Al_Trote_07

La rompió
Cerca de la revolución
Una tarde, Carlos Berlocq puso a Argentina otra vez en una semifinal
de Copa Davis. Una victoria consagratoria frente a un personaje que pasará
a la historia por su lucha en contra de la igualdad salarial
entre hombres y mujeres y no por su tenis.
Porque el tenis
compatriota también
tiene a su “Charly”. Y ese
domingo, se dio cuenta
que hacía falta una
rebeldía, una reacción.
Acudió de inmediato a
la esencia misma de un
ganador nato y neto.
Y allá fue, contra Gilles
Simon, con un 6-4, 5-7,
6-4 y 6-4 en el quinto
punto y un 3-2 para darnos
una semifinal ante
República Checa, el actual
campeón del certamen, y cerrar esa jornada histórica
con un poco de amor francés.
Carlos Berlocq de ranking ATP 71 y ningún título en
su espalda se olvidó de sus 30 años (que en esta especialidad
de la raqueta pesan, y a veces demasiado), y se
acordó de todo el público que lo rodeó, y de un país que
lo siguió. Había que pasar, pero “no como sea”, sino, con
convicción, con juego, con técnica, con táctica y también
con estrategia, como mandan los libros. Nuestro
“Charly” revolucionario apeló en 3hs y 48 minutos a ese
lado argentino que todos poseemos, ese que hace elevar
la sangre y lo sapiente en momentos crudos, difíciles, y
forman un combo perfecto para avasallar a cualquier rival
que esté en frente y ponerlo de rodillas, suplicando y
reconociendo una derrota, de esas que no se olvidan. Esa
tarde, en el Mary Terán de Weiss, el chascomunense tuvo
su tarde, de esas que quedan en las páginas deportivas
inmortalizadas, se alzó con la victoria más importante en
su carrera. Esa tarde, Carlos Berlocq, la rompió.
De ante mano se sabía una dura batalla con los franceses.
La pelea de la serie comenzó ese viernes con un
tropiezo; justamente, Berlocq había caído con el expresivo
Tsonga. De inmediato, Mónaco puso las cosas
en su lugar delante de Simon. Al día siguiente, hizo su
aparición “El Rey David” junto al otro argentino, Horacio
Zeballos para poner un 2-1 arriba frente a la dupla compuesta
por Michael Llodra y Julien Benneteau. Con ese
punto valioso ganado en dobles pintó bien la secuencia:
quedaban dos puntos en juego y sólo se necesitaba uno
para el pase a semis.
El cuarto punto iba
a transformarse en una
pared, a pesar de que
el deporte siempre da
sorpresas. Sin embargo,
lo de “Pico” no alcanzó
para un duro Tsonga y
esa igualdad en la serie
2-2 puso los pelos de
punta al clan argento y
la sonrisa al arco francés.
Todo quedó en manos
de “Charly”.
Foto: Télam
Y allá salió, con la
gente a favor y también
con la presión, con la posibilidad de una victoria para la historia,
pero también con una derrota para las mismas páginas.
Berlocq pisó el polvo de ladrillo recapitulando todas
sus vivencias deportivas y afectivas. En frente, un rival que
lo podía hundir y con ello, un nuevo adiós a la Copa.
Arrancó nervioso, algo lógico. De inmediato, entró en
calor, apostó al revés, al error de Simon y logró quedarse
con el primer set. En el segundo, de movida el francés
afinó sus golpes y se colocó 4-2 con un quiebre en el primer
game. Aumentó el aliento de los 10 mil presentes y
“Charly” lo igualó; estaban 4-4. Llegaron dos quiebres por
lado, pero el franco tenista mantuvo su saque en el game
final y se quedó con ese set por 7-5.
El juego continuó y Berlocq acudió a la estrategia de
cansar a Simon, tanto en lo físico como en lo mental para
llevarse el tercero con lo justo y más tarde ponerse en ventaja
en el cuarto.
En el set decisivo, Simon lo dejó nuevamente match
point a Berlocq, y tras una derecha larga del francés se
concretó una hazaña desde Chascomús para todo el
mundo: algo impensado por él mismo y por muchísimos
argentinos. La proeza se instaló en Villa Soldati para siempre,
de la mano de Carlos Berlocq.
La Copa Davis es una pieza muy ansiada por la argentina,
una meta que todavía no conocemos, no sabemos el
sabor de la ensaladera. “La legión” históricamente estuvo
a un peldaño de conseguirla, pero siempre nos faltaron
cinco para el peso. Ahora, tenemos una nueva oportunidad,
otra semifinal, gracias a “Charly”, que se envalentonó
y nos dejó, otra vez, cerca de la revolución.
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