¿Quieres descargar el primer capítulo de esta novela?

Por debajo de las salpicaduras de barro y sangre su rostro era
elegante. Severo. Una belleza dura, completamente masculina.
Las oscuras pestañas se abrían en abanico sobre la pálida piel. Su
boca la había cincelado un maestro, y tenía la barbilla fi rme, cuadrada
y oscurecida por una incipiente barba sin afeitar.
No debería quedarse mirándolo así... Y se recordó que aquella
belleza no le serviría a nadie si moría.
—Y ahora a quitarle esa ropa empapada.
Le quitó los fi nos guantes de cuero. Las elegantes manos tenían
los dedos largos y las uñas limpias y bien cuidadas. Decididamente,
eran manos de caballero, pensó mientras echaba una
pesarosa ojeada a sus propias manazas, ásperas por el trabajo.
Le quitó el chaleco, y luego la camisa y la camiseta interior.
Tenía magulladuras recientes en el torso, aunque nada grave.
Se le secó la boca mientras alargaba la mano para coger una
toalla con que secarlo. La forma masculina tenía pocos misterios
para ella, al menos desde el accidente de su padre y desde que se
quedara con dos niños a los que bañar y vestir, pero aquello era
distinto. Muy distinto.
Su padre era viejo y tenía la carne fl áccida y fl oja, y los músculos
atrofi ados; y los niños eran como conejillos desollados meneándose
en la bañera, fl acos pero, aun así, blandos con el lustre
de la niñez.
Aquél era un hombre, joven, fuerte y en la fl or de la vida.
Su padre olía a carne agria de anciano, a polvos de talco y al
acre ungüento para el dolor que ella le frotaba en la espalda y las
piernas. Los niños olían a... a niños pequeños y a jabón. El hombre
que estaba en su cama olía levemente a jabón de afeitar y
agua de colonia, y además a caballo, y a lana mojada y a.... a otra
cosa. La inspiró pero no fue capaz de identifi carla... una especie
de oscuro y almizclado olor a hombre. Debería repelerla. En lugar
de eso la atraía.
Inspiró de nuevo al tiempo que secaba el ancho pecho del
hombre y su cuerpo de piel fi rme y duros músculos, y lo frotaba
enérgicamente con una áspera toalla para activarle la circulación.
Su aroma se le depositó en lo hondo de la consciencia. Le puso
una manta por encima y se la remetió alrededor.
22