por ellos sigue llamando Él - Covide-Amve

Objetivos:
Ayudar a descubrir a los niños que todos tenemos
una misión en la vida y llevarla a cabo nos
hará felices.
Fijándonos en Vicente de Paúl elaborar algún
compromiso que nos ayude a servir a los
demás.
Desarrollo:
1. EXPERIENCIA HUMANA
Introducción:
El Catequista tratará de explicar a los niños lo que
es la vocación, para ello partimos de una actividad
que consiste en dibujar lo que cada uno quiere ser
de mayor. Después lo ponemos en común indicando
las razones por las que hemos hecho ese dibujo.
A continuación se puede leer esta introducción o el
catequista puede adaptar la explicación a su grupo.
La vocación es una llamada que recibimos, que nos
empuja sin darnos cuenta a hacer aquello para lo
que estamos hechos y capacitados. Nuestros gustos
y forma de ser, nuestros deseos y aficiones
favoritas, el ejemplo y consejos de otras personas
nos irán diciendo cuál es nuestra vocación, nuestro
camino o el trabajo al que estamos llamados.
Seguro que alguna vez te habrás parado a pensar
en lo que te gustaría ser de mayor. Son muchas las
cosas a las que podrías dedicarte. Hay infinidad de
oficios y trabajos diferentes que podrías hacer, pero
para poder elegir el tuyo, deberás conocer primero
cuál es tu vocación.
La vocación es algo más que una profesión, es la
manera en que queremos emplear nuestra vida
para hacer algo útil que ayude a los demás a vivir
mejor y más felices. La tarea de todo cristiano, sea
cual sea su vocación y trabajo, será siempre la de
servir y ayudar a los demás. Así lo hizo Jesús. Así lo
hicieron Vicente de Paúl y Luisa de Marillac.
Punto de partida:
(Sugerimos partir de un cuento que narra la historia
de una pequeña semilla que llega a convertirse
en un gran árbol. Está basado en un montaje de
diapositivas con el mismo título. Si se tiene acceso
a él se puede utilizar en lugar del relato que ofrecemos
a continuación)
Historia de una semilla
servicio pastoral
catequesis infantiles
Había una vez una pequeña semilla que dormía en
un almacén. Vivía en la oscuridad esperando el día
en que pudiera desarrollarse, crecer y poder ofrecer
al mundo lo mejor de sí misma. No estaba muy
segura de lo que llegaría a ser. Tal vez un árbol
frondoso que regalara su sombra a los caminantes
agotados por el duro trayecto. O quizás llegaría a
ser un frutal generoso que ofrecería jugosos frutos
para deleitar el paladar de los niños. O puede que
se convirtiera en una linda flor que cada día regalaría
su belleza y perfume transmitiendo un mensaje
de alegría.
En estos pensamientos se entretenía nuestra semilla
cuando un joven se dirigió al almacén y compró
un saco de ellas. La semilla sintió miedo al principio.
¿Qué le pasaría? Pero decidió ser fuerte y no
desanimarse aunque hubiera dificultades.
Realizó un pequeño viaje en el maletero de un
coche. Cuando llegaron al lugar adecuado el joven
fue cogiendo las semillas que había adquirido y las
fue introduciendo en la tierra.
Nuestra semilla se encontraba a gusto allí. De la tierra
recibía el alimento y la protección contra las
inclemencias del tiempo. Pero de repente sintió una
fuerte llamada a no quedarse sin hacer nada. Ella
tenía que romperse, tenía que esforzarse por crecer,
por buscar el alimento que le proporcionaba la
tierra en capas más bajas. Allí encontraba las sustancias
adecuadas para desarrollarse más y más.
Todo esto suponía vencer dificultades, cuando
intentaba extender sus raíces encontraba piedras
que tenía que sortear, otras veces la tierra no estaba
lo suficientemente húmeda y no podía tomar de
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