Charles Baudelaire PDF - Arquitrave
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III<br />
La vida de Poe, sus costumbres, sus maneras, su ser físico, todo lo que<br />
constituye el conjunto de su personaje, se nos aparecen como algo tenebroso<br />
y brillante a la vez. Su persona era singular, seductora y, como sus obras,<br />
marcada por un indefinible sello de melancolía. Por otra parte, estaba notablemente<br />
bien dotado de todas maneras. Joven, había mostrado una rara<br />
aptitud para todos los ejercicios físicos, y, aunque fuera pequeño, con pies y<br />
manos de mujer, con todo su ser llevando por otra parte ese carácter de<br />
delicadeza femenina, era más que robusto y capaz de maravillosos rasgos de<br />
fuerza. Había, en su juventud, ganado una apuesta como nadador que sobrepasa<br />
la medida ordinaria de lo posible. Se diría que la Naturaleza proporciona<br />
a aquellos de los cuales quiere sacar grandes cosas un temperamento<br />
enérgico, así como da una poderosa vitalidad a los árboles que están encargados<br />
de simbolizar el duelo y el dolor. Esos hombres, con apariencias a veces<br />
endebles, están tallados como atletas, son buenos para la orgía y para el<br />
trabajo, prontos para los excesos y capaces de asombrosas sobriedades.<br />
Hay algunos puntos relativos a Edgar Poe sobre los cuales hay acuerdo<br />
unánime, por ejemplo su alta distinción natural, su elocuencia y su belleza,<br />
de la cual, por lo que se dice, sacaba algo de vanidad. Sus maneras, mezcla<br />
singular de altanería con una dulzura exquisita, estaban plenas de certidumbre.<br />
Fisonomía, pasos, gestos, aires de cabeza, todo lo designaba, sobre todo<br />
en sus buenos días, como una criatura de elección. Todo su ser respiraba una<br />
solemnidad penetrante. Estaba realmente marcado por la Naturaleza, como<br />
esas figuras de transeúntes que atraen el ojo del observador y preocupan su<br />
memoria. El pedante y agrio Griswold mismo confiesa que, cuando fue a<br />
visitar a Poe y lo encontró pálido y enfermo todavía de la muerte y la enfermedad<br />
de su mujer, fue tocado desmesuradamente, no sólo por la perfección<br />
de sus maneras, sino también por la fisonomía aristocrática, por la atmósfera<br />
perfumada de su departamento, por otra parte muy modestamente amueblado.<br />
Griswold ignora que el poeta tiene más que todos los hombres ese<br />
maravilloso privilegio, atribuído a la mujer parisiense y a la Española, de<br />
saber arreglarse con una nada, y que Poe, enamorado de lo bello en todas las<br />
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