por ellos sigue llamando Él - Covide-Amve
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servicio litúrgico<br />
Señor, ¡no me hagas eso!, ¿qué haré yo entonces<br />
en el jardín?, ¡me convertiré en un ser ridículo!.<br />
Y otra vez dijo el Señor:<br />
Si no te corto las hojas y las ramas que te estorban<br />
para lo que te necesito, no me servirás.<br />
Entonces, el sol estremecido se ocultó entre las<br />
nubes curiosas, los pajarillos alzaron el vuelo saliendo<br />
del jardín temiendo el desenlace.<br />
Temblando y un tanto aturdida, la caña de bambú<br />
pudo balbucear:<br />
Está bien señor, ¡córtamelas!<br />
El Señor no había acabado. Con una tierna mirada<br />
intensamente profunda, le dijo:<br />
Mi querida caña de bambú todavía me queda algo<br />
que me cuesta mucho pedirte. Tendré que cortarte<br />
en dos y extraerte toda la savia que ahora te da<br />
vida. Sin eso no me servirías de nada.<br />
La caña de bambú no pudo articular palabra, dócilmente,<br />
con humilde confianza se echó a tierra y se<br />
ofreció totalmente a su Señor.<br />
Así el Señor del jardín, arrancó la caña de bambú,<br />
le podó las hojas y las ramas, la partió en dos, y<br />
extrajo toda la savia.<br />
Después se fue hacia una fuente de agua fresca y<br />
cristalina muy cercana a sus campos que desde<br />
hacía algún tiempo morían de sed. Con toda dulzura<br />
el Señor ató una punta de la caña a la fuente, y<br />
la otra la colocó en el campo.<br />
(Música con sonidos de la naturaleza)<br />
El agua que manaba de la fuente comenzó poco a<br />
poco a desplazarse hacia los campos a través de la<br />
caña de bambú. El campo comenzó a reverdecer.<br />
Con la primavera todo se cuajó de mieses y amapolas.<br />
Con la cosecha el Señor pudo alimentar a todo<br />
su pueblo.<br />
Cuando el bambú era alto, esbelto, vivía y crecía<br />
sólo para sí, autocomplacido e instalado en su<br />
forma de vivir. Ahora vacío de esquemas el Señor<br />
había hecho de él un canal <strong>por</strong> el que fluía abundantemente<br />
la Gracia que permitía alimentarse a<br />
todos los de la casa y hacer fecundo el amor que<br />
del Señor se recibe y comparte.<br />
52<br />
semana vocación misión vicenciana 2006<br />
CANTO:<br />
Dónde tú quieras<br />
(Brotes de Olivo. CD “¿Cómo te podré pagar?” )<br />
Nos dejamos iluminar <strong>por</strong> la PALABRA:<br />
(Lc. 1, 26-38)<br />
INTERIORIZAMOS Y COMPARTIMOS<br />
Hoy el Señor <strong>sigue</strong> necesitando de personas para<br />
su obra.<br />
¿Te has planteado alguna vez si el Señor te necesita?<br />
Si te pidiera arrancarte, ¿de dónde tendría que<br />
hacerlo?<br />
¿Qué hojas y ramas te estorban para servir mejor a<br />
Dios?. ¿Las cortarías si el Señor te lo pidiera?<br />
La savia que el Señor extrajo a la caña suponía<br />
vaciarse de sí misma. Mira en tu interior, ¿de qué<br />
sientes que te tienes que vaciar para que Dios habite<br />
en ti en plenitud?<br />
¿Qué provoca en ti el dolor del que sufre? ¿Cómo<br />
puedes aliviarlo?<br />
La acción de Dios en mi vida, ¿me lleva a ser cauce<br />
de su amor a los que más lo necesitan?<br />
GESTO:<br />
Cada participante escribirá su nombre en la tarjeta<br />
que se le entregó al empezar la oración, de tal<br />
forma que quede: ¡TE NECESITO,....nombre.....! al<br />
compartir su reflexión puede dejar su tarjeta en<br />
algunos de los paisajes donde se siente llamado a<br />
estar y dar vida, parte seca o parte frondosa. Este<br />
gesto puede ir acompañado de alguna frase como:<br />
“Aquí estoy, Señor”, “Está bien, Señor”, “Hágase tu<br />
voluntad”, etc.