Al_Trote_07

siento vacío”. Ese fue el comienzo de
un laberinto, de una encrucijada que
todos quisieron desenmarañar. Especulaciones,
análisis, juicios de valor,
el qué quiso decir, lo que dijo, lo
que dejó entrever, lo que se supuso e
infinidad de rodeos sobre el tema sin
más que una frase lanzada sin querer
queriendo por quien es el protagonista
de esta historia.
Conocido el hecho, en el intervalo
de su decisión de continuar o no
en Boca, su nombre pasó por Palmeiras,
Flamengo, Fluminense, Argentinos
Juniors, Rosario Central y Tigre,
y sus dichos fluctuaron por distintos
medios y en diferentes momentos.
Olé titulaba que Román “juega en
Brasil” en alusión a un partido amistoso
al que lo invitó Ronaldo; Perfil
afirmaba “Román jugará en la B de
Brasil: Palmeiras le llenará su vacío“;
Canchallena especulaba con que “Riquelme
mostró sus ganas de jugar
en Tigre” y hacía alusión a los detalles
“menores” que restaban definir; Clarín
deportivo apuntaba que “Ahora
Riquelme pide volver con dólar blue
y la novela continúa”; C5N sostenía
como “Último momento” que Riquelme
firmaba con Tigre; ESPN deportes
señalaba “Riquelme iría a Central, según
Delgado”, entre otros tantos.
Tras la conferencia de prensa
de Riquelme sobre su despedida, el
presidente de la entidad, Daniel Angelici,
salió al cruce y declaró: “No
he hablado con Riquelme, yo quiero
que se siente a hablar con nosotros,
no por los medios, sino viniendo al
Club”. En este sentido, el “mandamás”
quiso entrar al juego haciendo valer
su posición pero no reparó en el tamaño
de su adversario.
Días después, el enganche dio
notas en TyC Sports y Fox Sports justo
cuando todo parecía indicar que
el equipo de la Ribera renovaría el
contrato del hasta entonces director
técnico, Julio César Falcioni, y disparó:
“Siempre dije que estoy a disposición
de Boca, pero jamás que me iba
a poner los cortos”, bromeó, mientras
que sobre el partido que el equipo
Xeneize jugaría frente a Godoy
Cruz, ironizó: “Me quedo en mi casa,
lo veré por tele como siempre, haré
fuerza porque Boca gane, porque
ojalá haga tres toques y a los chicos
les vaya bien”.
Al partido siguiente, la Bombonera
exclamó y gritó por su último
ídolo y por Carlos Bianchi. El “Riquelme…Riquelme…Riquelme…”
y el
“que de la mano de Carlos Bianchi
todos la vuelta vamos a dar” se impuso
en la tribunas y el devenir del
DT quedó sentenciado. Nuevamente
Román ganó su juego, esta vez, no
desde el verde césped sino en los micrófonos.
Toda una bendición para el
otrora entrenador y para el mismísimo
Angelici.
Ya a esta altura, la dirigencia boquense
no contaba con su máximo
referente y, si bien se había consagrado
campeón de la nueva edición de
la Copa Argentina, se había quedado
sin el Torneo Inicial y sin su séptima
Copa Libertadores.
La (in)esperada salida de Falcioni
y la llegada de Bianchi entusiasmaron
a hinchas y simpatizantes:
“Tomé mate con Bianchi”, declaró
un día Riquelme, dejando
ver su buena relación con el
Virrey y su interés por sentarse
a conversar con la dirigencia.
Sin embargo, el primer día de
entrenamiento del equipo,
en conferencia de prensa expresó:
“No puedo cambiar la
decisión que tomé hace seis
meses. En mi casa me criaron
de una manera muy simple y
tengo palabra. Si no la cumplo,
me siento mal”.
“Yo había hablado con Bianchi
para ir a Chivas de Estados Unidos,
me iba a ir con él, después agarró
Boca y cambió todo”, relató el “10”,
mientras que al retirarse de Casa
Amarilla, continuó: “Durante diez
días, dos semanas, han hablado un
montón de cosas, es el trabajo de
ustedes, tienen que entretener a la
gente. Pero para mí es difícil cambiar
las decisiones que tomo y acabo de
decir que a Boca no vuelvo”, refiriéndose
a los periodistas y sosteniendo
su decisión.
El resto, ya es conocido por todos:
tras la primera derrota del verano
con su clásico rival, Riquelme
afirmó por Fox Sports Radio Del Plata:
“Boca no tiene un jugador importante
para la gente. Lo van a tener que
inventar. Podés poner de capitán a
cualquiera de los once”, mientras que
diez días más tarde, luego de una
segunda caída, pondría el broche de
oro: habló con Bianchi, se sentó con
el máximo dirigente Xeneize y confirmó
su regreso.
Nadie se quiso quedar afuera.
Todos entraron en escena buscando
generar repercusiones y obtener
su propio beneficio con un claro
desprecio por la verdad y el sentir
del público: los periodistas, amparándose
en que todo era posible, le
adjudicaron a cada noticia un carácter
tan trascendental que parecía
ser no sólo la verdad revelada sino
de concreción inmediata; Riquelme
agigantando rumores, escogiendo
cuándo y con quién hacer las declaraciones;
y la dirigencia, cambiante,
dejándose llevar por el viento que
soplara.
Los medios pasaron a constituir
el lugar donde se expresaron sin
filtros diversos intereses políticos y
económicos y también el escenario
donde se jugó a conveniencia sólo
de los actores de esta “novela”.
¿Y el hincha del fútbol, el lector,
el oyente, el espectador? ¿Y sus
derechos a una información veraz?
¿Y la confianza en sus ídolos? ¿Y
la credibilidad en sus nóveles dirigentes?
¿Serán alguna vez otro
capítulo?
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