Cimarronaje, exclusión, mestizaje y blanqueamiento en Pobre ...

cambio en el p¡oceso de acumulación de capital cultural (Bourdieu, 1997) que las
elites letradas de América Latina han sabido capitalizar con habilidadr. Si leemos la
noción de mestizaje desde esta perspectiva, es posible a¡gumentar que la noción de
continente mestizo, de sociedad híbrida, que ha p€rmeado los relatos de integración
en América Latina, ha servido para realiza¡ al menos dos operaciones simultáneas
sobre el imaginario nacional y continental.
Por un lado, la idea de una sociedad cuyas bases son por naturaleza inclusivas ha
generado la implantación de la noción de mesiizaje como un lugar de memoria (Nora,
1996). Esto es, como un espacio de origen al cual se acude en busca de reafirmación
de la noción de comunidad y como un lugar de celebración que garantiza formas de
consenso difíciles de lograr desde oÍos espacios de la memoria colectiva. Por otro, la
noción de una identidad común construida sobre la base de la mezcla y la movilidad
social ha permitido a los letrados encargados dc formular y diseminar la fábula
identitaria dcl mestizaje colocarse en un lugar de privilegio en el campo cultural que
ocupan. No hay fábula que otorgue más prestigio en sociedades fragmentadas que los
relatos que imaginan comunidadcs armónicas.
Sin embargo, una especie de pecado original pa¡ece acompañar las fábulas
identitarias de mestizaje. En el corazón de las escenas fundacionales, generadoras de
todo relato de cruce e hibridez, está siempre presente la marca del delito (Ludmer,
1999). La primera unión del blanco con la india o con la negra --€n estas ficciones el
pñncipio masculino es casi siempre blanco- es una escena innombrable y como tal
marca el origen de la comunidad nacional con un sello de culpa que los relatos
identitarios no logran superal. Este delito originario ha sido representado en distintas
ficciones fundacionales (Sommer, 1990) desde soluciones conciliadoras que
pretenden unir en parejas de contrarios los elementos discordantes de las
comunidades imaginadas. Su efecto consensual ha permitido imaginar el mestizaje
como un proceso natural, que ha dado origen a comunidades esencialmente
armónicas, cuyos conflictos seculares no son más que malentendidos coyunturales.
Así, lo que históricamente ha sido un conjunto de sociedades marcadas por profundas .
desigualdades se convierte en un grupo a¡mónico que sólo requiere el paso del tiempo
para generiu una raza cósmica en la que se terminen de fundir los 'componentes
dispersos.
I Utilizo la deÍominación de "relato identitario" o "fábula de identidad", sigüendo la definición
propuesta por Josefina Ludmer: "La fábula de identidad es [...] u¡a ficción sobre Ia relación ente los
sujetos y las comunidadesi define -y esencializa- rázas, naciones, géneros, clases, cuhurasi se
anicula en relacióri con algún pode¡. toma la forma de un díptico y establece un pacto. Estri enunciada
entre dos yoes o voces (se dice que es una matriz de doble entrad¿); funciona casi siempre como
apa¡ato de distribución de diferencias y dete¡mina integraciones, exclusiones y subjetividades- En
literatura puede trata¡se de üna constrücción de leclura, y muchas veces se rclaciona con los procesos
de canonización" (Ludmer 1995: l4).
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