¿Quieres descargar el primer capítulo de esta novela?

susurros, pero todos eran muy capaces de intentar despertarlo a
hurtadillas.
El médico había estado allí, había examinado la herida que el
hombre tenía en la cabeza y había declarado que el tratamiento
era excelente. Luego aplicó polvo de albahaca pero no puso la
menor objeción al uso de la miel como bálsamo curativo.
—Se ha empleado durante generaciones —dijo—. En cuanto
a ese tobillo, está tan hinchado que no sé si es una fractura sin
importancia o una torcedura. Déjelo vendado. Sabremos más
cuando despierte.
—¿Y despertará?
Maddy estaba preocupada por si el hombre, sencillamente, se
consumía. Ella sabía que esas cosas pasaban.
El médico se encogió de hombros.
—Difícil saberlo con las heridas de la cabeza. En todo caso
no conviene moverlo hasta que despierte, y eso le diré al párroco.
—Vio la expresión de sorpresa de Maddy y se explicó—. Al
buen reverendo no le hace gracia que se quede aquí. No le ha
gustado su equipaje.
—¿Su equipaje?
El médico se explicó más.
—Inspeccionó el contenido del baúl de viaje que estaba atado
al caballo con una correa... buscando la identidad del dueño,
se sobreentiende. Todo lo que había dentro era de la mejor calidad,
lo cual sugiere que el joven es un caballero, y en eso estoy
de acuerdo, aunque no había ningún documento que revelara su
identidad. Sin embargo al reverendo lo escandalizó la falta de cierto
artículo, y afi rma que eso revela el carácter de este hombre.
—¿En qué sentido? —preguntó Maddy, fascinada—. ¿Qué
artículo faltaba?
—Una camisa de dormir —dijo el médico con un humor cargado
de ironía—. Según el reverendo Matheson, un joven caballero
que viaja sin camisa de dormir es un crápula... —Dio un
resoplido—. Aunque no le falta razón. Una muchacha soltera
como usted no debería tener a un desconocido acantonado en su
casa, sin carabina. Sin embargo, tras pensarlo muy detenidamente,
creo como médico que mover ahora a este hombre pondría en
33