Forward Kioto - Blog de Israel Pintor

TALLER CARTONERO/RECICLA/EDITA/CREA - VOL.3 TEC SEVILLA
le consentía todos los caprichos. Cuando le pidió la colección de películas de
Alfred Hitchcock no se puedo negar, a pesar de ser películas para adultos. Después
le pidió muchas más. Siguiendo las recomendaciones de los críticos de cine,
llegó a los clásicos del cine negro. La escalera de caracol lo marcó definitivamente.
Cuando se cansaba de las películas leía novela negra. También leía la prensa
diariamente, algo que extrañaba mucho a su madre. Lo hacía para seguir la pista
de su padre, al que sólo veía una o dos veces al año. Fue así como descubrió
que quería ser escritor, que necesitaba ser escritor. Escritor de novelas de terror.
La fascinación por el trabajo de su padre, unida a todos esos libros y películas lo
había llevado a ese mundo.
Ahora, sin embargo, ser escritor empezaba a parecerle una maldición.
Le aterraba el cuaderno en blanco. Su imaginación se había agarrotado y no sabía
cómo ponerla en marcha.
Alejandro no salía de su asombro, el mensaje de su móvil no dejaba
lugar a dudas, “entra en tu edificio y sube a la décima planta”. No lo podía creer,
su apartamento estaba en la décima planta. Intentaba recordar a sus vecinos.
Estaba claro que uno de ellos era la víctima elegida por Tánatos esta vez ¿Sería
aquella chica tan exuberante que al principio lo saludaba con mucha complicidad,
pero que después no le dirigía la palabra? ¿Sería ese otro que lo trataba con tanta
familiaridad y le preguntaba a veces cómo le iba con la dama blanca? ¿Tal vez
algún otro vecino que no conocía? Pronto saldría de dudas.
Por primera vez se detuvo a examinar con otros ojos el edificio en el
que vivía. Siempre entraba y salía apresuradamente sin fijarse en nada. Ahora era
distinto, tenía que encontrar una posible vía de escape. En principio el trabajo
parecía fácil: matar a alguno de los vecinos y refugiarse en su apartamento. Tenía
todo lo necesario para pasar allí dentro mucho tiempo. Pero si algo salía mal
el apartamento se convertiría en una ratonera.. Dio la vuelta a la manzana y se
detuvo un momento a admirar la complejidad de la arquitectura y del diseño de
la fachada. Situado en plena Castellana era una mole imponente y majestuosa.
Afortunadamente para él tenía unas escaleras de incendio, como todos los
edificios cercanos. Alejandro recordaba la salida de incendios al fondo del pasillo
de su rellano pero quería comprobar que las escaleras estaban fuera y dónde
desembocaban. Estaba de suerte pensó, las escaleras desembocaban en la avenida
de atrás, justo en la esquina en la que había una parada de taxis. Eso arreglaría el
problema del transporte en caso de necesidad.
Controlada la vía de escape, volvió sobre sus pasos y entró en el edificio
por la puerta principal. Miraba constantemente el móvil. Aún no había recibido más
información. Subió al ascensor sin saber a qué apartamento tendría que dirigirse.
Tampoco sabía cómo entraría en su interior. En caso de no tener la información
cuando llegase arriba se iría a su apartamento y esperaría en él. Preferiría no hacerlo
así, quería acabar el trabajo cuanto antes. Ya estaba en tensión y necesitaba actuar.
No quería volver a matar, se lo había repetido a sí mismo muchas veces
en los últimos tiempos. Se volvió a prometer que no lo haría. Aunque sabía que
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