Forward Kioto - Blog de Israel Pintor
Forward Kioto - Blog de Israel Pintor
Forward Kioto - Blog de Israel Pintor
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
80<br />
EDITORIAL ULTRAMARINA CARTONERA&DIGITAL<br />
se estaba engañando, sabía que volvería a matar. Llevaba la muerte en la sangre.<br />
Había nacido para matar y ese impulso, tan conocido para él, iba creciendo por<br />
momentos en su interior.<br />
Al abrirse la puerta <strong>de</strong>l ascensor la sorpresa paralizó a Alejandro. En el<br />
interior <strong>de</strong> su apartamento y sosteniendo la puerta entreabierta estaba Tánatos, no<br />
el Tánatos virtual que él conocía sino el Tánatos <strong>de</strong> carne y hueso. A <strong>de</strong>cir verdad<br />
con mucho más hueso que carne. Estaba muy <strong>de</strong>lgado y parecía enfermo.<br />
—¿Qué haces en mi apartamento? —preguntó Alejandro intentando<br />
que su voz no <strong>de</strong>mostrase asombro, aunque no lo consiguió.<br />
—Hoy es un día especial y tienes un trabajo especial —dijo Tánatos, y<br />
se apartó a un lado para <strong>de</strong>jarlo entrar.<br />
—Pier<strong>de</strong>s el tiempo conmigo, ya te dije que no pensaba volver a matar.<br />
Odio este trabajo.<br />
Pero al igual que la última vez que Alejandro se pronunció así, Tánatos<br />
le contestó<br />
—No me mientas. Te gusta matar. Lo necesitas. Ahora mismo estás<br />
sintiendo ese impulso incontrolable que te obliga a hacerlo. Esa<br />
necesidad. No me mires así. Te preguntas cómo lo sé ¿A qué sí? Ya te<br />
he dicho muchas veces que yo lo sé todo <strong>de</strong> ti.<br />
Tánatos se sentó en uno <strong>de</strong> los sofás y continuó hablando<br />
—Hoy necesito más que nunca esa necesidad tuya <strong>de</strong> matar. Que<br />
pongas toda tu pasión en la próxima muerte.<br />
También en la voz <strong>de</strong> Tánatos había pasión. Una <strong>de</strong> tal intensidad que<br />
provocó un escalofrío en Alejandro.<br />
—Hoy yo soy tu víctima y tendrás que hacer un buen trabajo —dijo<br />
Tánatos burlonamente.<br />
Alejandro había enmu<strong>de</strong>cido y no era capaz <strong>de</strong> moverse. Los ojos<br />
y la boca abierta eran los signos evi<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong>l asombro que sentía ¿Cómo es<br />
posible que Tánatos esté pidiéndome que lo mate? He imaginado muchas veces<br />
que Tánatos moriría entre mis manos si conseguía encontrarlo. Ahora está aquí<br />
pidiéndome que lo mata. No entiendo nada.<br />
Rápidamente un pensamiento se abrió camino a través <strong>de</strong> su parálisis:<br />
no enten<strong>de</strong>r nada era lo <strong>de</strong> menos. Ahora eso no tiene importancia. No necesitaba<br />
enten<strong>de</strong>r nada. Ya buscaría las explicaciones más a<strong>de</strong>lante. Ahora sólo tendría que<br />
<strong>de</strong>jar actuar a sus instintos.<br />
A<strong>de</strong>más, <strong>de</strong>saparecido Tánatos ya nadie podría obligarlo a seguir<br />
matando. Sería libre, podría irse lejos y empezar una nueva vida. Controlar sus<br />
instintos asesinos. Acababa <strong>de</strong> darse cuenta <strong>de</strong> que esos instintos no aparecían<br />
siempre, sólo cuando Tánatos aparecía y le or<strong>de</strong>naba matar a alguien. Lo haría.<br />
—Muy bien, lo haré. Te mataré. Pero esta vez será como yo quiera.<br />
Nada <strong>de</strong> sangre ¿Estás <strong>de</strong> acuerdo?<br />
Para su sorpresa, Tánatos aceptó <strong>de</strong> inmediato<br />
—Como tú quieras. Sé que prefieres la rapi<strong>de</strong>z. Esta vez yo también.