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por ellos sigue llamando Él - Covide-Amve

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servicio doctrinal<br />

céntrica y sólo se entiende <strong>por</strong>que la causa de los<br />

pobres es la causa de Cristo.<br />

Vicente de Paúl jamás separa el trinomio: “Cristo-<br />

Iglesia-Pobres”. Para Vicente de Paúl, la Iglesia es<br />

una comunidad de caridad, que continúa el “espíritu<br />

de caridad perfecta de Cristo”. Por eso, cuando<br />

se está con los pobres y se pone el máximo de efectivos<br />

al servicio de los necesitados y desvalidos, se<br />

está seguro de permanecer en la Iglesia de Cristo.<br />

A la luz de la fe, Vicente de Paúl descubre que los<br />

pobres, antes que destinatarios de sus servicios,<br />

son presencia latente y patente en el mundo del<br />

Señor crucificado. Y, a partir de esta “mirada de fe”,<br />

la caridad dinamiza y especifica el carisma vicenciano.<br />

En este punto, la antología de textos de San Vicente<br />

es tan amplia como incisiva. Por ejemplo, cuando se<br />

dirige a las Señoras de las Cofradías de la Caridad<br />

(hoy las Voluntarias de la Caridad-AIC) deja muy<br />

claro que no existe separación entre Cristo y los<br />

pobres: “El mismo Cristo quiso nacer pobre, recibir<br />

en su compañía a los pobres, servir a los pobres,<br />

ponerse en lugar de los pobres, hasta decir que el<br />

bien y el mal que hacemos a los pobres los considerará<br />

como hecho a su divina persona...¿Y qué<br />

amor podemos tenerle nosotros a <strong>Él</strong>, si no amamos<br />

lo que <strong>Él</strong> amó? No hay ninguna diferencia, señoras,<br />

entre amarle a <strong>Él</strong> y amar a los pobres de ese modo;<br />

servirles bien a los pobres, es servir bien a <strong>Él</strong>...”<br />

(SVP, X,954-955).<br />

No es menos claro cuando recuerda a las Hijas de<br />

la Caridad: “ Al servir a los pobres, se sirve a<br />

Jesucristo en la persona de los pobres. Y esto es<br />

tan verdad como que estamos aquí. Una Hermana<br />

irá diez veces a ver a los enfermos, y diez veces<br />

cada día encontrará en <strong>ellos</strong> a Dios...” (SVP,<br />

IX,240).<br />

Vicente deja muy claro que el único camino para<br />

llegar, siempre y a tiempo, a la cita con Dios es el<br />

camino del encuentro servicial con el pobre y el<br />

necesitado. “Por <strong>ellos</strong>, <strong>Él</strong> <strong>sigue</strong> <strong>llamando</strong>”, como nos<br />

recuerda el lema de esta Semana Vocación-Misión.<br />

Y nos <strong>sigue</strong> llamado hoy, en pleno siglo XXI. Se<br />

12<br />

semana vocación misión vicenciana 2006<br />

llega tarde y nunca a la cita con Dios cuando no llegamos<br />

a la cita con los pobres: “Id a ver a los<br />

pobres condenados a cadena perpetua, en <strong>ellos</strong><br />

encontraréis a Dios; servid a esos niños, y en <strong>ellos</strong><br />

encontraréis a Dios. ¡Hijas mías, cuán admirable es<br />

esto! Vais a unas casas muy pobres, pero allí<br />

encontraréis a Dios...” (SVP, IX, 240).<br />

A ejemplo de Santa Luisa de Marillac<br />

La nueva y definitiva vocación de esta mujer va a<br />

consistir, sobre todo, en salir de su propia y pequeña<br />

periferia y asomarse decididamente al camino<br />

que baja de Jerusalén a Jericó, donde van quedando<br />

los expoliados, los heridos y los masacrados. Al<br />

fin, la señorita Le Gras había llegado a la conclusión<br />

de que los pobres no son un pasatiempo piadoso o<br />

benéfico, sino una pasión dolorosa, una terrible<br />

pregunta de Dios a la que hay que responder con<br />

urgencia y audacia. No en vano, ella misma había<br />

comunicado insistentemente a Vicente de Paúl que<br />

se sentía impulsada a servir en cuerpo y alma a los<br />

pobres.<br />

Luisa de Marillac llegó a experimentar que el seguimiento<br />

de Cristo se da en la historia sufriente de la<br />

humanidad, no en los paisajes de la buena voluntad.<br />

Su cristología dejó de ser teórica para hacerse<br />

práctica, dando paso a la vivencia de un Cristo<br />

encarnado en los márgenes de la sociedad y hecho<br />

siervo para anunciar y realizar la Buena Nueva a<br />

favor de los pobres. La fuerza del espíritu la llevó a<br />

sentirse enviada a “liberar a los cautivos, a dar la<br />

vista a los ciegos, a dignificar a los oprimidos y a<br />

proclamar la bondad del Señor”.<br />

Esta mujer inquieta, vivaracha, atrevida, arriesgada,<br />

no pone fronteras a su corazón. Sabe que los<br />

pobres mandan y que la “apertura, la disponibilidad,<br />

la movilidad y la sensibilidad” hacia las distintas<br />

formas de pobreza son el baremo de su fidelidad<br />

al plan de Dios. En sus oídos resuena, como<br />

compromiso insoslayable y recordatorio imperativo,<br />

aquel grito de Vicente de Paúl: “El amor es inventivo<br />

hasta el infinito” (SVP, XI,3). Por eso, alienta a<br />

sus “hijas” a ampliar progresivamente el abanico de<br />

sus servicios a todos los necesitados. Podemos

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