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Charles Baudelaire PDF - Arquitrave

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cosa cuyo nombre hace estremecer la pluma. En The Domain of Arnhaim,<br />

afirmará que las cuatro condiciones elementales de la felicidad son: la vida al<br />

aire libre, el amor de una mujer, el desapego de toda ambición y la creación<br />

de una nueva Belleza. Lo que corrobora la idea de la Sra. Frances Osgood<br />

con relación al respeto caballeresco de Poe por las mujeres, es que, a pesar de<br />

su prodigioso talento por lo grotesco y lo horrible, no hay en toda su obra un<br />

solo pasaje que tenga que ver con la lubricidad o aún con los placeres sensuales.<br />

Sus retratos de mujeres están, por así decirlo, aureolados; brillan en el<br />

seno de un vapor sobrenatural y están pintados a la manera enfática de un<br />

adorador. En cuanto a los pequeños episodios novelescos, ¿hay que asombrarse<br />

de que un ser tan nervioso, cuya sed de lo Bello era quizás el rasgo principal,<br />

haya a veces, con un ardor apasionado, cultivado la galantería, esa flor<br />

volcánica y almizclada para la cual el cerebro hirviente de los poetas es un<br />

terreno predilecto?<br />

De su rara belleza personal, de la cual hablan muchos biógrafos, el espíritu<br />

puede, creo, hacerse una idea aproximada, llamando en su ayuda a todas<br />

las nociones vagas, pero sin embargo características, contenidas en la palabra<br />

romántico, palabra que sirve generalmente para expresar los géneros de belleza<br />

que consisten sobre todo en la expresión. Poe tenía una vasta frente,<br />

dominadora, donde ciertas protuberancias traicionaban las facultades<br />

desbordantes que ellas están encargadas de representar, —construcción, comparación,<br />

causalidad—, y donde tronaba en un calmo orgullo el sentido de la<br />

idealidad, el sentido estético por excelencia. Sin embargo, a pesar de esos<br />

dones, o quizá a causa de esos privilegios exorbitantes, esa cabeza vista de<br />

perfil no ofrecía quizá un aspecto agradable. Como en todas las cosas excesivas<br />

por un sentido, un déficit podía resultar de la abundancia, una pobreza<br />

de la usurpación. Tenía grandes ojos a la vez sombríos y plenos de luz, de un<br />

color indeciso y tenebroso, tirando al violeta, la nariz noble y sólida, la boca<br />

fina y triste, aunque ligeramente sonriente, el tinte moreno oscuro, la faz<br />

generalmente pálida, la fisonomía un poco distraída e imperceptiblemente<br />

pintada por una melancolía habitual.<br />

Su conversación era de las más notables y esencialmente nutritiva. No<br />

era lo que se llama un buen charlista –una cosa horrible—, y por otra parte<br />

su palabra como su pluma tenía horror de lo convencional; pero un vasto<br />

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