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Forward Kioto - Blog de Israel Pintor

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TALLER CARTONERO/RECICLA/EDITA/CREA - VOL.3 TEC SEVILLA<br />

Una tar<strong>de</strong>, Antonio volvió a casa y encontró a su flor más<br />

menuda que nunca, <strong>de</strong>finitivamente marchita, caliente todavía la piel por<br />

las ascuas <strong>de</strong>l brasero, pero con la fría rigi<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l latón en la espalda.<br />

No gritó. Que el grito lo había perdido hacía tiempo <strong>de</strong> tanto<br />

someterlo al “Dios lo quiere”. Tampoco le llovió a la lluvia con su llanto.<br />

Anduvo por la <strong>de</strong>sapacible anochecida que ya se había guardado a los<br />

chiquillos y era sólo portadora <strong>de</strong> la prisa <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s que andaban<br />

cejijuntos, rumiando sus problemas, intentando ganarle la carrera al<br />

aguacero que Antonio calentaba a su paso echándole pedazos <strong>de</strong>l alma<br />

a cada traspiés, con un suspiro.<br />

Pensó en volver, y no quería. Pensó en seguir y le cansaba<br />

el recuerdo <strong>de</strong> la incómoda postura en que había <strong>de</strong>jado a su Isabel.<br />

¿Volver? ¿Lavarle la cara y las manos, ponerla sobre el camastro, los<br />

brazos cruzados sobre el pecho? ¿Cerrarle los ojos? Y ¿qué, luego?<br />

Toda una noche junto al muerto lo hace parecer más muerto y más<br />

perdido… No. El quería seguir recordando a la Isabel trajinando en el<br />

fogón cuando volvía… ¿Y mañana? ¿Cómo podía él mañana marcharse<br />

a recoger cartones cojeándole la pareja? ¿Había pasado acaso alguna<br />

vez?<br />

—Buenas noches, abuelo.<br />

Era el chico <strong>de</strong> Martín “El pisto” que volvía <strong>de</strong>l trabajo<br />

soplándose las manos.<br />

“Ya es un hombre este chico”.<br />

—Buenas noches, Paquito.<br />

—Vuelva a casa, abuelo, que esta no es noche para andar por<br />

ahí. Dele recuerdos a la abuela.<br />

—Gracias, hijo.<br />

Sí, había ocurrido una vez.<br />

“El invierno pasado se anduvo quejando <strong>de</strong>l reúma. Lo tenía<br />

metido en el brazo izquierdo y en el pecho. No quería quedarse en casa,<br />

pero la obligué. Tuve que enfadarme y lloró. No por el dolor, no, que<br />

siempre ha sido muy fuerte, sino porque era nuestro primer enfado en<br />

tantos años. Me hice el duro dos o tres días más… No hay dinero ya,<br />

pero se lo pediremos a Pepa y se lo iremos pagando poco a poco. Los<br />

intereses… sí, ya… Nos apañaremos, mujer, pero, ¡ve al médico! Tuve<br />

que ce<strong>de</strong>r al enfado porque se me moría <strong>de</strong> pena”.<br />

—…malo como siempre, Andrés, malo. Nunca hay bastante<br />

trabajo para tanta boca y nunca queda para nada. Si acaso, para esto: un<br />

vasito <strong>de</strong> vino antes <strong>de</strong> la cena.<br />

Al ver la cara que había puesto Andrés, el tabernero,<br />

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