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Sus más hermosos escritos. - CEADS

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FEE <strong>Sus</strong> <strong>más</strong> <strong>hermosos</strong> <strong>escritos</strong> Amalia Domingo Soler<br />

Juanita tiene delirio por las muñecas. ¡Pobrecilla!<br />

Una tarde fuimos a casa de Elena, y al entrar nos dijo Juanita: - La señora Elena ha<br />

salido y ha dejado la llave para que usted subiera y la esperara<br />

En vez de seguir subiendo, nos sentamos al lado de la niña, y le preguntamos por la<br />

señora Rita.<br />

-Está lavando, y no vendrá hasta muy tarde - contestó Juanita con la satisfacción del<br />

que puede respirar algunas horas lejos de su verdugo.<br />

-Qué cansada estarás de permanecer siempre aquí - le dijimos mirándola con tristeza.<br />

-Sí que lo estoy, sí -dijo la niña-; y lo que <strong>más</strong> siento, que no tengo una muñeca. ¡Oh!<br />

¡si yo tuviera una muñeca como la señorita <strong>Sus</strong>ana! ¡Cuán hermosa es!<br />

-Esa <strong>Sus</strong>ana será rica, ¿eh?<br />

-¡Que si lo es! ¡Pues si tiene hasta coche! Todas las tardes sale a paseo y se lleva su<br />

muñeca, ¡que es <strong>más</strong> grande!..., y su hermano un aro muy bonito con cascabeles.<br />

-Te gustaría también tener un aro?<br />

-No, no; lo que yo quisiera tener es una muñeca; pero la señora Rita no me la deja<br />

tener, porque dice que las pobres como yo sólo deben trabajar. Yo sé que las niñas de<br />

las buhardillas también son pobres, hasta van como yo, sin zapatos, y sin embargo, sus<br />

madres les compran muñecas. Si yo tuviera madre, también me la compraría; porque las<br />

madres son muy buenas.<br />

Al oír estas palabras, nos conmovimos profundamente, y besamos la frente de la<br />

pobre Juanita, que nos miró con agradable sorpresa.<br />

Poco después, en el portal de la casa de enfrente aparecieron dos niñas y un niño, una<br />

de las primeras llevaba en sus brazos una muñeca hermosísima de gran tamaño. Juanita<br />

se levantó exclamando:<br />

-¡Mire usted! ¡Mire usted! ¡Qué preciosa es!<br />

Y asomándose a la puerta comenzó a gritar:<br />

-¡Señorita! ¡Señorita! ¿Quiere usted que vaya a ver la muñeca? - Y sin esperar<br />

contestación, la pobre Juanita atravesó la calle con la ligereza de un pájaro, y se quedó<br />

parada delante de la lujosa niña, que, a pesar de verla tan sucia, como sin duda la<br />

conocía, la miró sonriéndose, al mismo tiempo que ponía en el suelo la muñeca , que se<br />

sostenía perfectamente. Juanita se quedó como extasiada, y se comprendía que ni<br />

respiraba mirando aquel precioso objeto tan codiciado por ella. Allí hubiera estado toda<br />

la tarde, si los niños no hubiesen subido al coche que vino a buscarlos. Entonces Juanita<br />

volvió a su cárcel, y se sentó a hacer media, diciéndome con pena:<br />

-¡Ay! La señora Rita me va a pegar cuando venga, porque no he adelantado la media.<br />

Yo no sé qué tengo, pero todas las cosas me parece que dan vueltas. - Y el semblante de<br />

Juanita se demudó por completo. Vino Elena, y al verla tan desfigurada, dijo con<br />

sentimiento:<br />

-Esta pobre criatura está muy mala. ¡Qué bien haría el destino con llevársela al otro<br />

mundo! Voy a bajarle un poco de caldo.<br />

Así lo hizo; pero Juanita se sintió tan mala, que a poco subió, llamó precipitadamente,<br />

ya al abrir la puerta le dijo a Elena: - ¡Ay, señora! Deje usted que me esté aquí, que así<br />

la señora Rita no me pegará - Nuestra amiga, que tiene un excelente corazón; que es<br />

madre y sabe querer muchísimo a sus hijos, la abrazó diciendo:<br />

-No tengas cuidado, hija mía, que ahora mismo te voy a acostar en la cama de una de<br />

mis hijas. - Así lo hizo, y en seguida mandó llamar al médico. Al tiempo de venir éste,<br />

llegó la señora Rita, a la cual Elena trató cariñosamente para conseguir que dejase a<br />

Juanita a su cuidado mientras estuviera enferma. Aquella mujer, ruda y grosera, no<br />

quería ceder de sus derechos; pero Elena la persuadió, y el médico le dijo severamente:<br />

-Ha de contar usted que si esta señora no se encargase de cuidarla, yo daría la orden<br />

que la llevasen al hospital, porque el estado de esta criatura demuestra claramente que<br />

se muere de inanición, esto es, que la han asesinado poquito a poco. Hoy ya su curación<br />

es casi imposible; pero al menos, que muera en paz.<br />

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