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por ellos sigue llamando Él - Covide-Amve

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servicio vocacional<br />

He sido una de las personas afortunadas que me he<br />

educado en un colegio de Hermanas y que después<br />

en JMV he estado en contacto con ellas y con<br />

Padres Paúles durante muchos años. Me han pedido<br />

que plasme de alguna forma qué ha supuesto<br />

esto para mí y qué visión tengo hoy de la vocación<br />

de la Hija de la Caridad y de Padre Paúl.<br />

La verdad es que cuando miras hacia atrás te das<br />

cuenta de que cada persona es una riqueza con<br />

matices diferentes y que cada una deja su huella<br />

sobre ti, hoy diría más: un regalo de Dios. Yo misma<br />

me miro hoy y reconozco en mí esa suma de singularidades.<br />

Y esa huella inconfundible que te dejan<br />

las hermanas con su estilo de vida puedes apreciarla<br />

en los estilos más audaces o en una hermana que<br />

lleva 40 años haciendo todos los días lo mismo,<br />

Dios es así, rompe una y otra vez nuestros esquemas.<br />

Creo que en una sociedad saturada de todo,<br />

es en los pequeños detalles donde se aprecia sobre<br />

todo la calidad que viene de lo profundo. Hoy quisiera<br />

tener una palabra de reconocimiento para las<br />

muchas acciones calladas diarias que observas en<br />

ellas. Recuerdo detalles como el de una hermana<br />

que regaba y cuidaba las plantas y eso me interrogaba<br />

sobre qué tendría que vivir <strong>por</strong> dentro, pues<br />

si una planta era im<strong>por</strong>tante para ella, cuánto más<br />

la personas... y qué decir de la labor allí donde exista<br />

injusticia, todos conocemos las muchas obras<br />

que Hermanas y Padres desarrollan <strong>por</strong> todo el<br />

mundo como un ejército de comunión con los seres<br />

sufrientes. En general destacaría la tenacidad y la<br />

ecuanimidad, esa capacidad de permanecer sereno<br />

y confiado ante los obstáculos, en la confianza de<br />

que es el Señor quien construye.<br />

Llegados a este punto me parece interesante resaltar<br />

algo de lo que yo misma he experimentado en<br />

64<br />

semana vocación misión vicenciana 2006<br />

Edurne Urdampilleta<br />

“Faros” en la noche<br />

mi proceso de crecimiento. Si im<strong>por</strong>tante es ya de<br />

adultos rodearse de gente positiva para poder trabajar<br />

a gusto, <strong>por</strong> ejemplo en equipo, esta experiencia<br />

se hace imprescindible cuando eres joven y<br />

andas sediento de marcos de referencia. Recuerdo<br />

especialmente en la adolescencia como si uno sintiese<br />

que tu barca navega a tientas en la oscuridad<br />

y en ese ambiente hostil, las hermanas fueran<br />

auténticos “faros en la noche”. Una podía ser faro<br />

con la cercanía y la sonrisa, otra con la formación y<br />

el discernimiento, otra simplemente “al saber estar<br />

con los jóvenes” dedicando ATENCIÓN auténtica, y<br />

con todos estos detalles que aparentemente pasaban<br />

desapercibidos te estaban dando grandes lecciones<br />

de humanidad y divinidad: como que las personas<br />

somos im<strong>por</strong>tantes para Dios, esa siempre ha<br />

sido la mejor catequesis, la del ejemplo. Luego ese<br />

saber dedicar tiempo a los jóvenes es uno de los<br />

méritos que siempre les he aplaudido en una sociedad<br />

que sólo valora lo rápido y productivo, es predicar<br />

tozudamente la dinámica de lo dado, de lo<br />

gratuito. Esta sencillez es un indicio de originalidad,<br />

nos acerca a Dios y cuestiona nuestras complejidades.<br />

Y entonces me pregunto, si esto ya era necesario<br />

hace décadas ¿cuánto no lo será hoy que<br />

otros muchos se quieren apuntar a ser falsos faros<br />

y encima con precio?<br />

En aqu<strong>ellos</strong> años supongo que simplemente absorbía<br />

como una esponja, pues grande era también mi<br />

sed. Y hablando de sed, fueron también las hermanas<br />

las que despertaron la sed de ese “algo más”,<br />

con los años apreciaría mejor el valor de este regalo.<br />

Y desde las primeras convivencias instauraron<br />

en mí ese ritmo entre “acción y quietud”, esa quietud<br />

que no es pasividad, sino donde se recupera la<br />

fuerza, la sabiduría y el discernimiento.<br />

Sobre todo creo que las personas de vida consagra-

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