Charles Baudelaire PDF - Arquitrave
Charles Baudelaire PDF - Arquitrave
Charles Baudelaire PDF - Arquitrave
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Dos documentos<br />
El jueves 18 de marzo de 1856, un poco antes de las cinco de la mañana,<br />
al hacer ruido con un mueble, Jeanne Duval despierta a <strong>Baudelaire</strong>. A quien<br />
el sueño que acaban de interrumpir le resulta tan raro como para sentir la<br />
irreprimible necesidad de contárselo en detalle a su gran amigo, <strong>Charles</strong><br />
Asselineau, en una carta que se pone a escribir de inmediato. Contamos así<br />
con un documento tan tocante como estremecedor: un sueño con fecha,<br />
narrado por su protagonista. Sería suficiente para volverlo riquísimamente<br />
invalorable, especialmente por tratarse de quien se trata: un autor en cuya<br />
obra los sueños han tenido un rol fundamental. Pero a ello se añade un<br />
contexto no menos estremecedor: recién en ese día que comienza, <strong>Baudelaire</strong><br />
iba a recibir ejemplares de su primera obra literaria publicada, que desde<br />
siempre ansiaba ofrecer a su distante y fría madre como reivindicación de su<br />
entero destino. Y ese libro, doblemente sintomático, Histoires extraordinaires,<br />
es además la primera traducción de Poe, un artista con el cual se sentirá<br />
ineludiblemente identificado, y a quien en el mismo prólogo de esa obra va<br />
a relacionar con el otro gran fantasma de su vida: Gérard de Nerval. No es<br />
por azar que de ese sueño tan misterioso y tan misteriosamente documentado<br />
haya surgido uno de los libros más singulares sobre este singular autor:<br />
Histoire extraordinaire, de Michel Butor (Gallimard, París, 1961), que se<br />
abre y se entrelaza, enriqueciéndose, en las más diversas pero siempre concomitantes<br />
direcciones, pero autodefiniéndose en forma sintomática como<br />
«ensayo sobre un sueño de <strong>Baudelaire</strong>». En testimonio irrefutable de la hondura<br />
con que todo esto caló en la personalidad del gran poeta de Les fleurs du<br />
mal, baste ese otro indeleble documento de su amigo Catulle Mendès, recordando<br />
una estremecedora noche que pasaron juntos en 1865. Las conclusiones,<br />
inevitables y nunca definitivas, permanecen abiertas.<br />
62