Cimarronaje, exclusión, mestizaje y blanqueamiento en Pobre ...

una batalla fallida que enfrenta a Pe&o Miguel con el antiguo noyio de Luisana,
"mantuanito" con el que el mestizo tiene una deuda pendiente desde los primeros
capítulos de la novela, Las demás imágenes de la guerra se reparten en cuatro breves
escenas tituladas "¡Aquel silencio!", "Aquella visión atroz", ,,Fascinación,, y
"Venezuela". Escenas que sirven pa.ra mostrar una visión de la violencia como fuerza
destructora gratuita e inútil ---que aparentemente se desata sin posibilidad de
contención- y que funcionan como ma¡co dentro del cual se van a definir los sujetos
que definitivamente seriín excluidos del proyecto de nación que la novela diseña.
A tavés de la presentación de las escenas de la guerra la ficción mostrará
argumentos pafa la exclusión de todos aquellos personajes de extracción popula¡ que
aspiren al ascenso desde los márgenes del proyecto ilustrado; personajes que se
dibujan como hombres de presa, destructores sin voluntad de edificación posterior,
que se guían básicamente por el instinto y cafecen de capacidad de organizarse y
gobemarse a sí rnismos con arreglo a las normas de la civilización, que implican
valores de hombría, valentía, desprendimiento de lo material, eÍteteza de carácfer.
Estos valores ilustrados seriín atribuidos al mestizo Pe&o Miguel, que seni el único
sobreviviente de una vorágine de yiolencia de la que finalmente escapan los
personajes que formariín el germen de la futu¡a nación.
Es importante detenerse en la representación de la violencia que se elabora desde
esta perspectiva porque es, sin duda, el índice más claro de la a¡ticulación entre esta
ficción histórica y el momento de enunciación real del discurso. La violencia es
representada a lo largo de todo el texto como un valor negativo, incluso en momentos
en que pareciera construirse desde una perspectiva libe¡al, como es el caso de los
discursos "revoluciona¡ios" de Cecilio Céspedes o del pad¡e Mediavilla. Cuando la
guerra se cierra, en el último fragmento de la novela, las palabras de Ceciüo el viejo
revelan la conclusión definitiva:
La revolución federal habÍa triunfado ---diíale después a Pedro Miguel
Cecilio el viejo. ¡Y yo que la anuncié llamr4ndola el Gran Semb¡ador! De.
ceniz¿s regadas con sangre nos ha dejado cubierto el suelo. y en los
coraz ones, esüagos iremediables quizás (223).
Esta conclusión, en boca de uno de los personajes más autorizados ¡ror la ficción,
borra todos los sentidos esperanzados y positivos que fmidamente se habían
mostrado con respecto a las posibilidades constructivas de la guerra, cuando en los
primeros capítulos de la noyela el mismo personaje había fomentado en sus discípulos
un espíritu de rebelión. La violencia queda entonces condenada al espacio de lo
excluido en el que se han colocado ya los valores de la cultura popular representados
en sus personajes más "ariscos". Sin duda, se trata de una reflexión que dialoga
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