Mt 6,33).<br />

... con amor. La llamada que Cristo nos dirige es<br />

una llamada de amor. El Señor nos llama <strong>por</strong>que<br />

nos ama: “cuando Israel era niño, yo lo amé; yo,<br />

desde Egipto, vengo <strong>llamando</strong> a mi hijo” (Os 11,1).<br />

... siempre. El amor de Dios le mueve a llamarnos<br />

continuamente. Aun cuando nos hallamos perdidos<br />

10<br />

semana vocación misión vicenciana 2006<br />

y entretenidos en “pasatiempos”, el Señor no deja<br />

de llamar.<br />

... <strong>por</strong> la Iglesia. Dios ha querido que su Voz llegue<br />

al hombre. “¿Cómo invocarán a Aquel en quien no<br />

han creído? ¿Y cómo oirán si nadie les predica?”<br />

(Rm 10,14).<br />

3. Saber escuchar la voz de Dios<br />

Necesitamos escuchar la voz de Dios. Así se labra la<br />

tierra en la que crece la semilla de las vocaciones,<br />

de todas las vocaciones. A partir de ahí, cada uno<br />

vivirá su vida como respuesta a la llamada de Dios:<br />

respuesta en el matrimonio y en la vida santa de un<br />

seglar apostólico, respuesta en el ministerio sacerdotal<br />

o en la vida consagrada.<br />

La voz de Dios se oye sólo cuando hay un cierto<br />

grado de silencio interior. Es una voz íntima que<br />

resuena sólo en la profundidad de uno mismo (cfr.<br />

Vocación de Samuel 3,1-19). El que vive volcado<br />

sobre el exterior, acaparado y seducido <strong>por</strong> las<br />

cosas exteriores, no puede oír la llamada de<br />

Jesucristo. Si uno no se pregunta para qué está en<br />

este mundo, qué es lo que de verdad vale la pena<br />

en la vida, qué quiere Dios de él, nunca llegará a<br />

percibir ni formular una respuesta. Donde no hay<br />

preguntas, tampoco llega la respuesta.<br />

Hay que reafirmar que Dios <strong>sigue</strong> <strong>llamando</strong>. Esta es<br />

una certeza teológicamente indiscutible. La raíz del<br />

problema de las vocaciones es tener ocupados los<br />

sentidos en otras músicas que impiden oír la música<br />

de Dios, que en ocasiones es apenas un susurro.<br />

Cuando me comentan que no hay vocaciones, yo<br />

me pregunto: ¿<strong>por</strong> qué ocurre eso? Sería más exacto<br />

decir que vocaciones sí hay, <strong>por</strong>que Dios <strong>sigue</strong><br />

<strong>llamando</strong> para todo aquello que la Iglesia y el<br />

mundo necesitan. Lo que no hay son respuestas.<br />

Por eso se puede decir que si no hay vocaciones es<br />

<strong>por</strong>que, a nivel más profundo, no hay sentido vocacional<br />

de la vida. Hoy no tenemos tiempo para<br />

cuestionarnos nuestra propia vida y preguntarnos<br />

para qué estamos en este mundo, qué es de verdad<br />

vivir, qué es lo que puede dar verdadero valor a<br />

nuestra vida, lo que nos puede llenar el corazón y

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