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LA CORONA Y LA CRUZ FORTMON
sabía muy bien que Dios escuchaba mis súplicas y me ayudaba, me
asistía cuando le pedía ayuda...
No es ser orgulloso el decir que no es Dios el que cura sino
nosotros conectados a esa fuerza inmanente superior que es Dios,
porque si no existe el sujeto que llegue a Dios no se logra el puente
de las energías, de las fuerzas divinales para los fenómenos que
queramos efectuar.
También existen los fenómenos negativos. No estoy hablando de
ellos pero los menciono, para que no aparezcan personas, que
porque hacen esto o aquello es Dios quien les ayuda, porque el
demonio es tan poderoso como Dios.
En el vulgo se dice que lo que Dios no quiere los santos no
pueden hacerlo. Tiene su verdad, es que todo se mueve por
vibraciones, por energías, por semejanzas, por similitudes.
En mi rebeldía interior de verme solo y destruido sin entender
porque Dios me había abandonado, dentro de mi locura decidí un
día irme lejos muy lejos, a Boston, Estados Unidos de América
(1998).
Esto de las iniciaciones en los misterios mayores que se
recapitulan, y lo que traen es dolor y sufrimiento, que uno no
entiende si es que nuestro Padre Celestial se deleita cuando
sufrimos, cuando nos duele, o es el mismo método o ley que rige el
mundo.
Todo lo bueno trae dolor. Un parto, despertar de conciencia,
recorrer la vida, hasta la muerte, último dolor que nos libera del
acoso del plano físico, todo al final de cada etapa de dolor trae un
alivio interior especial.
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