Descargar PDF - Centro Cultural José Pío Aza
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G U I Ó N<br />
26<br />
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Secuencia por los pasillos de la comisaría de policía. Aparecen ante el jefe de<br />
policía sobornándolo con la plata. Este está de acuerdo y les pone una condición:<br />
"Apenas que terminen de filmar, me lo traigo de vuelta". Discuten entre ellos<br />
porque Sebastián dice que no pueden hacer eso y Costa dice que sí. Fuera de la<br />
habitación del jefe, Sebastián dice a Costa: "Y si cuando vuelve le dan una paliza o<br />
le matan, o lo desaparecen o lo torturan; éstos cabrones son capaces de cualquier<br />
cosa. Yo no quiero cargar con esto sobre mi conciencia". Replica Costa: "Esta en<br />
la cárcel, coño, nosotros no lo hemos puesto aquí; además recuerda que ese<br />
cabrón nos ha estafado. Sin esa secuencia no hay película. Yo digo que lo<br />
hagamos". Dice Sebastián: "Bueno, pero le avisamos". Dice Costa: "Lo que tu<br />
quieras, pero después que rodemos la secuencia, si no ese cabrón se nos<br />
escapa". Abren la cárcel y liberan a Daniel Aduviri que sale con el rostro<br />
terriblemente desfigurado por los golpes. Cuando lo llevan frente a ellos, Costa le<br />
regaña: "Me lo prometiste, rompiste el trato". Le responde Daniel: "Sin agua no hay<br />
vida, no entiendes".<br />
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Secuencia con el carro que llega al domicilio de Daniel. Maneja Costa y van los<br />
tres. Baja Daniel que se despide con un "Gracias chicos" y camina hacia la puerta<br />
en que le espera preocupada su esposa que le ayuda a entrar. Director y Productor<br />
se quedan mirando pensativos y sintiéndose culpables.<br />
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Secuencia en que Costa aparece solo y pensativo en su habitación de hotel.<br />
Suena el móvil. Baja al vestíbulo del hotel y se encuentra con todo el equipo de<br />
producción. Le comentan algo y se ven preocupados. Sube Costa a la habitación<br />
de Sebastián que se encuentra en cama abatido y desilusionado. Le dice a<br />
Sebastián: "Toda la noche sin dormir y vomitando". Se acuclilla junto a la cama.<br />
Dice Sebastián: "Es que no sé si voy a poder con esto Costa. Replica Costa: "O<br />
sea, que eres el puto loco que nos ha arrastrado a todos hasta aquí y ahora dices<br />
que no puedes. ¿Sabes cuándo me dí cuenta de lo pirao que estabas? Hace siete<br />
años. Me llamaste a las dos de la mañana. No sé si te acuerdas. "Tienes que oir<br />
esto Costa, cabrón"; y dijiste que lo había escrito un cura que se llamaba<br />
Montesinos en el siglo XVI. Ya me dirás que como podía importarme a mi en medio<br />
del bar con una borrachera brutal con todo el mundo esperándome. Casi no te oía<br />
y tú nada, seguías ahí, hablando, seguías. "Desde una humilde iglesia de paja, un<br />
hombre contra un imperio, una voz clamando en el desierto: esos no son hombres,<br />
no estáis obligados a amarlos como a vosotros mismos…" Sebastián recita<br />
también al unísono con Costa. Le dice: "Eso es lo que te atrapó y se te metió ahí (le<br />
señala la frente), como un virus. Tu no eres de los que se rajan, Sebastián. Tú no<br />
eres de esos. Ahora no puedes dejarlo. Venga hermano. Sebastián asiente y dice:<br />
"Vamos".